LA PROMESA: Alonso descubre que Leocadia está escribiendo las cartas falsas de Catalina y la castiga

Y en los próximos capítulos de la serie La Promesa, Alonso encontrará un detalle secreto escondido en una de las cartas de Catalina, que desenmascarará a Leocadia de una vez por todas y enviará a la villana a prisión de forma impactante

En La Promesa, la verdad siempre encuentra un camino, aunque tarde o temprano el engaño se desmorone. El marqués Alonso, decidido a descubrir el misterio que rodea a su familia, será protagonista de uno de los momentos más impactantes de la serie. Todo comenzará cuando Jacobo, solo en el despacho del palacio, decida revisar nuevamente las cartas de Catalina, aquellas misivas que durante meses habían mantenido a todos en vilo. La noche se cierne silenciosa sobre La Promesa, solo interrumpida por el leve sonido del viento atravesando los vitrales y el tenue crujir de las hojas de papel al ser desplegadas. Encendiendo una vela sobre la mesa, Jacobo examinará cada hoja con cuidado, fijando su mirada en palabras que había leído incontables veces, pero que esta vez parecen ocultar un secreto que se le había escapado.

Mientras los minutos transcurren, algo llama su atención: la caligrafía, los trazos y la inclinación de las letras no coinciden con la escritura original de Catalina. Una duda silenciosa se apodera de él, un escalofrío recorre su espalda y la certeza comienza a nacer: alguien ha intentado falsificar las cartas. Sin perder tiempo, Jacobo recurre a antiguos papeles y borradores de Catalina, comparando con minuciosidad cada detalle. La diferencia es evidente; la escritura anterior es elegante, firme, natural, mientras que las cartas nuevas son vacilantes, forzadas, producto de un intento consciente de engañar. La tensión se vuelve casi insoportable, y Jacobo comprende que no se trata de un error, sino de un plan cuidadosamente diseñado.

Decidido, corre por los pasillos hasta el despacho de Alonso, interrumpiendo la tranquilidad de la noche. Deposita sobre la mesa los papeles y explica con voz firme que las cartas no fueron escritas por Catalina. Alonso, con los ojos muy abiertos, toma una a una las hojas y analiza cada detalle, sumergiéndose en un silencio absoluto. La gravedad de la situación comienza a calar en él: la villana que creían controlar el destino del palacio ha estado manipulando a todos desde la sombra.

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Consciente del peligro, Alonso decide no revelar aún la verdad a los demás. Le indica a Jacobo que continúe fingiendo que las cartas son auténticas, para así ganar tiempo y descubrir quién está detrás de la falsificación. Cada gesto, cada palabra, se convierte en una pieza estratégica en un juego de inteligencia y paciencia. Mientras los demás creen en la mentira, Alonso comienza su propia investigación, revisando patrones, errores y detalles que delatan la impostura.

La tensión crece cuando, días después, Alonso descubre evidencia de que las cartas nunca han pasado por correos externos, sino que han sido entregadas personalmente por un mensajero vinculado a los Valladares. La traición es evidente: Leocadia y el varón de Valladares están trabajando juntos, manipulando a todos con astucia y crueldad. La preocupación de Alonso aumenta: ¿y si Catalina no solo estaba lejos, sino prisionera? La pregunta lo mantiene despierto durante las noches, releyendo cada carta y examinando cada sello, anotando cada patrón, cada error ortográfico repetido, cada frase que Catalina jamás usaría.

Finalmente, tras un rastreo minucioso, Alonso y Jacobo descubren el escondite secreto. Bajo la lluvia, disfrazados y en silencio, se acercan a una pequeña propiedad apartada entre colinas. La tensión es palpable: dos hombres armados custodian la entrada, pero ellos saben que deben actuar con cautela. Al adentrarse, las escaleras crujen bajo sus pies y cada paso aumenta la ansiedad. Al abrir una puerta al final del pasillo, encuentran a Catalina, débil pero viva. Su mirada perdida, su cuerpo pálido, refleja el tiempo de sufrimiento y cautiverio. Con lágrimas en los ojos, Alonso corre a abrazarla. La hija del marqués ha sobrevivido, y por fin la verdad comienza a emerger.

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De regreso al palacio, Alonso convoca a todos en el gran salón. La tensión es máxima: Catalina, aún débil, se mantiene firme a su lado, mientras Leocadia entra, sorprendida y confundida. Con voz firme, Alonso anuncia que la verdad debe ser escuchada. Cristóbal, pálido ante la presencia de Catalina, observa cómo la mentira se desmorona. La villana, Leocadia, queda sin palabras cuando su plan maestro es finalmente revelado. Las cartas falsificadas y los sellos manipulados quedan sobre la mesa, testigos del engaño que mantuvo durante meses. Catalina, con lágrimas en los ojos, enfrenta a Leocadia, acusándola de falsificar las cartas y de mantenerla encerrada injustamente.

El enfrentamiento es tenso y desgarrador. Leocadia intenta justificarse, alegando que actuó por el bien del palacio, pero Alonso, con el rostro serio y la voz firme, la confronta: manipuló a la familia, falsificó documentos y engañó a todos. Antes de que pueda continuar, los guardias entran en la sala. Alonso ordena su arresto por falsificación, secuestro y conspiración. Leocadia, rodeada y sin escapatoria, comprende que su reinado ha terminado. La villana es llevada por los pasillos, mientras los criados observan en silencio y Alonso abraza a Catalina, emocionado y aliviado. La verdad ha triunfado y la justicia se ha hecho presente en La Promesa.

En los instantes finales, la paz comienza a instaurarse lentamente. Catalina, liberada de su cautiverio, cierra los ojos, dejando que el peso del sufrimiento se desvanezca. Alonso, conmovido, promete protegerla y asegurar que nada ni nadie vuelva a ponerla en peligro. La presencia de Adriano, testigo del reencuentro, añade un momento de emoción adicional: las lágrimas y los abrazos reflejan la intensidad de la espera y el alivio tras meses de tensión. La escena final del capítulo deja claro que la verdad, aunque tardía, puede ser devastadora y liberadora al mismo tiempo.

Este desenlace marca un antes y un después en la historia de La Promesa. La villana, finalmente enfrentada a las consecuencias de sus actos, es llevada a prisión, mientras los protagonistas comienzan un nuevo capítulo en sus vidas, libres de engaños y manipulaciones. Alonso y Catalina, unidos nuevamente, simbolizan la fuerza de la justicia y la importancia de la perseverancia ante la mentira. El capítulo promete mantener a los espectadores al borde de sus asientos, expectantes por los giros que vendrán y las nuevas alianzas que surgirán en el palacio.