La Promesa Viernes 26 Septiembre; Ángela, desesperada, se confía a Samuel.

⚠️ Spoiler ‘LA PROMESA’: Ángela, desesperada, se confía a Samuel y planea su huida ⚠️

El episodio correspondiente al viernes 26 de septiembre de 2025 en La Promesa viene cargado de revelaciones y momentos decisivos que trastocan la vida dentro del palacio. El misterio y las tensiones familiares se intensifican, y cada personaje enfrenta sus propias batallas internas en medio de secretos, traiciones y planes de escape.

La primera gran conmoción llega de la mano de Catalina, quien sorprende a todos con la revelación de un secreto que deja a Adriano y a Alonso completamente descolocados. La contundencia de sus palabras sacude los cimientos de la familia, dejando claro que hay verdades ocultas que ya no pueden seguir guardándose. El impacto se multiplica cuando el barón de Valladares interviene, afirmando que él mismo tuvo que ver con la marcha de Catalina, aunque no queda del todo claro qué fue lo que dijo o hizo exactamente. Este enigma se convierte en el tema central de conversación y mantiene a la familia en vilo.

La ausencia de Catalina pesa cada vez más en el ambiente sofocante de la casa. La familia se encuentra atrapada en un estado de tensión insoportable, rodeada por un silencio que se vuelve tan misterioso como perturbador. Nadie logra comprender del todo qué ocurrió, y la incertidumbre corroe cada rincón del palacio. Los miembros de la familia viven entre la esperanza y la desesperación, incapaces de romper el muro de incógnitas que se ha erigido alrededor de la desaparición de Catalina.

En medio de este panorama, Manuel atraviesa un conflicto interno que lo desgarra por dentro. Entre la presión de sus familiares y las dudas que lo atormentan en torno a Enora, el joven no consigue enfocarse ni siquiera en su trabajo en el taller, un lugar que antes le servía como refugio. La tensión lo consume y el dilema moral que enfrenta amenaza con dejarlo paralizado.

Mientras tanto, Ángela se convierte en uno de los puntos clave del episodio. Su enfrentamiento con el capitán Lorenzo se mantiene intacto, pues sabe bien que él fue el responsable directo de que Eugenia fuera internada. A pesar de tener esa verdad en sus manos, la boda que se avecina parece ineludible y cada vez más cercana. La joven, atrapada entre el deber y el deseo de libertad, busca desesperadamente una salida. Es entonces cuando recurre a Samuel, confiando en el sacerdote como confidente y consejero.

En una conversación marcada por la angustia, Samuel le plantea una cuestión que resuena con fuerza en el corazón de Ángela: ¿puede un matrimonio evitar que otro se lleve a cabo? Esta pregunta, aparentemente sencilla, abre nuevas posibilidades en la mente de la joven y la impulsa a reconsiderar su destino. Con el ánimo renovado, Ángela empieza a tejer en secreto un plan de fuga, convencida de que esa es la única manera de liberarse de la prisión en la que se ha convertido su vida.

Por otro lado, Leocadia continúa atrapada en su propio laberinto de intrigas. Cada vez más acorralada por la situación y por los temores que la consumen, intenta dialogar con su hija y hacerla entrar en razón. Sin embargo, no se percata de que Ángela ya ha tomado la decisión de huir y que nada ni nadie la hará cambiar de opinión. Este choque generacional y de voluntades abre una brecha más profunda entre madre e hija.

Mientras las tensiones familiares alcanzan su punto álgido, el servicio también vive momentos de gran presión. Cristóbal, con su carácter implacable, impone un rígido régimen de disciplina en el palacio, instaurando un sistema de faltas acumulables y la constante amenaza de despido. Sus normas draconianas no tardan en mostrar sus efectos: Candela y Ricardo se convierten en las primeras víctimas de su autoridad inflexible.

En un acto humillante, Cristóbal obliga a Ricardo a realizar una tarea degradante para evitar su primera falta: subir al tejado y limpiar las chimeneas, un trabajo sucio y peligroso que representa el abuso de poder del nuevo mayordomo. La dureza de este régimen amenaza con fracturar la moral de los sirvientes, quienes deben debatirse entre la obediencia forzada y el deseo de rebelarse contra la tiranía.

Mientras tanto, Petra enfrenta un destino cada vez más incierto. Finalmente recibe la visita y la atención del doctor Salazar, que preocupado por su estado de salud decide aumentar la dosis de su medicación y le ordena reposo absoluto. La situación de la estricta ama de llaves se convierte en motivo de creciente inquietud dentro del palacio. Su debilidad física contrasta con la imagen de fortaleza que siempre proyectó, lo que hace que todos se cuestionen cuánto tiempo más podrá mantenerse en pie frente a la enfermedad que la consume.

El episodio concluye con un panorama cargado de incertidumbre y tensión. Catalina ausente, Ángela preparando su huida en secreto, Manuel atrapado en sus dudas, Leocadia aferrada a sus planes y Cristóbal imponiendo un régimen de hierro. El palacio se convierte en un hervidero de secretos, miedos y luchas de poder, mientras los personajes buscan desesperadamente encontrar un camino hacia la verdad, la libertad o la redención.

Este capítulo de La Promesa deja claro que cada decisión tendrá consecuencias profundas y que los destinos de sus protagonistas están entrelazados en un entramado cada vez más complejo, donde la desesperación, la esperanza y el deseo de justicia marcan el rumbo de lo que está por venir.