Una Nueva Vida 87: Seyran sueña con hijos, Ferit llora por ella: el secreto que rompe todo!
Título: “Ferit, entre la verdad, la traición y la ruina del yalı”
La tensión en el yalı Korhan alcanza su punto más alto cuando Ferit, agotado por la presión, se derrumba físicamente y emocionalmente. Su desmayo no es un simple episodio de debilidad, sino el reflejo del peso insoportable que carga: la supervivencia económica de la familia y el honor del apellido Korhan. Sin embargo, Seyran, cegada por la desconfianza y la ira, interpreta ese colapso como una excusa para evadir responsabilidades. Lo arrastra a su habitación, sin percatarse de que el hombre frente a ella ya está quebrándose por dentro. Allí, la discusión se enciende como fuego en leña seca: Seyran jura que nunca permitirá hipotecar la mansión, el corazón del legado familiar. Para ella, esa casa es la memoria viva de su historia, el refugio de cada lágrima y cada victoria. Ferit promete buscar otra salida, pero en realidad solo piensa en una: convencer a Suna de aceptar la hipoteca.
Esa noche, la tensión se traslada al jardín, donde Ferit presencia cómo Tayfun acosa a Betül. En un acto impulsivo, interviene para defenderla, provocando un escándalo que reúne a toda la familia. Tayfun intenta justificarse diciendo que son viejos amigos, pero su mentira apenas oculta la incomodidad que invade a todos. Orhan escolta a Betül a su habitación, donde ella confiesa haber sido víctima de amenazas constantes por parte de Tayfun. Aunque Orhan no termina de creerle, algo en su interior se fractura: la sospecha de que entre ellos hubo un vínculo oculto cobra fuerza. Pero, en lugar de confrontarla, elige callar, sabiendo que cualquier reacción precipitada podría desatar un conflicto aún más devastador.
Esa decisión lo consume. Poco después, Orhan confirma sus sospechas y se lo confiesa a Gülgün. Ella no se sorprende: hacía tiempo que percibía una relación turbia entre Betül y Tayfun. Sin embargo, lo que realmente la perturba es el reencuentro emocional con Orhan. Entre ambos renace una atracción contenida, una nostalgia que la empuja a soñar con una segunda oportunidad. Pero decide no ceder mientras la sombra de Betül y su hijo siga pesando sobre ellos.

Mientras tanto, Ferit sigue sumido en su conflicto interior. Suna y Abidin lo visitan tras su desmayo, pero la calma dura poco: Seyran revela que su verdadero propósito era hipotecar el yalı. Abidin se siente traicionado; no puede comprender cómo Ferit pensó en comprometer una propiedad que pertenecía a Suna. Aunque Ferit intenta justificarse, su credibilidad se desmorona. Lo que antes era una unión de confianza comienza a resquebrajarse lentamente.
En una escena de aparente serenidad, Suna y Seyran conversan junto al mar. Suna guarda un doloroso secreto: el médico le confirmó que ella está sana, pero su hermana casi no tiene posibilidad de ser madre. No se atreve a confesarlo. Seyran, llena de sueños, habla de los hijos que algún día jugarán juntos en el jardín familiar. Cada palabra suya hiere a Suna, que disimula con una sonrisa mientras su corazón se desangra en silencio.
A la mañana siguiente, Ferit intenta manipular la situación. Visita a Suna con un tono amable, pero su objetivo es convencerla de aceptar la hipoteca. La lleva al médico, habla del sacrificio y la familia, buscando tocarle el alma. Suna comprende sus intenciones, pero calla, consciente de que cualquier respuesta la comprometerá aún más. La mansión deja de ser solo un edificio para convertirse en un símbolo: la frontera entre la lealtad y la traición.
En otra ala del yalı, Halis Korhan observa con ojo clínico todo lo que ocurre. No pasa por alto el escándalo del jardín y reprende con dureza a Orhan por no haber actuado contra Tayfun. Para él, el honor familiar está en juego, y su hijo, al no intervenir, ha fallado como heredero. Esa humillación pesa como una condena sobre Orhan.
Ferit, sin embargo, no abandona su propósito. Vuelve al hospital con Suna y, entre palabras calculadas, insiste en la necesidad de sacrificarse por la familia. En medio de esa manipulación emocional, el destino le juega una trágica ironía: los resultados médicos revelan que Seyran es quien no podrá tener hijos. El secreto se convierte en un cuchillo que divide a las hermanas. Cuando Seyran llega al hospital y exige saber la verdad, Suna miente para protegerla: asegura que es ella quien no puede concebir. Seyran la abraza conmovida, sin imaginar que esa mentira será el inicio de una cadena de tragedias.
Mientras tanto, en el restaurante, Kazım intenta sabotear las entrevistas de Esme, convirtiendo su actitud en un desafío público. Gülgün y Orhan se reúnen aparte, y él confiesa su decisión de hacerse una prueba de paternidad. Si el resultado confirma que no es el padre del hijo de Betül, su vida podría empezar de nuevo junto a Gülgün.
Ferit, por su parte, continúa enredado entre el deber y el deseo. Habla con Halis con determinación y logra ganarse su respeto. El patriarca, sorprendido por su madurez, decide entregarle el anillo de agha, símbolo del liderazgo familiar. Pero ese ascenso desata la envidia de Orhan, que se siente relegado. Abandona la mesa, dejando tras de sí una sombra helada.
Mientras tanto, Çiçek entra en escena con una identidad falsa. Finge ser una empresaria y se gana la confianza de Esme, obteniendo información clave sobre la familia. Sabe que cada palabra será un arma contra los Korhan.
La noche culmina con Suna, devastada por la culpa, aceptando hipotecar el yalı. Lo hace en secreto, convencida de que así protegerá a su hermana. Ferit, aunque agradecido, sabe que ese pacto silencioso puede destruirlos a todos. Y mientras Seyran sueña con un futuro junto a él, Suna se ahoga en la carga de una mentira que no podrá sostener mucho tiempo.
Cuando Orhan recibe los resultados de la prueba, la verdad lo golpea sin piedad: el hijo que espera Betül no es suyo. Para no quedar humillado ante su padre, decide callar y fingir lo contrario. Ese silencio se convierte en su condena. Betül, al ver su vulnerabilidad, lo manipula con frialdad.
Por otro lado, Suna, creyendo que actúa por amor, firma los documentos con Sadık, sin saber que en realidad está entregando la mansión a Çiçek. Ese error ingenuo sella el destino de la familia Korhan. En cuanto Çiçek obtiene el control, detiene los envíos de piedra que eran la única salvación económica de Ferit.

En el yalı, la inquietud crece. Seyran no encuentra a su marido ni a su hermana, y la sospecha de que ambos le ocultan algo se clava en su corazón. Mientras tanto, la familia se sumerge en una cena tensa en la que Orhan, con voz quebrada, declara ser el padre del hijo de Betül, desatando el caos.
Lejos de allí, Abidin recibe una revelación que lo paraliza: una mujer se cruza en su camino y le dice que es su madre. Es Çiçek. Ese descubrimiento cambia para siempre la historia.
Y cuando todos creen que han tocado fondo, Seyran descubre lo impensable: que Suna hipotecó el yalı sin decírselo. En ese instante, los secretos acumulados estallan. El amor, la lealtad y la verdad se desmoronan al mismo tiempo.
Las grietas del yalı, invisibles hasta entonces, se abren con fuerza. La familia Korhan, orgullosa de su linaje y su honor, camina sin saberlo hacia su destrucción. Porque en esa casa, cada sacrificio se paga con una traición, y cada mentira, con una nueva pérdida.
La ruina no llega con un grito, sino con un susurro: el del viento que atraviesa las paredes del yalı, donde una familia poderosa empieza a desmoronarse bajo el peso de sus propios secretos.