EL PLAN DE MARÍA SE COMPLICA Y GABRIEL DEBE TOMAR DECISIONES PELIGROSAS EN SUEÑOS DE LIBERTAD
En el nuevo capítulo de Sueños de libertad, la tensión se apodera de cada rincón de la familia Reina y las intrigas dentro de la fábrica alcanzan un punto de no retorno. María, en su empeño por demostrar avances en su recuperación, se ve acorralada cuando Begoña comienza a sospechar de cada uno de sus movimientos. Mientras tanto, Gabriel se enfrenta al dilema de protegerla a toda costa, aunque eso signifique tomar decisiones que podrían poner en riesgo no solo su futuro, sino también el delicado equilibrio de poder que reina en la familia.
Todo comienza en el laboratorio, donde Joaquín observa con preocupación a su hermano Luis. La falta de concentración de Luis no es casualidad: el secreto ha salido a la luz. Luz, movida por la verdad que Gema le reveló, sabe todo acerca del chantaje de Pedro a Digna, la madre, y de los turbios manejos que han marcado a la familia. Joaquín, incrédulo, se siente traicionado. ¿Cómo ha podido filtrarse lo de Jesús, algo que todos habían jurado mantener oculto? Luis trata de justificar a Luz, alegando que su carácter obstinado la llevó a estar a punto de acudir directamente al cuartel de la Guardia Civil.
La situación se complica aún más cuando Digna entra al laboratorio. Con firmeza, reprende a Luis por haberse enfrentado nuevamente a Pedro. La tensión entre madre e hijos se hace evidente: mientras Luis insiste en que Pedro es un peligro constante y que deben actuar ya, Digna se mantiene firme en su decisión de manejar el problema a su manera. Su cansancio es palpable, pero al mismo tiempo se aferra a la autoridad que todavía conserva. “Confiad en mí”, les pide casi suplicante, aunque sus hijos no pueden evitar sentir que Pedro tiene más poder sobre ella del que admite.
El conflicto se redobla cuando Joaquín revela a su madre que Damián planea apartar a Pedro de la dirección de la fábrica y colocar a Marta como sustituta. Aunque Digna reconoce que el periodo es difícil y que Pedro está consumido por su propia amargura, no deja de sembrar dudas: ¿no sería más prudente esperar a que la muerte haga su trabajo y así evitar enfrentamientos directos? Sin embargo, el verdadero problema está en el sucesor que Pedro ya ha elegido: Tasio, un hombre completamente manipulado y dispuesto a actuar en contra de los intereses de los Reina. La batalla por la dirección de la fábrica está a punto de comenzar, y cada movimiento puede ser decisivo.
Lejos del laboratorio, la intriga se traslada a la casa de la familia. Begoña, cada vez más desconfiada, decide espiar a María. La encuentra en la galería, aparentemente absorta en la lectura, pero algo no encaja. Su mirada desconfiada no pasa desapercibida para Gabriel, que también se detiene a observar la escena desde la distancia. Finalmente, Begoña se acerca con un tono sarcástico disfrazado de cortesía, tratando de arrancar alguna reacción de María. La conversación parece trivial —un comentario sobre los ratones de la guardilla—, pero en realidad es un pulso silencioso: Begoña busca grietas en el disfraz de María, y María, con esfuerzo, mantiene la calma.
Cuando Begoña se retira, Gabriel aprovecha para enfrentar a María. “Te estaba vigilando”, le dice con dureza. Julia ya ha notado algo extraño: los zapatos sucios después de la rehabilitación, las huellas de pasos en lugares donde nadie debería estar. El peligro es real. María, alarmada, reconoce que Julia casi la descubrió, pero insiste en que fueron solo unos pasos discretos. Sin embargo, Gabriel le recuerda que basta un mínimo error para que todo su plan quede en evidencia.
El dilema de María es desgarrador: sabe que si se descubre que camina antes de tiempo, perderá la confianza de Andrés, el hombre al que quiere presentarse como salvación en medio del inminente derrumbe de la empresa. Su estrategia es convertirse en su tabla de salvación, pero para eso necesita mantener la farsa intacta. Gabriel, aunque preocupado, se ve obligado a darle un consejo tajante: “Sé más cuidadosa”.
A medida que la conversación avanza, surge un nuevo frente de tensión. María, desconfiada, percibe que la empresa está resistiendo los golpes de manera inesperada. La publicidad derivada de los movimientos políticos del gobernador no resuelve los problemas económicos, y Gabriel comparte sus sospechas: los Merino están vendiendo terrenos que van a ser recalificados, un negocio jugoso del cual Pedro parece querer apartar a los hijos de su difunta esposa. Para María, todo esto no es más que la confirmación de que Damián está moviendo sus fichas en silencio.
La conversación adquiere un tono cada vez más estratégico. Gabriel le pide a María que vote con los Reina, recordándole que apostar por Pedro es apostar a caballo perdedor. Pero María no está convencida: Pedro todavía no está muerto, y en esta familia nada debe darse por hecho. Su temor más grande es que, si los Merino logran colocar a Marta como directora, todo el equilibrio se rompa en favor de Damián. Gabriel se queda pensativo, consciente de que, tal vez, María tenga razón.
Mientras tanto, las preguntas quedan flotando en el aire como cuchillas listas para cortar: ¿descubrirá finalmente Begoña el secreto de María y desenmascarará su recuperación antes de tiempo? ¿Logrará Gabriel controlar las sospechas crecientes de Begoña, o terminará exponiéndose demasiado en el proceso? ¿Hasta dónde llegará Damián en su plan para colocar a Marta al frente de la fábrica? Y lo más inquietante: ¿qué papel jugarán los Merino en esta partida de ajedrez donde cada alianza, cada voto y cada traición pueden decidir el futuro de todos?
La tensión aumenta y cada escena deja claro que los personajes están caminando sobre una cuerda floja. María debe mantener en pie su mentira para proteger su estrategia emocional y económica; Gabriel, atrapado entre la lealtad y la prudencia, empieza a tomar decisiones cada vez más arriesgadas que lo ponen en la línea de fuego. Digna, aunque pretende controlar la situación, se ve cada vez más debilitada por la presión de Pedro y por la propia división interna de sus hijos. Y Begoña, con su instinto infalible, está más cerca que nunca de descubrir lo que realmente se esconde tras la fachada de María.
El capítulo nos deja con un aire asfixiante de incertidumbre. Las alianzas están fracturadas, los secretos amenazan con salir a la luz y las luchas de poder se entrelazan con dramas familiares y personales. Sueños de libertad demuestra una vez más que en este universo nada es lo que parece y que hasta el más mínimo detalle puede desencadenar una tormenta de consecuencias irreversibles.
El destino de la familia Reina, de la fábrica y de los planes de María y Gabriel pende de un hilo. Solo queda esperar para descubrir quién dará el próximo paso y a qué precio.