LA PROMESA EN CRISIS: SIN RUMBO Y SIN BODA La Promesa Capítulo Review
Vamos, Ángel, habla. Desahógate, pero no te quedes callada. Cuéntame qué te pasa.
En los últimos episodios de La Promesa, la tensión narrativa ha alcanzado niveles inesperados y, al mismo tiempo, un tanto desconcertantes. Ángela sigue atrapada en un laberinto de emociones y decisiones, mientras la trama general parece carecer de rumbo definido. La boda que se prometía como un punto central de conflicto, en este momento no se concreta, ya que Ángela no logra congeniar con Beltrán. La situación provoca que la narrativa se sienta estancada, afectando el ritmo que antes mantenía enganchados a los espectadores con la tensión entre Leocadia y Lorenzo. La llegada de Beltrán, en cierto modo, se percibe como un interludio; su presencia funciona casi como una pausa temporal, como si Lorenzo hubiera salido de vacaciones, y los episodios con este personaje parecen servir para llenar espacio hasta que Lorenzo retome la acción y busque impedir la boda.
Aun así, la introducción de Beltrán no deja de ser interesante. Es lógico y coherente que Ángela, incluso si siente afecto por él, no se lance inmediatamente a una relación formal. La progresión natural de los personajes requiere tiempo, y el desarrollo de esta trama, aunque lenta, tiene sentido dentro del universo de la serie. Sin embargo, llama la atención la ausencia de interacciones significativas entre Beltrán y Lorenzo, lo que reduce la tensión y hace que los episodios se perciban menos dinámicos de lo que podrían.

Por otro lado, resulta impactante conocer que la producción está grabando el episodio 732 mientras que en pantalla apenas se emiten los 703 y 704. La diferencia de tan solo treinta episodios de margen es realmente sorprendente y demuestra la intensidad con la que se maneja la producción. Con tiempos de postproducción y montaje incluidos, mantener un margen tan reducido implica una presión enorme sobre el equipo. Esto explica por qué algunas tramas pueden sentirse menos pulidas: el tiempo para el montaje y la revisión de guion es limitado, y cualquier pequeña pausa o desaceleración en la narrativa puede amplificarse en pantalla. Algunos espectadores incluso han sugerido que una semana de descanso permitiría al equipo recuperar energía, ajustar tramas y mejorar la calidad del contenido, lo que no solo beneficiaría a la producción, sino que también mejoraría la experiencia del espectador.
En cuanto a las tramas secundarias, el panorama es mixto. La carta de Catalina, por ejemplo, promete intriga pero podría terminar siendo un callejón sin salida. Muchos seguidores especulan que fue escrita por Martina con el objetivo de desviar la atención de Adriano hacia otros asuntos. Aunque esta posibilidad tiene sentido dentro del contexto del personaje, lo importante es que la serie ofrezca alguna resolución visible para el espectador. Que se confirme la autoría de la carta, aunque no tenga consecuencias dramáticas inmediatas, proporcionaría un cierre necesario para no dejar la historia flotando sin sentido.
Otro ejemplo de tramas secundarias en riesgo de quedarse sin rumbo es la de Enora. Su historia, que comenzó con secretos y robos supuestamente por el bien familiar, no ha demostrado progresar de manera significativa. La relación con Manuel, a pesar de la confianza que él le ofrece desde el primer momento, parece estancada. La falta de desarrollo sugiere que su trama podría no conducir a ningún desenlace sustancial, y que la interacción entre personajes secundarios se repite sin avanzar. En este sentido, muchos opinan que lo más adecuado sería retirar a Enora y a Toño de la narrativa principal y permitir que otros personajes tomen protagonismo en nuevas tramas, evitando así la saturación de historias que no aportan al avance general.
Entre las tramas que sí tienen sustancia se encuentra la de Petra. La evolución de su personaje, que inicialmente parecía superficial, ahora ofrece un arco de redención sólido y convincente. Las recaídas y conflictos que enfrenta Petra justifican su desarrollo a lo largo de cientos de episodios y muestran un crecimiento personal que resulta gratificante para el espectador. Además, sus interacciones con Santos y otros personajes generan momentos de alegría y satisfacción emocional, haciendo que su historia, aunque a veces sin rumbo definido, sea agradable de seguir y aporte dinamismo a la serie.
Contrario a esto, las historias de Vera y Jacobo presentan mayores problemas de coherencia y utilidad narrativa. Vera, pese a ser introducida como un personaje prometedor, termina estancada en situaciones que no aportan significativamente al desarrollo de la trama. Jacobo, por su parte, carece de un propósito claro; su conflicto con Leocadia y sus roces con Martina no logran consolidar una línea argumental interesante, lo que hace que su presencia se sienta innecesaria. La solución más práctica sería cerrar estas tramas o retirar a los personajes, permitiendo que la serie concentre esfuerzos en aquellos hilos narrativos que sí generan interés y progreso.
La trama de María Fernández también genera desconcierto. Su embarazo derivado de un encuentro casual con un mujeriego parece abrir la puerta a un posible triángulo amoroso, lo que podría restarle relevancia a personajes como el padre Samuel, cuya intervención en estos eventos resulta cada vez más limitada y, en ocasiones, redundante. Este desequilibrio narrativo subraya la necesidad de que la serie reorganice sus prioridades y cierre líneas argumentales innecesarias, dando paso a historias más coherentes y satisfactorias para el espectador.
En definitiva, la sensación general es que La Promesa necesita un enfoque más definido. Las tramas secundarias deberían ser ágiles, cerradas y comprensibles, incluso si son simples o breves. La narrativa principal, centrada en Ángela, Beltrán y Lorenzo, requiere equilibrio con estas subtramas para mantener el interés y evitar que los episodios se perciban dispersos o estancados. Cerrar personajes y resolver conflictos de manera clara permitiría que nuevas historias y personajes se incorporen de manera orgánica, manteniendo la frescura de la serie y evitando la saturación de historias inconclusas.
El desafío para los guionistas es ofrecer resoluciones que no necesariamente deben aparecer directamente en pantalla, pero sí deben ser comprensibles para el espectador. Esto aplica tanto a tramas románticas, familiares o de intriga. Si los espectadores comprenden las motivaciones y los desenlaces, aunque sean mínimos, la experiencia narrativa se vuelve más satisfactoria. Por ejemplo, la resolución de la carta de Catalina, los secretos de Enora o los conflictos de Petra contribuyen al sentido general de la historia, mientras que personajes como Vera y Jacobo requieren ajustes para no convertirse en elementos superfluos.
En resumen, la serie está en un momento crítico: combina momentos brillantes, como la redención de Petra y los conflictos internos de Ángela, con tramas que necesitan dirección y cierre. La gestión de personajes secundarios, el ritmo de la producción y la coherencia de las historias son factores que influirán directamente en la calidad de los próximos episodios. Los espectadores esperan no solo drama y emoción, sino también claridad narrativa y resolución de conflictos.
Mientras tanto, los seguidores continúan atentos, comentando y especulando sobre el desarrollo de la serie. Las críticas constructivas y los comentarios sobre el rumbo de las tramas son esenciales para mantener el interés y garantizar que La Promesa siga siendo atractiva y relevante. Cada episodio, cada gesto de los personajes y cada revelación contribuyen a un complejo entramado de relaciones que mantiene a los espectadores enganchados, esperando descubrir qué sucederá en la próxima semana.
Finalmente, el mensaje es claro: cuando no hay rumbo, las subtramas deben ser ágiles y satisfactorias, los personajes deben tener objetivos claros y los conflictos deben resolverse para no perder el interés del espectador. Solo así La Promesa podrá seguir manteniendo su fuerza narrativa y cautivar a quienes la siguen semana tras semana, ofreciendo emociones, giros y satisfacciones que compensen los momentos de estancamiento temporal.