‘Valle Salvaje’ capitulos completos: Victoria vs. Mercedes: anulación, asesinato y redención

En el corazón del ducado de Valle Salvaje, el ambiente se había vuelto gélido, tan frío y denso como el mármol de los antiguos pasillos que habían presenciado tantas glorias y secretos familiares. Cada rincón, cada tapiz que narraba épocas pasadas, parecía ahora un testigo mudo de la fractura que se había abierto en la familia, un abismo que amenazaba con devorarlo todo. Para Victoria, la duquesa, ese frío no era solo un símbolo: era una presencia constante que se le había instalado en los huesos desde que su esposo, José Luis, había decidido borrar su matrimonio y la había condenado a ser vista como culpable de la muerte de Pilara.

La decisión unilateral del duque no fue un enfrentamiento ni un grito; fue algo mucho más devastador: la borró de su vida. Con la frialdad de un cirujano, comenzó los trámites de anulación ante las autoridades eclesiásticas, alegando un supuesto engaño que fundamentaba su matrimonio. Lo más doloroso era que Victoria no solo perdía su posición y honor, sino también su futuro junto al hombre que decía amar. Cada movimiento de pluma de José Luis se sentía como un golpe de condena ejecutado en la soledad de un despacho que antes compartían entre confidencias y risas.

Esa noche, Victoria deambulaba por la galería de retratos, donde la luz de la luna iluminaba los severos rostros de los antepasados del duque. Frente al retrato de Pilara, Victoria comprendió que su lucha no era contra un recuerdo, sino contra una obsesión que había consumido también a su esposo. José Luis la veía como una usurpadora del lugar que en su mente siempre había pertenecido a Pilara, y Victoria solo había sido la pieza necesaria en un juego de poder que él ahora estaba decidido a barrer.

La tristeza y la rabia se mezclaban en Victoria. ¿Cómo podía alguien que le juró amor eterno creerla capaz de asesinato? La respuesta estaba clara: Mercedes, la amiga traicionera que se movía en las sombras, sembrando dudas y manipulando a José Luis con susurros venenosos y gestos de falsa compasión. Determinada a no ser víctima de esta tragedia, Victoria decidió convertirse en su propia abogada y jueza, luchando por la verdad no solo para salvar su matrimonio, que sentía herido de muerte, sino para rescatar su propia dignidad.

Mientras tanto, José Luis permanecía en su despacho, con una copa de brandy en la mano, observando las sombras de la chimenea que se transformaban en imágenes de Victoria y Pilara. La duda, alimentada por Mercedes y los recuerdos de Pilara, corroía sus pensamientos. La anulación era un acto de control y castigo, una expresión de su dolor y su cobardía, un error que su orgullo le impedía admitir.

En otra ala del palacio, el joven mozo Francisco y el jardinero Martín competían silenciosamente por el afecto de Pepa. Francisco, consumido por su amor, decidió centrarse en demostrar su valía, mientras que Martín optaba por un cortejo más sutil, dejando pequeñas flores que representaban sentimientos profundos y constantes. Pepa, atrapada entre ellos, comenzó a sentir un poder de elección propio, un respiro de libertad en medio de la tensión que dominaba el ducado.

Lejos del palacio, Rafael, hijo de José Luis, luchaba por obtener la confianza de Ana, amenazada por Úrsula, una sombra del pasado de la joven, que la mantenía atrapada en un chantaje mortal. Rafael le prometió enfrentar juntos cualquier amenaza, recordándole que el silencio a veces es un arma peligrosa, y finalmente logró que Ana compartiera su secreto, lo que encendió una chispa de esperanza en su corazón.

Victoria comenzó su investigación en la biblioteca, revisando los diarios de Pilara en busca de pistas. Descubrió que Mercedes había estado presente el día de la muerte de Pilara, contradiciendo su coartada. Tras muchas pesquisas, incluyendo la localización de Tomás, un joven lacayo que había presenciado la confrontación entre Mercedes y Pilara en el acantilado, Victoria finalmente consiguió un testimonio crucial. Además, encontró evidencia en forma del broche que Pilara le había dado a Mercedes, un objeto que conectaba directamente a Mercedes con el crimen.

Paralelamente, Rafael logró que Ana revelara la red de falsificación de antigüedades dirigida por Mercedes y su cómplice Úrsula, así como la premeditación en la muerte de Pilara, demostrando que el supuesto accidente había sido un asesinato planeado. Con todas las piezas en su lugar, Victoria organizó una reunión final con José Luis y Mercedes, mostrando pruebas irrefutables de la traición y los crímenes de Mercedes. La tensión alcanzó su punto máximo cuando Mercedes, acorralada, intentó atacar a Victoria con un candelabro, pero fue detenida por la guardia del ducado.

Tras el arresto de Mercedes, Victoria y José Luis enfrentaron su dolor y sus errores. Aunque la anulación fue detenida, el matrimonio permanecía fracturado. Victoria había triunfado en la búsqueda de la verdad, pero parecía haber perdido la fe en el amor que una vez los unió. Sin embargo, el mundo de los sirvientes ofrecía un respiro, con Francisco y Martín demostrando que el amor podía florecer de manera sencilla y genuina.

Finalmente, José Luis se atrevió a confrontar a Victoria, reconociendo sus errores y mostrando vulnerabilidad. Pidió una oportunidad para demostrar que podía ser el hombre que ella merecía. Victoria, aunque consciente de las grietas que quedaban, respondió con un gesto silencioso: un beso tierno y frágil que no borraba el pasado, pero prometía un futuro. Desde el balcón, juntos, contemplaron el Valle Salvaje, un símbolo de la paz y la esperanza que comenzaban a reconstruir en sus vidas.

El ducado, antes marcado por traición y dudas, ahora respiraba un aire de justicia, amor y redención. La verdad había triunfado, los culpables habían sido castigados, y aunque el camino hacia la reconciliación sería largo, la promesa de un nuevo amanecer iluminaba lentamente Valle Salvaje.

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