La Promesa: Curro descubre el veneno secreto de Lorenzo
El silencio en los pasillos de La Promesa se convierte en un enemigo palpable, un velo pesado cargado de secretos y miedos inconfesables. La desaparición y el estado crítico de Petra se transforman en el epicentro de un torbellino de sospechas y temores. Mientras todos evitan subir a su habitación, como si temieran encontrar un cadáver, Curro siente que la desesperación lo asfixia. El joven comprende que su destino pende de un hilo, que la boda de Lorenzo y Ángela significaría su condena y que debe actuar con rapidez. La rabia vence al miedo, y con ella nace una decisión: hundir a Lorenzo, aunque para ello deba arriesgarlo todo.
En su habitación, Curro reflexiona con el corazón atenazado por la angustia. Sabe que Lorenzo esconde secretos, como todos los hombres poderosos. Con determinación, decide que solo necesita encontrar uno, lo bastante sucio para derribarlo. Esa noche, armado únicamente con una navaja y un valor recién descubierto, se infiltra en el despacho de su padrastro. La tensión lo consume mientras manipula la cerradura hasta que, finalmente, logra entrar. En la penumbra de aquel lugar cargado con olor a tabaco y cuero, busca pruebas que lo conduzcan a la verdad.
Tras revisar papeles de negocios y correspondencia banal, su mirada se posa en un ejemplar de El Príncipe de Maquiavelo. Al abrirlo, descubre un compartimento secreto con un diario y un frasco de veneno. El contenido del diario revela el horror: Lorenzo ha estado envenenando lentamente a Petra. Las anotaciones detallan cada dosis, sus efectos y el objetivo final: silenciarla porque sabía demasiado. La doncella había descubierto el secreto más peligroso: que el hijo de Pía era el verdadero heredero de la baronesa. Lorenzo pretendía eliminar a Petra para ocultar la verdad y consolidar su poder mediante su boda con Ángela.
El impacto sacude a Curro, que entiende que Petra aún podría estar viva y agonizando en el viejo pabellón de caza. El tiempo se agota. Sin dudar, despierta a Manuel y le muestra las pruebas. El horror se refleja en el rostro de su primo, quien reacciona con furia y determinación. Ambos acuerdan buscar a Jana, cuya inteligencia y lealtad serían cruciales. Al unirse al plan, Jana guía a los jóvenes con firmeza y organiza lo necesario para rescatar a Petra.
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En la oscuridad de la noche, los tres cruzan los terrenos hacia el pabellón. El ambiente es tenso, cada sombra parece una amenaza. Al llegar, descubren una débil luz en el interior. Curro se asoma y ve a Petra, al borde de la muerte, custodiada por un matón que sostiene una jeringa con la dosis final. No hay tiempo para vacilaciones. Manuel derriba la puerta, Jana protege a Petra y Curro, impulsado por la rabia, se lanza contra el agresor. Entre los tres logran someterlo, arrebatándole el arma y atándolo.
Mientras tanto, Lorenzo descubre que alguien ha irrumpido en su despacho. Su furia lo consume al percatarse de la ausencia del veneno y el diario. Al regresar los jóvenes con Petra al palacio, el secreto estalla en pleno salón principal. Curro acusa a Lorenzo frente al marqués y toda la familia, mientras el matón capturado lo delata públicamente. Lorenzo intenta negar y manipular, pero Curro revela las páginas del diario como prueba irrefutable.
El marqués, con el rostro endurecido, lee en silencio los planes macabros de Lorenzo. Cuando levanta la vista, pronuncia su condena: Lorenzo ha traicionado su confianza, ha intentado asesinar bajo su techo y ya no pertenece a La Promesa. Ordena que sea entregado a la Guardia Civil. Desenmascarado y sin escapatoria, Lorenzo intenta atacar a Curro, pero Manuel lo derriba de un solo golpe. Jana, mientras tanto, se asegura de que el médico sepa del envenenamiento y del antídoto que podría salvar a Petra.
Al amanecer, el palacio amanece transformado. Lorenzo es llevado por las autoridades, su boda cancelada y su reputación destruida. Petra sobrevive gracias al antídoto y al valor de quienes arriesgaron todo por salvarla. Su recuperación lenta pero firme es símbolo de esperanza para todos. La noticia del envenenamiento y la caída de Lorenzo se esparce, convirtiendo a Curro, Manuel y Jana en héroes discretos.
El marqués, profundamente afectado por la traición de Lorenzo, busca reparar los daños. Exige el regreso de Pía y su hijo, asegurándoles protección bajo su techo. Ricardo y Pía se reencuentran en un abrazo que borra meses de dolor. Vera, por su parte, descubre la verdad gracias a Lope, comprendiendo que el encierro fue un acto de amor y protección, lo que abre un nuevo camino entre ambos. Martina y Adriano, en medio de la tormenta, hallan también un renovado propósito y una razón para seguir luchando juntos.
Curro emerge como el gran protagonista de este renacer. El marqués lo reconoce como un hombre valiente y honorable, orgulloso de su entereza. Por primera vez, Curro siente que ha encontrado su lugar, dueño de su destino. La Promesa, antes asfixiada por las intrigas y el veneno de Lorenzo, vuelve a respirar. Los sirvientes ríen, la familia se une y el futuro, aunque incierto, brilla con esperanza. El palacio se ha salvado gracias al coraje, la justicia y el poder inquebrantable de la verdad.