EL REGRESO DE RICARDO CON UNA GRAN NOTICIA || CRÓNICAS de #LaPromesa #series

En La Promesa, el regreso de Ricardo Pellicer se convierte en una noticia que sacude los cimientos del palacio. Nadie lo esperaba, y mucho menos su hijo Santos, que se debate entre la culpa y el remordimiento. Pero para comprender la magnitud de este retorno, es necesario volver atrás y repasar los secretos, las mentiras y los silencios que han marcado a esta familia desde hace meses. Porque nada en la historia de los Pellicer es lo que parece, y la verdad, cuando salga a la luz, podría cambiarlo todo.

Ricardo se marchó de La Promesa recientemente, cansado del desprecio de su hijo y del dolor de vivir lejos de Pía Adarre, la mujer que ama en silencio. Su partida dejó un vacío profundo. Pía sufre en silencio, sin fuerzas para esconder su tristeza, mientras Santos se muestra desconcertado, llorando por la ausencia de su padre. Sin embargo, muchos en el servicio comienzan a sospechar que sus lágrimas no son de pena, sino de culpa. Algo en su comportamiento no encaja. Quienes lo conocen saben que Santos no es un hombre que se deje llevar por los sentimientos sin motivo. Su repentina tristeza parece esconder una verdad más oscura.

Todo comienza a aclararse cuando recordamos su regreso a la Promesa en el capítulo 632. Santos había desaparecido junto a su madre, Ana, conocida por todos como “la sombrerera loca”. Durante meses, no se supo nada de ellos. Hasta que un día, sin previo aviso, Santos volvió al palacio. Su llegada sorprendió a todos, especialmente a su padre. Ricardo lo recibió con una mezcla de emoción y desconfianza. Sin embargo, lo más inquietante fue la explicación que Santos ofreció: dijo simplemente que su madre estaba bien y que él había decidido regresar por su cuenta. Ni una palabra más. Nada sobre dónde habían vivido, ni por qué había tardado tanto, ni qué había sido realmente de Ana. Fue una escena gélida, llena de silencios incómodos, como si escondiera algo imposible de confesar.

Desde entonces, Santos se comportó con un resentimiento creciente hacia su padre. Lo trató con desprecio, lo humilló frente a los demás criados y lo ridiculizó incluso delante de Ballesteros, el nuevo mayordomo, apodado “el Rasputín”. Lo acusó de favoritismo, de debilidad, de ser un estorbo. Cada palabra suya era un golpe. Y Ricardo, paciente, solo intentaba mantener la calma, convencido de que el amor hacia Pía y el deseo de proteger a su familia lo justificaban todo. Pero la ironía del destino es cruel: el mismo hijo que ahora llora por la partida de su padre fue quien más hizo para empujarlo fuera del palacio.

Cuando Ricardo decidió marcharse, lo hizo con un propósito noble. Sabía que mientras él permaneciera en La Promesa, Pía no podría regresar desde Aranjuez, donde había sido enviada por órdenes de Rasputín. Su salida era un sacrificio de amor, una forma de allanar el camino para que ella volviera junto a su hijo y recuperara su lugar. Fue un gesto silencioso, heroico, propio de un hombre que ama sin condiciones. Pero lo que nadie esperaba era la reacción de Santos. Lo vimos llorar, confundido, buscando consuelo en aquellos a quienes antes había despreciado. López, Vera y Candela comentaban en voz baja lo extraño de su actitud. Incluso Pía, con la serenidad que la caracteriza, lo enfrentó: ¿cómo podía lamentar la marcha de su padre cuando había sido él mismo quien lo había empujado a hacerlo?

Ahí nació la gran sospecha: Santos Pellicer podría estar ocultando un secreto devastador. La teoría que circula entre los más atentos seguidores de la historia es clara: Santos mintió. Cuando regresó al palacio, su madre Ana ya podría haber muerto. Al quedarse solo, no tuvo más remedio que volver a La Promesa. Pero, en lugar de confesar la verdad, prefirió mentir. Dijo que Ana seguía viva, que todo estaba bien, para mantener una ilusión que le beneficiaba. ¿Por qué? Porque si Ricardo descubría que era viudo, quedaría libre para rehacer su vida junto a Pía Adarre. Y eso, para Santos, sería insoportable.

Santos nunca ha soportado ver a Pía feliz. Ella representa todo lo que él no es: nobleza, fortaleza y dignidad. Es la figura que lo confronta con sus propios fracasos. Su odio hacia ella es, en realidad, un reflejo de su propia frustración. Por eso, ocultar la muerte de su madre sería su venganza perfecta. Una manipulación tan cruel como efectiva. Mientras todos pensaban que actuaba movido por el dolor, él solo buscaba mantener separados a Ricardo y Pía, alimentando su propio poder en el juego de engaños del palacio.

Sin embargo, la historia no termina ahí. En las últimas semanas, ha corrido el rumor de que el actor que interpreta a Ricardo, Carlos de Austria, ha abandonado temporalmente la serie. Se sabe que grabó un vídeo despidiéndose del público y reflexionando sobre su personaje, pero algo ha llamado la atención de los seguidores más fieles: no hubo escena de despedida en el rodaje. Nadie le entregó el tradicional ramo de flores, nadie aplaudió su última toma. Y en La Promesa, eso nunca es un detalle menor. Cuando un personaje se marcha sin esa despedida simbólica, suele significar que su historia no ha terminado.

Ya ha ocurrido antes. Santos mismo desapareció por meses junto a su madre, y tiempo después volvió de manera repentina, sin explicación. Lo mismo sucedió con Teresa Villamil, que se marchó a Estados Unidos y más tarde regresó inesperadamente. Todo apunta, entonces, a que Ricardo podría volver. Y cuando lo haga, su regreso no será tranquilo. Será un terremoto que pondrá a prueba a todos en La Promesa.

Imaginemos el escenario: Ricardo regresa meses después, tras haber descubierto la verdad sobre Ana. Descubre que su esposa murió hace tiempo y que su hijo Santos lo sabía todo. Que le mintió deliberadamente para impedirle ser feliz con Pía. El golpe sería devastador, pero también liberador. Por primera vez, Ricardo podría vivir sin cadenas. Su amor por Pía renacería con más fuerza, esta vez sin culpa, sin impedimentos, sin secretos. La justicia poética que tantos han esperado se cumpliría al fin: dos almas nobles, heridas por la vida, unidas de nuevo por la verdad.

El regreso de Ricardo no solo significaría una reconciliación sentimental, sino también el desmoronamiento del mundo de Santos. Su mentira quedaría expuesta, su poder, destruido. Rasputín y Leocadia perderían influencia, y el equilibrio de La Promesa se rompería para siempre. Lo que comenzó como una historia de resentimiento se transformaría en una de redención.

Y así, cuando Ricardo cruce de nuevo las puertas del palacio, no será el mismo hombre que se fue. Volverá con la dignidad de quien ha sufrido y perdonado, con la fuerza de quien ha conocido la verdad. Su regreso será el símbolo de que, en La Promesa, el amor verdadero puede renacer incluso después de la traición. Y tal vez, solo tal vez, Pía y Ricardo puedan finalmente escribir el final feliz que el destino les negó durante tanto tiempo.