La Promesa – Avance del capítulo 700: Leocadia, centro de todas las sospechas
Avance ‘La Promesa’: Leocadia, centro de todas las sospechas (capítulo 700, lunes 20 de octubre)
El capítulo 700 de La Promesa, que se emitirá este lunes 20 de octubre en La 1, promete momentos de tensión que harán que cada espectador contenga la respiración. Desde el primer rayo de sol filtrándose por los ventanales de la mansión, el ambiente estaba cargado de una energía eléctrica, casi insoportable. Cada rincón parecía susurrar secretos, y los habitantes del palacio caminaban al borde de un precipicio invisible: no sabían si caerían en la desesperación o aprenderían a enfrentarse a las verdades que se avecinaban. Los secretos guardados durante semanas, como semillas escondidas bajo tierra, estaban a punto de germinar, y su crecimiento amenazaba con arrasar la calma que todavía quedaba.
En el centro de todo este torbellino estaba Adriano, cuya ansiedad no le permitía respirar con normalidad. La carta de Catalina, oculta en el bolsillo interior de su chaqueta, se sentía como una piedra caliente contra su pecho, recordándole la confianza depositada en él y el riesgo que ambos corrían. Cada día que pasaba sin entregarla, cada minuto de retraso, le provocaba un malestar creciente. Sabía que esa carta no podía permanecer más tiempo bajo su custodia: era un artefacto peligroso, una bomba de tiempo que requería ser puesta en manos seguras. Contratar un detective privado parecía la única salida, pero la idea de involucrar a un desconocido despertaba su paranoia: ¿y si alguien más estaba manipulando la situación, ya sea Lorenzo o, peor aún, Leocadia?
Leocadia, con su sonrisa siempre perfecta y su calma inquietante, se había convertido en el epicentro de sus temores. Fue en uno de los pasillos principales que Adriano se encontró con ella. Su caminar, sereno y majestuoso, era similar a la quietud de una araña esperando a su presa en el centro de su tela. —Adriano, querido, te noto preocupado —dijo Leocadia con voz de terciopelo, cargada de un filo que él sintió inmediatamente—. ¿Hay algo que te perturbe? Sabes que puedes confiar en mí. La ironía de sus palabras hizo que Adriano contuviera un rastro de risa amarga. Confiar en ella, la mujer que movía los hilos del destino de Ángela con calculada frialdad, parecía imposible.
Pero una idea surgió de su desesperación: quizá la mejor manera de descubrir la verdad era exponerse a la vista de su enemiga. Con cuidado, confesó que había contratado a un investigador privado para entregar un documento crucial sin levantar sospechas. Leocadia, con una ceja arqueada y curiosidad perfectamente contenida, escuchó atentamente y finalmente aceptó ayudar, prometiendo discreción. La oferta parecía un milagro, pero Adriano sentía que estaba jugando con fuego. Al entregarle la carta con instrucciones, sintió que acababa de poner el arma más poderosa en manos del enemigo.
Horas más tarde, la confirmación de sus peores temores llegó sin aviso. Martina, quien mantenía una discreta vigilancia sobre Leocadia, la vio reunida con Lorenzo en la biblioteca. El sonido de un papel rasgándose reveló que la carta había desaparecido y que Adriano había caído en la trampa de Leocadia. La joven observadora comprendió que la misiva no solo no sería entregada, sino que había sido destruida. El impacto fue devastador: Adriano había confiado en la persona equivocada, y el juego estaba completamente en manos de Leocadia.
Mientras tanto, Curro lidiaba con otra presión: la idea de proponerle a Ángela que se casara con Beltrán para evitar su matrimonio con Lorenzo. Sentía que caminaba sobre un alambre, con Leocadia empujándolo en direcciones opuestas y manteniéndolo atrapado en un laberinto de manipulación sutil y constante. Encontró a Ángela en el jardín y, con la voz temblorosa, le explicó su plan. Sin embargo, ella percibió la verdad: no se trataba de protegerla, sino de un juego de Leocadia, quien buscaba mantener el control sobre su hija y aislarla de quienes podrían ofrecerle apoyo genuino. La reacción de Ángela fue inmediata y fulminante: denunció la manipulación de su madre y el papel de Curro como instrumento de su maquinación. La desilusión y la ira reemplazaron la confianza, dejando a Curro sumido en un profundo sentimiento de fracaso y culpa.
Consciente de la gravedad de la situación, Curro buscó consejo en Pía, quien le explicó la estrategia maestra de Leocadia: el plan no buscaba solo cambiar un matrimonio por otro, sino debilitar los vínculos de Ángela con sus aliados y aumentar su dependencia de su madre. La revelación fue un golpe demoledor: Curro había sido utilizado como arma para herir emocionalmente a Ángela, y la maestría de Leocadia en la manipulación quedaba expuesta en toda su crueldad.
En medio de las intrigas y traiciones, un rayo de esperanza brilló en la vida de Vera. Una carta de Federico, lejos de contener amenazas o mentiras, expresaba su aceptación de los errores pasados y la liberación de cualquier control sobre ella. La joven, al leerla, sintió cómo un peso se levantaba de sus hombros y, con el corazón ligero, corrió hacia Lope para reconciliarse. El encuentro fue un momento tierno y significativo: el beso que compartieron no era apasionado, sino cargado de ternura y promesas de un nuevo comienzo, simbolizando la victoria de la sinceridad y la libertad sobre el miedo y la manipulación.

En otro ámbito, Petra enfrentó un regreso frío y revelador al servicio. Su enfermedad la había mantenido aislada, pero la realidad fue un golpe brutal: los compañeros la recibieron con cautela, no con cariño. Samuel le recordó sin piedad la reputación de su pasado, donde su crueldad y manipulación habían dejado cicatrices profundas en todos los que la rodeaban. Petra entendió que la redención sería ardua y que su camino hacia la aceptación no sería fácil.
Simultáneamente, Pía descubrió indicios de que María Fernández podría estar embarazada. La joven reaccionó con negación y pánico, pero su comportamiento confirmó las sospechas. La verdad, aunque aún oculta oficialmente, comenzaba a germinar en su interior, prometiendo cambios significativos en su vida y en la dinámica de quienes la rodean.
Por último, en el hangar, Manuel se enfrentó a la revelación de un engaño que había pasado desapercibido: Enora, con su cojera aparente, había manipulado su compasión para evitar el trabajo. La observación detallada de Manuel reveló que su lesión era selectiva, actuando solo cuando convenía, y que toda su postura de víctima era una farsa cuidadosamente construida. Al confrontarla, Manuel desmanteló la máscara de Enora, dejando al descubierto su manipulación y preparando el terreno para una conversación definitiva que cambiaría el equilibrio de poder en el hangar.
Entre cartas desaparecidas, manipulaciones frías, amores que florecen y secretos al descubierto, el capítulo 700 de La Promesa se perfila como un episodio intenso y revelador. Cada personaje se enfrenta a traiciones, decisiones cruciales y a la exposición de verdades incómodas, mientras Leocadia se erige, más que nunca, como el centro de todas las sospechas y la fuerza que mueve las piezas de un tablero mortal.