LA PROMESA Avance Capítulo 695 lunes 13 octubre SAMUEL y el adiós a PETRA #lapromesa

El lunes en La Promesa, el destino vuelve a golpear con fuerza, dejando al descubierto las heridas más profundas del palacio. Petra, una de las figuras más queridas del servicio, se encuentra al borde del final, mientras la esperanza se desvanece entre los pasillos cargados de silencio y preocupación. Todo comienza con la desesperación de los criados, que luchan contra el tiempo para salvarla. Manuel, decidido a no rendirse, recurre al avión de su amigo para traer desde Sevilla el suero que podría devolverle la vida. Es la última posibilidad, la única esperanza que queda. Pero el viaje es complicado y caro. Lorenzo, con su habitual frialdad, logra establecer contacto para conseguir el medicamento, aunque el coste de la operación es desorbitado. Aun así, lo intenta, sin imaginar que el suero, una vez administrado, no surtirá el efecto esperado.

El ambiente en La Promesa se vuelve denso, sombrío, cargado de una tristeza que ninguno logra ocultar. Todos en el servicio se preparan para lo peor. Samuel, el más afectado de todos, enfrenta la realidad con los ojos nublados por el dolor. El sacerdote es llamado para administrar la extremaunción. La escena es sobrecogedora: el murmullo de las oraciones, el llanto contenido de las criadas y la mirada vacía de Samuel, incapaz de aceptar que está a punto de perder a quien tanto ama. Petra, débil, apenas puede respirar. Sus manos tiemblan, pero aún busca el contacto de Samuel, que le toma la mano con ternura. En ese instante, todo el ruido del mundo parece apagarse.

Horas más tarde, el médico del palacio anuncia lo que todos temían: no hay nada más que hacer. La medicina no ha funcionado y la vida de Petra se apaga lentamente. Samuel se queda solo junto a su lecho, hablándole en voz baja, recordándole los momentos que compartieron, las risas, los silencios, las promesas que ya no podrán cumplirse. Es un adiós sin palabras, un adiós que duele más que la muerte misma. En los pasillos, los criados contienen las lágrimas mientras el silencio lo envuelve todo. Petra, símbolo de entrega y fortaleza, deja tras de sí un vacío imposible de llenar.

Mientras el drama sacude los cimientos del servicio, otros conflictos se desarrollan en las altas esferas del palacio. Leocadia, presionada por Lorenzo, se ve obligada a aceptar su insistencia para que planifique cuanto antes su boda con Ángela. A pesar de las súplicas de su hija, que pide una prórroga, Lorenzo se mantiene inflexible: el enlace será dentro de tres meses, sin demoras ni excusas. Quiere sellar su unión a toda costa, convencido de que el matrimonio consolidará su posición. Sin embargo, bajo esa aparente determinación se oculta el miedo a perder el control, un miedo que solo Leocadia parece notar.

Por otro lado, la tensión también se refleja en la familia Luján. Curro debe enfrentar las consecuencias del intento de robo a Leocadia, un acto desesperado que amenaza con destruir lo poco que ha conseguido reconstruir. Su arrepentimiento es sincero, pero las consecuencias son graves. Los rumores se extienden por el servicio, y aunque algunos lo defienden, otros creen que su suerte está echada. Manuel, consciente de la gravedad del asunto, intenta interceder, pero su prioridad sigue siendo salvar a Petra. Su rostro refleja la angustia de un hombre que carga con demasiadas responsabilidades: la del líder, la del amigo, la del salvador imposible.

Mientras tanto, la joven Leonor vive un momento de confusión. A diferencia de Lorenzo, que solo piensa en su boda, ella tiene la cabeza en otra parte. Una misteriosa llamada telefónica ha perturbado su ánimo, y aunque intenta disimular, su inquietud es evidente. Nadie sabe quién la contactó ni qué palabras escuchó, pero desde entonces no ha vuelto a ser la misma. Sus ojos revelan un secreto que la atormenta y que pronto podría cambiarlo todo.

En otro rincón del palacio, Pía recibe una carta de Ricardo. En ella, el hombre explica las razones de su partida, un mensaje cargado de nostalgia y arrepentimiento. Santos, al enterarse de la noticia, se llena de esperanza. Cree que su padre le ha dejado una pista sobre su paradero, y esa idea enciende en ella una chispa de ilusión. Sin pensarlo demasiado, decide marcharse del palacio, convencida de que podrá encontrarlo. Nadie imagina que su decisión traerá nuevas complicaciones y que su búsqueda podría ponerla en peligro.

La jornada en La Promesa se convierte así en una mezcla de dolor, despedidas y decisiones cruciales. Los criados lloran la inminente pérdida de Petra, símbolo de lealtad y coraje, mientras los señores del palacio siguen enredados en sus propios intereses, sin comprender que la tragedia los iguala a todos. En la penumbra de los pasillos, Samuel, devastado, se sienta junto a la cama vacía. Entre sus manos, un pañuelo bordado con las iniciales de Petra es todo lo que le queda. Cierra los ojos y murmura una oración, sabiendo que el amor que sintió por ella nunca morirá.

La cámara, imaginariamente, recorre los rostros de quienes la conocieron: Luján, Teresa, Pía, incluso Leocadia, que en silencio deja caer una lágrima que jamás admitiría haber derramado. Petra fue más que una criada; fue el alma de la casa, el corazón que unía a todos pese a sus diferencias. Su ausencia marcará un antes y un después en La Promesa.

El episodio del lunes promete ser uno de los más emotivos de toda la serie. El adiós a Petra no solo representa la pérdida de un personaje querido, sino también el fin de una etapa. La vida en el palacio continuará, pero nada será igual. Samuel deberá aprender a vivir con el vacío, y los demás, con la certeza de que incluso en los muros más imponentes, el dolor se abre paso.

Mientras tanto, el destino de Leocadia, Lorenzo y Ángela sigue su curso, con una boda en el horizonte que promete más conflictos que felicidad. Y en medio de todo, las sombras del pasado amenazan con volver a envolver La Promesa, recordando a todos que, aunque la vida continúe, algunas heridas jamás se cierran.