LORENZO PAGA SUS PECADOS Y SE HACE JUSTICIA || CRÓNICAS de #LaPromesa #series

🔴 SPOILER: ‘La Promesa’ — Lorenzo paga sus pecados y la justicia finalmente llega

El capítulo más reciente de La Promesa se ha convertido en uno de los más intensos de toda la serie, un episodio en el que la tensión se palpa en cada escena y en el que finalmente los pecados de Lorenzo de la Mata comienzan a tener consecuencias. El capitán, símbolo de crueldad, abuso y manipulación, parece haber agotado la paciencia de todos, especialmente de Curro, quien tras años de humillación se encuentra al borde de romper su silencio y actuar en nombre de la justicia, no solo la suya, sino también la de su madre, Eugenia Izquierdo. Lo que hasta ahora era una lucha de resistencia se transforma en una batalla por la dignidad, la memoria y el equilibrio moral de La Promesa.

Desde los primeros minutos, la serie nos sitúa en un ambiente cargado de ironía y tensión. Lorenzo, fiel a su carácter soberbio y cruel, pasea por los jardines del palacio con Ángela, su nueva víctima, mientras obliga a Curro a seguirlos como si fuera un sirviente o un centinela de su propio dolor. La escena es un reflejo de su sadismo: disfruta humillando al joven, observando su impotencia y alimentando su rencor. Ángela, por su parte, intenta mantener la compostura, pero el asco y la indignación son imposibles de disimular. El gesto de Curro, firme y contenido, anuncia que algo está a punto de quebrarse.

Lorenzo no se esconde ya tras las apariencias. Las amenazas veladas han quedado atrás; ahora busca el sometimiento público. Quiere recordar a todos que sigue siendo el capitán, el hombre con poder sobre la vida y la reputación de cuantos lo rodean. Sin embargo, lo que no sospecha es que su propia caída se acerca. La serie retrata con maestría el cambio de equilibrio entre víctima y verdugo: mientras Lorenzo sigue disfrutando de su crueldad, la rabia de Curro crece silenciosamente, preparando el terreno para un estallido inevitable.

El drama se intensifica cuando entra en escena Leocadia, la llamada postiza, madre de Ángela. Ella, atrapada por el miedo, ha dejado de ser la mujer fuerte que solía manipular a su hija. Ahora vive aterrorizada por las amenazas de Lorenzo, quien guarda secretos capaces de destruirla. Él sabe que Leocadia participó, de manera indirecta, en la muerte de Jana Expósito, un crimen que sigue pesando sobre varias conciencias en el palacio. Además, la chantajea con algo aún más personal: revelar ante la nobleza que su hija está enamorada del bastardo de los Luján, una mancha que podría arruinar su reputación y su posición. El miedo a que todo salga a la luz convierte a Leocadia en una marioneta del capitán, capaz incluso de sacrificar la felicidad de Ángela para mantener su silencio.

Pero el guion nos recuerda que en La Promesa la justicia, aunque tarde, siempre encuentra su camino. Lo que Lorenzo no prevé es que el amor y la desesperación pueden convertir a un hombre como Curro en su propio juez. Cuando alguien siente que le arrebatan lo único que ama, el miedo cambia de bando. Curro, que ya denunció en el pasado los negocios ilegales del capitán —el contrabando de armas y su tráfico con el ejército—, vio cómo el poder y las influencias lo salvaban de la cárcel. Aquella frustración se mantiene viva en él, alimentada por años de impotencia. Ahora, en los jardines del palacio, siente que su paciencia ha llegado a su límite. No hay leyes, ni jerarquías, ni temor que detengan el deseo de justicia.

El narrador del episodio plantea la gran pregunta que atraviesa todo el capítulo: ¿seguirá Lorenzo triunfando con su juego sucio, o será Curro quien finalmente imparta justicia divina? La historia se encamina hacia un punto de no retorno. Las humillaciones, los abusos, los chantajes y las muertes que Lorenzo ha dejado tras de sí forman una cadena de dolor que pide redención. Su víctima más grande fue Eugenia Izquierdo, la madre de Curro, a quien destruyó física y emocionalmente durante años, provocando su locura y su ruina. El destino parece haber tejido un desenlace inevitable: que sea su propio hijo quien lo enfrente, cerrando el ciclo de sufrimiento con un acto simbólico de justicia.

Pero como bien recuerda el narrador, en La Promesa la venganza nunca sale limpia. La serie ha demostrado en otras tramas que intentar equilibrar la balanza del bien y el mal por mano propia puede tener un precio altísimo. Los paralelismos son evidentes: el caso del varón de Linaja, cuyos secretos fueron enterrados en un barranco, o el de Juan Izquierdo, padre de la marquesa, cuyo final sangriento sirvió para liberar a otros personajes de su opresión. En ambos casos, la justicia fue poética, pero también manchada de tragedia. Curro, movido por el dolor, podría repetir el mismo patrón.

El dilema moral de Curro se convierte así en el eje del capítulo. No se trata solo de si puede acabar con Lorenzo, sino de si debe hacerlo. La venganza podría ofrecerle un instante de paz, pero también condenarlo para siempre. Su rabia está justificada, su causa es noble, pero el precio de la justicia personal suele ser el alma. La serie nos deja con esa incertidumbre: el rostro de Curro endurecido, la mirada fría de Lorenzo, y un silencio cargado de presagio. Todo indica que el enfrentamiento final está cerca.

El episodio cierra con una reflexión que define a La Promesa: en un mundo donde los poderosos parecen impunes, la justicia divina no siempre se manifiesta con la ley, sino con las manos de quienes han sufrido. Si el destino ha querido que el hijo de Eugenia sea el instrumento de esa justicia, entonces el universo encontrará su equilibrio. Y aunque la venganza nunca trae redención, el público no puede evitar desear que esta vez el mal reciba su merecido.

Así, el capítulo deja el corazón en un puño. Lorenzo de la Mata, el capitán que ha sembrado el miedo y la desgracia, está más cerca que nunca de pagar por todos sus crímenes. Y en ese ajuste de cuentas, La Promesa confirma una vez más por qué es una de las ficciones más impactantes de la televisión española: por su capacidad de convertir el dolor en justicia, la rabia en redención y el amor en la chispa que enciende la esperanza en medio del horror.