Sueños de Libertad Capítulo Completo 24 de Octubre (El embarazo de Begoña corre peligro)

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En el hospital, el ambiente estaba cargado de un silencio casi insoportable, interrumpido solo por el constante pitido de las máquinas que acompañaban cada respiración débil de Andrés. La luz tenue y el olor a desinfectante acentuaban la sensación de vulnerabilidad que rodeaba la habitación. Allí, junto a la cama del hombre que todos creían perdido, permanecía María, su esposa, inmóvil y firme, con los ojos fijos en él. Desde el accidente, no había dejado su lado ni un instante, como si su presencia pudiera ser suficiente para mantenerlo conectado a la vida.

A su alrededor estaban Damián, amigo y socio de toda la vida, y Marta, la hermana de Andrés. Los tres compartían una mezcla de agotamiento, ansiedad y esperanza que se reflejaba en sus gestos y en cada respiración contenida. Marta, con el rostro marcado por el cansancio, suspiró y se dirigió a María: —María, deberías ir a casa un momento. Necesitas descansar; llevas días sin dormir ni comer bien.

María negó con firmeza, sin apartar la mirada de Andrés: —No puedo dejarlo solo. Tengo que estar aquí cuando despierte.

Damián, que ya no podía contener la frustración, se cruzó de brazos y exclamó: —Esto ya es demasiado. Hemos estado así semanas enteras, y los médicos no nos dan ninguna novedad.

María, con voz temblorosa pero firme, trató de mantener la calma: —Nos pidieron paciencia. Dijeron que hay que esperar, que puede despertar en cualquier momento.

Sueños de libertad': ⁠Begoña, embarazada y arrepentida: ¿y si Gabriel es  igual que Jesús? (Mejores momentos)

Marta, con lágrimas corriendo por sus mejillas, se inclinó sobre la cama y tomó la mano de su hermano: —Queremos verte abrir los ojos, Andrés. Queremos escucharte otra vez. Todos te necesitamos.

El aire se volvió más pesado, cargado de tensión, mientras Damián hacía una señal a María para que lo acompañara al pasillo. Afuera, en un tono más bajo, le habló con preocupación: —María, esta tarde hay una junta urgente. Tenemos que decidir si aceptamos o no la oferta de Maina.

María lo miró con seriedad. —¿Tenemos otra alternativa?

—Podríamos esperar la respuesta de la aseguradora, pero estos italianos no quieren más demoras —explicó Damián—. Si se quedan con el 51% de la empresa, perderíamos el control total.

María reflexionó unos instantes antes de hablar: —Entiendo lo que dices, pero si no aceptamos podríamos terminar en quiebra. Andrés no querría eso, y Julia, su hija, perdería la mitad de su herencia.

Damián, con un tono más firme, replicó: —Prefiero que conserve la mitad a que se quede sin nada. Andrés siempre luchó por proteger lo que construyó. No voy a permitir que todo se pierda.

María comprendió la magnitud de la responsabilidad que recaía sobre ella. Mientras Andrés permaneciera en ese estado, ella debía ser su voz, tomando decisiones que podrían determinar el destino de toda la familia.

Pero justo en ese momento, un grito ahogado interrumpió sus pensamientos. Era Marta, llamando desde la habitación con urgencia: —¡María, rápido, ven!

María corrió de inmediato y, al entrar, vio algo que llenó la habitación de emoción: Andrés había movido ligeramente los dedos. Marta, llorando de alegría, no podía contenerse. Andrés estaba despertando.

María se lanzó hacia él, le tomó la mano y con la voz entrecortada por la emoción le susurró: —Andrés, soy yo, María. ¿Puedes oírme, amor? Estoy aquí contigo.

Los segundos parecían eternos hasta que Andrés parpadeó lentamente. María contuvo el aliento, mientras Marta corría al pasillo gritando: —¡Enfermera! ¡Por favor, llamad al médico! Andrés ha despertado.

Un grupo de enfermeras entró rápidamente, seguidas por el médico de guardia. Revisaron sus constantes vitales, examinaron sus reflejos y le alumbraron las pupilas. Tras unos segundos de observación, el doctor levantó la vista y sonrió: —Está saliendo del coma. Es un proceso delicado, pero es una excelente señal.

María se llevó las manos al rostro, llorando de felicidad. Marta, conmovida, acarició su hombro sin poder pronunciar palabra. Damián, por primera vez en mucho tiempo, sonrió con alivio y emoción. Corrió al teléfono del hospital y marcó rápidamente el número de casa. Del otro lado, una voz joven respondió. —Gabriel, soy Damián —dijo con alegría contenida—. Tengo una gran noticia: Andrés ha despertado.

El rostro de Gabriel cambió de inmediato. Se quedó en silencio unos segundos, intentando controlar el nerviosismo. —¿Qué? ¿Ha despertado? —preguntó con voz temblorosa.

—Sí, abrió los ojos. Los médicos dicen que está comenzando a recuperarse —confirmó Damián.

Gabriel intentó sonar alegre, aunque su voz delataba tensión: —Eso… eso es increíble… Por fin las cosas empiezan a mejorar.

—¿Esto lo cambia todo? —preguntó Damián con expectación.

—Sí, lo cambia todo —respondió Gabriel, mirando al vacío. Luego colgó lentamente, quedando inmóvil unos segundos, mientras su rostro reflejaba miedo y ansiedad. Caminaba de un lado a otro, consciente de que si Andrés recordaba lo sucedido antes del accidente, todos sus esfuerzos por ocultar la verdad podrían venirse abajo, poniendo en riesgo su reputación, su posición en la empresa e incluso su libertad.

Mientras tanto, en el hospital, María seguía acariciando la mano de Andrés, susurrándole: —Estamos aquí contigo, amor. Todo va a estar bien.

El médico dio algunas indicaciones a las enfermeras y salió de la habitación, dejando a la familia alrededor de Andrés. Marta lloraba sin poder contenerse, Damián respiraba aliviado, y María no soltaba la mano de su esposo ni un instante.

Sueños de libertad', avance semanal del 29 de septiembre al 3 de octubre:  el posible embarazo de Begoña y Gabriel, acorralado

Esa noche, Andrés, aunque débil, intentó mover los labios y pronunciar algunas palabras. Marta se inclinó para escuchar mejor: —¿Qué dices, Andrés? —le preguntó con delicadeza. Él intentó repetirlas, susurrando un nombre apenas audible: Gabriel. Marta se quedó paralizada, y un escalofrío recorrió a María. El aire en la habitación se volvió pesado, cargado de inquietud. El nombre mencionado dejaba en claro que los secretos guardados podrían estar en peligro de revelarse.

Gabriel, por su parte, no pudo conciliar el sueño. Caminaba inquieto por su casa, respirando con dificultad, consciente de que lo que había hecho para proteger su secreto podía venirse abajo en cualquier momento. Todo parecía estar al borde del colapso, y el despertar de Andrés cambió por completo las reglas del juego.

¿Podrá Gabriel mantener su secreto ahora que Andrés está consciente? ¿Recordará Andrés lo ocurrido antes del accidente? ¿Aceptarán María y Damián la oferta italiana para salvar la empresa, aun sabiendo lo que podrían perder? Los próximos capítulos prometen emociones intensas, decisiones cruciales y verdades que están a punto de salir a la luz.

Nos vemos en el siguiente avance de Sueños de Libertad, donde cada instante cuenta y nada volverá a ser igual.