Sueños de libertad Capítulo completo jueves 6 noviembre.Chloé le dice a Marta que recupere su puesto
Sueños de Libertad: La memoria fragmentada de Andrés y el juego peligroso de Chloé (Capítulo del jueves 6 de noviembre)
El amanecer del jueves 6 de noviembre llega con un aire denso, casi irrespirable, sobre la Casa Grande. Andrés De la Reina, aún débil tras el accidente, comienza a sentir cómo su mente le juega una partida incierta. Los recuerdos, que hasta hace poco parecían sellados en una caja oscura, regresan en ráfagas breves, como imágenes fugaces que arden y se desvanecen. Ve fragmentos del día de la explosión, rostros confusos, voces apagadas… y algo más, algo que no encaja con el relato que todos han querido imponerle.
La angustia lo domina. María, su esposa, intenta calmarlo, pero cada palabra suya provoca el efecto contrario. Lo que ella dice no coincide con lo que su memoria comienza a reconstruir. Andrés la observa en silencio, tratando de leer la verdad en sus gestos, y aunque ella lo mira con ternura, algo en sus ojos le resulta falso. La contradicción entre lo que recuerda y lo que le cuentan lo sumerge en un abismo de dudas. En su mente se abre una grieta que amenaza con romperlo por dentro, y comprende que la verdad —esa que todos parecen ocultarle— está mucho más cerca de lo que imagina.
Mientras tanto, en otro rincón de la colonia, Marta intenta sostener una calma que no siente. El fantasma de Eladio ha vuelto a su vida como una sombra cruel que no deja de acecharla. Su encuentro en prisión fue un golpe devastador, lleno de amenazas y palabras que la dejaron sin aire. Ahora, frente a Pelayo, no puede seguir fingiendo. Entre lágrimas y temblores, confiesa el miedo que la carcome, el dolor que nunca desapareció del todo. Pelayo la escucha, dividido entre la rabia y la impotencia. Ambos saben que el pasado que intentaron enterrar está a punto de resurgir con una fuerza implacable. Y esta vez, ni el amor ni las apariencias podrán salvarlos.
En la fábrica, la tensión también se siente. Chloé Dubois, la misteriosa auditora francesa enviada por Brosart, impone su primer gran golpe: ordena a Tasio reducir drásticamente la plantilla para salvar la empresa del colapso financiero. La decisión cae como un rayo. Tasio, fiel a su moral y al trabajo de toda una vida, siente el peso de la humillación. Sabe que ejecutar esa orden significará perder el respeto de su gente… y, muy probablemente, su propio puesto. Chloé lo mira con frialdad, pero también con cierta compasión contenida. Ella no ignora la crudeza de lo que exige, pero entiende que el poder no siempre se gana, a veces se impone.

En paralelo, Damián De la Reina vive pendiente del teléfono, esperando noticias desde Francia que podrían alterar el destino de la familia. Pero el silencio que recibe no proviene del extranjero, sino de su propia casa. Gabriel contacta con Begoña, no con él. Ese simple gesto se convierte en un mensaje velado: los hilos del poder ya no los mueve Damián. La conversación entre Begoña y Gabriel es breve, pero tensa. Él le recuerda que todo sigue bajo control, como si necesitara reafirmar su dominio sobre la situación. Sin embargo, Begoña percibe que algo se le escapa. Y lo que más la inquieta no son las palabras de Gabriel, sino la forma en que Andrés empieza a recordarlo todo.
Claudia, por su parte, continúa con las entrevistas para la Casa Cuna. Entre las candidatas destaca una joven llamada Maripaz, dulce, educada y aparentemente perfecta. Pero hay algo en su actitud que despierta sospechas: una mirada que esquiva demasiado rápido, una serenidad que parece ensayada. Claudia siente que tras esa fachada se esconde un pasado turbulento. Aun así, decide darle una oportunidad, quizás movida por la empatía o por el presentimiento de que esa chica, de algún modo, jugará un papel crucial en lo que está por venir.
Mientras tanto, Cristina recibe una carta que remueve viejos sentimientos. Su antiguo prometido, Beltrán, le escribe para anunciarle su boda con una amiga común. Aunque asegura no sentir nada por él, la noticia le provoca una extraña melancolía, una mezcla de vacío y liberación. Claudia se convierte nuevamente en su refugio. Entre confidencias, ambas refuerzan una amistad que se ha vuelto un salvavidas en medio del caos de la colonia.
De vuelta en el dispensario, Begoña recibe la inesperada visita de Don Agustín. Humillado por las amenazas de Digna, el párroco busca reconciliarse. Le pide perdón por sus ofensas, pero lo hace con una soberbia apenas disimulada. Begoña, cansada, acepta sus disculpas, consciente de que negarse solo desataría nuevas habladurías. A veces, en ese pueblo donde todos observan y juzgan, sobrevivir exige callar más de lo que se desea.
En la Casa Grande, Andrés se somete a una revisión médica con Luz. Ella lo escucha con atención mientras él le relata los fragmentos que empiezan a resurgir: la explosión, los gritos, el olor del humo… y la visión de María de pie, ilesa, cuando todos juraban que estaba herida. Luz no lo contradice, pero tampoco confirma nada. Solo le ofrece un consejo: “Deja que la memoria venga sola. Si la fuerzas, podría traerte más sombras que verdades”. Andrés asiente, aunque en su mirada brilla la determinación de quien ya no quiere vivir entre mentiras.
En la fábrica, Marta acude a una reunión con Chloé. El ambiente está cargado, pero contra todo pronóstico, entre ambas surge una conexión inesperada. Chloé, con su habitual elegancia y voz serena, le propone volver a su antiguo puesto. Marta acepta, tal vez buscando una nueva oportunidad para reconstruirse o quizá para alejarse del miedo que la persigue. Entre ambas mujeres se percibe una corriente silenciosa, una mezcla de respeto y atracción no declarada. Dos almas fuertes, distintas, pero unidas por el deseo de rehacerse en un mundo dominado por hombres.

En otra escena, Pelayo decide enfrentarse a Eladio. No cederá al chantaje ni a las amenazas. Pero su firmeza tiene un costo. Defender a Marta implica abrir heridas del pasado y exponer secretos que podrían arruinarlo todo, incluso su carrera política. Aun así, está decidido: “Antes de perderla, prefiero que se sepa todo”. En su voz hay un tono de despedida y de valentía, la de quien sabe que la verdad, aunque duela, siempre termina liberando.
El día avanza y la tensión en la colonia se vuelve insoportable. Begoña descubre que Andrés ha comenzado a recuperar su memoria, y el miedo se apodera de ella. Sabe que si él recuerda por completo lo ocurrido, las mentiras que tantos han sostenido podrían derrumbarse. Luz la confronta con una advertencia clara: “No te acerques a él. Los recuerdos tienen su propio ritmo, y si los alteras, podrías provocar un desastre”. Pero Begoña no puede evitarlo. Su corazón la empuja hacia Andrés, aunque su mente le grite que retroceda.
Finalmente, la jornada culmina con un encuentro decisivo: Chloé Dubois visita la Casa de los De la Reina. Frente a Damián y Andrés, la tensión es palpable. Damián, fiel a su orgullo, rechaza cualquier propuesta que venga de los franceses. La considera una invasión, una humillación. Pero Andrés, más sereno y curioso, escucha las palabras de la auditora con atención. Hay algo en su discurso que le resulta coherente, casi esperanzador. Por primera vez, siente que alguien habla con la verdad, sin adornos ni excusas.
La escena termina con una imagen poderosa: Damián, enfurecido, despide a Chloé de su casa, mientras Andrés la observa marcharse con una mezcla de respeto y admiración. Dos generaciones, dos visiones, dos formas opuestas de entender el poder y la verdad.
Y mientras las puertas se cierran detrás de Chloé, su perfume —una mezcla de almizcle, madera y ambición— queda flotando en el aire, como una promesa de que nada volverá a ser igual. En este nuevo episodio de Sueños de Libertad, los recuerdos despiertan, las alianzas se transforman y el tablero del poder se reordena. Porque cuando el pasado empieza a hablar, el futuro tiembla.