Sueños de libertad Capítulo completo viernes 7 noviembre. Pelayo toma el control con Eladio.
💥Avance impactante de Sueños de Libertad: El pasado de Andrés despierta y todo amenaza con derrumbarse (Capítulo del viernes 7 de noviembre de 2025)
El amanecer del viernes llega cargado de tensión en la colonia. Aunque el sol se levanta como siempre, el aire parece distinto, más pesado, como si la calma de las primeras horas del día fuera solo la antesala de una tormenta inevitable. En los pasillos de la fábrica, las conversaciones se han vuelto susurros, y las miradas, antes cómplices, se transforman en destellos de miedo. Chloé Brossard, recién llegada y llena de ambición, ha comenzado a imponer sus primeras órdenes, y el cambio se siente como un temblor silencioso.
Las trabajadoras de la tienda son las primeras en notarlo. La joven francesa ha instaurado nuevas normas estrictas, frías y calculadas, que rompen el delicado equilibrio que sostenía la rutina diaria. Las sonrisas de siempre desaparecen, sustituidas por gestos tensos y silencios incómodos. Nadie se atreve a hablar abiertamente, pero todas saben que el viento ha cambiado. Las nuevas directrices de Chloé huelen a peligro, y el temor se cuela en cada rincón del almacén.
Algunas intentan disimular su angustia ocupándose más que nunca en sus tareas. Otras, como Luz y Carmen, apenas pueden concentrarse, sintiendo que sus puestos penden de un hilo. Las pausas para el café, antes llenas de risas y confidencias, se han convertido en pequeños consejos de supervivencia. “Aguanta, que todo pasará”, se dicen unas a otras, aunque ninguna lo cree del todo.
A pocos metros, en el despacho de la dirección, Tasio se enfrenta a una de las peores noticias de su vida. Con el rostro desencajado, comparte con Marta y Joaquín la orden tajante de Brossard: despedir a la mitad de la plantilla. Nadie respira durante unos segundos. La frase cae como una sentencia, fría e inapelable, decidida desde oficinas lejanas donde los números valen más que las personas. Marta aprieta los puños; Joaquín, sin palabras, intenta encontrar una solución imposible. “¿La mitad?”, repite ella, incrédula. Tasio asiente, sabiendo que en esa decisión no hay marcha atrás.

El golpe no solo afecta a la fábrica, sino a toda la comunidad. Los trabajadores no son simples empleados: son vecinos, amigos, parte de una misma familia. Cada despido es una historia rota, una casa en peligro, una vida que cambia. Y mientras el miedo crece entre todos, Chloé camina segura por los pasillos, como una reina extranjera que reparte destino a su antojo.
Esa misma tarde, Marta toma una decisión crucial. Reúne a su familia y les comunica que Chloé le ha insinuado la posibilidad de asumir la dirección de la empresa tras la destitución de Tasio. En el pasado, una propuesta así la habría asustado. Hoy no. Esta vez se siente más fuerte, más consciente de lo que vale. Sabe que la situación es caótica, pero también que las oportunidades rara vez llegan en momentos fáciles. “Si hay que salvar esta empresa, lo haré yo”, declara con una convicción que sorprende incluso a Damián.
Pero mientras Marta empieza a reconstruir su poder, Damián se desmorona lentamente. Desde su encuentro con la representante de los inversores franceses, su carácter ha cambiado. El hombre imponente y autoritario de siempre se ha vuelto nervioso, irritable, casi paranoico. No confía en nadie. Ni siquiera en María, que intenta calmarlo, ni en Andrés, que apenas entiende lo que ocurre a su alrededor. El patriarca de los De la Reina está al borde del colapso, y su inestabilidad amenaza con arrastrar a toda la familia.
En medio de ese caos, Tasio comienza la dolorosa tarea de comunicar los despidos. Uno a uno, los empleados son llamados a su oficina. Sus rostros lo dicen todo: tristeza, rabia, impotencia. Pero nada lo afecta tanto como ver entrar a Chema, su cuñado. La voz se le quiebra al leer su nombre en la lista. “Lo siento, Chema… está decidido.” El hombre, devastado, le suplica que cambie la decisión, que hable con los franceses, que haga algo. Pero Tasio no puede. “No depende de mí”, susurra con los ojos húmedos. Chema sale del despacho golpeando la puerta, maldiciendo un sistema que devora a los suyos.
La noticia corre como pólvora. En la tienda, Carmen se entera de que su hermano ha sido despedido y corre a buscar explicaciones. “¿Por qué él?”, le pregunta entre lágrimas a su marido. Pero Tasio, con el alma en ruinas, no responde. Solo guarda silencio, sabiendo que cualquier palabra rompería lo poco que aún los une.
Y mientras los despidos arrasan la fábrica, Andrés se enfrenta a su propia tormenta interior. Los recuerdos comienzan a volver, fragmentados, confusos, como si su mente se abriera lentamente a una verdad que había preferido olvidar. Imágenes de fuego, gritos, el sonido metálico de una explosión… y un nombre: Gabriel. Algo en lo que le cuentan no encaja, y la inquietud se convierte en obsesión. Siguiendo los consejos de Luz, decide enfrentarse a sus recuerdos de una vez por todas.
María y Damián intentan detenerlo. “No vayas allí”, le suplican. Pero Andrés no escucha. Necesita saber. Así, regresa al lugar que marcó su destino: la sala de calderas. Allí, entre las sombras del pasado, siente que su respiración se acelera. Toca los muros ennegrecidos, cierra los ojos… y entonces lo ve todo. La tragedia, el sacrificio, el momento exacto en que su vida cambió. Comprende que alguien le mintió, que hubo más en aquella explosión de lo que le contaron. Su corazón se llena de rabia, pero también de una peligrosa determinación: descubrir toda la verdad, caiga quien caiga.

Mientras tanto, en la casa Merino, Begoña intenta comprender la repentina frialdad de Julia. La niña, desde que supo del embarazo, se muestra distante, reservada, incapaz de mirarla a los ojos. Begoña siente que algo se ha roto entre ellas, pero no logra entender el motivo. Es Digna quien, con su habitual intuición, advierte la raíz del problema: miedo. Miedo a perder el cariño, miedo a ser reemplazada. Con dulzura, se propone ayudar a Julia a expresar lo que calla, antes de que ese silencio se convierta en rencor.
Y en otro rincón de la historia, Pelayo De la Reina, cansado de los chantajes de Eladio, toma el control. Sin avisar a nadie, acude a la prisión para enfrentarse cara a cara con el delincuente. Eladio lo recibe con una sonrisa de triunfo, creyendo que lo tiene en sus manos. Pero Pelayo, con mirada gélida, le deja claro que no permitirá que un hombre como él amenace a su familia. Sin embargo, durante la conversación, descubre algo que lo hiela: Eladio sabe más de lo que aparenta. Hay información que aún no ha revelado, secretos que podrían destruirlo todo.
De regreso a casa, Pelayo comprende que lo que ha visto en prisión es solo la punta del iceberg. Eladio no es un simple extorsionador: es un estratega con piezas ocultas en el tablero. Y aunque el patriarca ha tomado medidas drásticas para frenarlo, tiene la sensación de que no será suficiente.
Así se cierra una jornada marcada por el miedo, la pérdida y el despertar de verdades enterradas. Las piezas del destino ya están en movimiento. Chloé continúa expandiendo su poder, Marta se prepara para asumir la dirección, Damián se consume en su propio caos, y Andrés, con su memoria al borde de la claridad, se aproxima a una verdad que podría hacerlo todo pedazos.
El viernes 7 de noviembre no será un día cualquiera en Sueños de Libertad. Será el inicio del fin de una era… y el comienzo de una guerra silenciosa donde la verdad, la ambición y el amor chocarán con consecuencias impredecibles.