EL CAPITÁN GARRAPATA, ¿SALVADOR de Petra? || CRÓNICAS de #LaPromesa

Spoiler: El Capitán Garrapata se convierte en la inesperada esperanza de Petra en La Promesa

El capítulo analizado nos sitúa en un momento crítico dentro de La Promesa, donde la vida de Petra Arcos parece pender de un hilo, atrapada en una enfermedad que en 1916 resultaba casi siempre mortal: el tétanos. La trama se tiñe de dramatismo al mostrarnos cómo ni los médicos ni los remedios caseros consiguen frenar los síntomas, y cada instante se vuelve más desesperado. El servicio entero observa con miedo la lenta agonía de Petra, consciente de que en cualquier momento puede llegar la noticia de su muerte. La casa se convierte así en un velatorio en vida, cargado de silencio y angustia.

La descripción de los síntomas es dura: primero el rechazo a la comida, después los espasmos, la rigidez, los gritos de dolor y finalmente la fiebre acompañada de delirios que la hacen vagar por los pasillos sin rumbo. La serie muestra la crudeza de la enfermedad, recordando que en ese tiempo aún no existía la vacuna que hoy conocemos. No fue hasta 1924 cuando se desarrolló el toxoide tetánico, usado masivamente recién en la Segunda Guerra Mundial. En la época en que transcurre La Promesa, lo único que existía como recurso era el suero antitetánico, un remedio creado en 1890 y utilizado durante la Primera Guerra Mundial para salvar soldados heridos en trincheras.

Este suero, sin embargo, solo funcionaba si se administraba en fases iniciales de la infección. En el caso de Petra, con síntomas tan avanzados, la posibilidad de sobrevivir era mínima. Y es aquí donde aparece Samuel, quien al presenciar de cerca el sufrimiento decide lanzarse a una misión desesperada: encontrar ese suero, aun sabiendo que no será nada fácil. No es un médico famoso ni un noble con influencias, es un humilde sacerdote que carece de los recursos para acceder a un remedio costoso y escaso. En 1916, España debía importarlo de otros países europeos, con un precio altísimo y disponibilidad muy limitada. Aun así, Samuel está decidido a intentarlo, pues es la única esperanza a la que aferrarse.

Este viaje contra reloj plantea un dilema de fe y de resistencia frente a la adversidad. El tiempo corre en contra, y todo se convierte en una carrera entre la enfermedad y la posibilidad de conseguir el antídoto. Sin embargo, la tensión se eleva aún más cuando surge un giro inesperado: la posibilidad de pedir ayuda a Lorenzo de la Mata, conocido como el Capitán Garrapata. Este personaje, hasta ahora percibido como uno de los villanos más calculadores y peligrosos del palacio, aparece como la figura clave que podría inclinar la balanza hacia la vida o la muerte de Petra.

¿Por qué recurrir a él? Porque Lorenzo posee contactos militares y políticos, la clase de conexiones que pueden abrir puertas imposibles de alcanzar para los demás. Si alguien dentro de la casa puede conseguir el suero, es él. Sin embargo, su historial despiadado y manipulador hace que todos se pregunten a cambio de qué moverá sus influencias. Nada en la vida de Lorenzo es gratuito: lo que parece un gesto heroico puede ser en realidad una estrategia para cobrarse favores, para ganar poder o para reforzar su imagen frente a los Luján.

La historia juega así con la ambigüedad. ¿Lorenzo acudirá realmente para salvar a Petra o lo usará como excusa para manipular a Ángela y a los demás? ¿Será un héroe momentáneo o un villano que aprovecha la desgracia para fortalecerse? La tensión narrativa se sostiene en esa dualidad, manteniendo a los espectadores al borde de la duda.

Mientras tanto, el destino de Petra se presenta como una moneda lanzada al aire. Por un lado, la lógica médica de la época indica que el suero llegaría demasiado tarde para ella. Por otro, la esperanza de un milagro hace que los personajes —y los espectadores— se aferren a la posibilidad de que la ciencia logre lo imposible en el último instante. La serie nos coloca frente a una disyuntiva: ¿veremos un desenlace trágico y realista o nos sorprenderán con la salvación inesperada de Petra?

La tensión no solo se centra en la enfermedad, sino también en las consecuencias narrativas de la posible intervención de Lorenzo. Si logra salvarla, ¿en qué posición quedará dentro del palacio? ¿Cómo cambiarán las lealtades y las relaciones de poder? Y si Petra muere, ¿qué consecuencias traerá su ausencia para el servicio y para la dinámica interna de la casa?

La aparición del tarot añade un matiz curioso a la narración. Una tirada realizada a la actriz que interpreta a Petra, Marga Martínez, revela cartas de nuevos comienzos, cambios y proyectos futuros llenos de éxito. Aunque el tarot no forma parte directa de la trama, funciona como un guiño hacia los espectadores, dejando entrever la posibilidad de que la actriz tenga otros caminos más allá de la serie. Este detalle añade más incertidumbre al futuro de Petra dentro de la ficción: ¿su aparente final es un cierre para el personaje o un trampolín hacia otros desarrollos inesperados?

El capítulo, entonces, se erige como un juego de tensión entre la esperanza y la fatalidad, entre el poder de la ciencia incipiente y el peso de la enfermedad en una época sin recursos suficientes. Petra se convierte en el símbolo de esa lucha desesperada, mientras Samuel encarna la fe y la obstinación, y Lorenzo la ambigüedad del poder. Todos los personajes se ven arrastrados hacia un desenlace que, aunque incierto, promete marcar un antes y un después dentro de La Promesa.

El espectador es empujado a reflexionar: ¿qué significa realmente la salvación cuando proviene de alguien en quien no se puede confiar? ¿Es preferible aceptar la ayuda de un enemigo si con ello se gana una vida? La figura del Capitán Garrapata, con su mezcla de villanía y oportunismo, coloca a todos en un terreno incómodo donde la necesidad se impone sobre el orgullo.

En conclusión, este episodio abre una de las tramas más intensas y dramáticas de la serie. La enfermedad de Petra, el viaje desesperado por el suero y la posible intervención de Lorenzo de la Mata construyen un relato cargado de tensión, incertidumbre y dilemas morales. En medio del dolor y la esperanza, lo que se plantea es una verdad ineludible: en La Promesa, hasta los villanos más oscuros pueden convertirse en salvadores, aunque su ayuda nunca llegue libre de condiciones.