Sueños de Libertad Capítulo 426 (Begoña quiere ir al hospital: Andrés despierta y todo cambia)

Hola amigos, hoy les traigo el avance extendido del capítulo 426 de Sueños de Libertad.

Este episodio promete estar lleno de emociones intensas, tensiones familiares y secretos que poco a poco comienzan a emerger, cambiando el rumbo de la historia y poniendo a prueba los lazos más profundos de la familia. La trama inicia en la elegante y siempre vigilante casa de la familia Reina. Es temprano por la mañana, y la luz del sol entra suavemente por la ventana del dormitorio de Begoña, iluminando su rostro mientras termina de arreglarse con cuidado. Frente al espejo, ajusta los últimos detalles de su vestido, se coloca los zapatos con precisión y toma su bolso. Todo en su gesto refleja determinación, como si este momento hubiera estado esperando durante días, con la paciencia de quien sabe que algo importante está por suceder.

De repente, la puerta se abre con suavidad y Gabriel aparece en el umbral, observándola con el ceño levemente fruncido, aunque su voz intenta transmitir calma: “Hola, cariño”, dice, avanzando unos pasos hacia ella, “venía a buscarte para desayunar juntos.” Begoña le devuelve apenas una sonrisa, algo apagada, sin mostrar entusiasmo. “Gracias, pero tengo que salir,” responde con serenidad mientras se coloca la chaqueta. Gabriel, desconcertado, se detiene a unos pasos de ella. “Salir tan temprano… ¿a dónde vas?” “Al hospital”, responde firme Begoña. “Quiero ver a Andrés.”

El gesto de Gabriel cambia. Se cruza de brazos, suspira y le advierte: “Begoña, deberías estar descansando. Luz fue muy clara contigo.” Ella intenta tranquilizarlo: “No te preocupes, no voy a conducir. Solo quiero verlo, saber cómo está.” Gabriel la mira con silencio, evaluando cada palabra. Finalmente dice con un tono que mezcla preocupación y autoridad: “Me preocupa que te arriesgues innecesariamente.” Ella coloca el bolso sobre la cama y, con un dejo de impaciencia, responde: “Andrés acaba de salir del coma. ¿Cómo quieres que me quede en casa sin ir a verlo?”

Avance Sueños de libertad: ¿Quién murió en la explosión? ¿Está bien el bebé  de Begoña? (20 al 24 de octubre)

La tensión se intensifica. Gabriel, intentando mantener la calma, sube el tono: “Begoña, ya está fuera de peligro. No hay nada que puedas hacer allí. Los médicos y su esposa se encargan de todo. Tú necesitas reposo.” Begoña respira hondo, tratando de contener su frustración: “No voy a poner en riesgo mi embarazo, Gabriel. Solo quiero acompañar a la familia. No es exagerar.” La sinceridad en sus palabras hace que Gabriel se abra un poco, revelando miedo: “Tengo miedo de que algo salga mal.” La palabra resuena en el aire y sorprende a Begoña. Miedo… sí, repite él, “miedo de que te pase algo o al bebé.”

Ella baja la mirada, emocionada, y responde con calma: “Entiendo lo que sientes, pero necesito verlo. Quiero asegurarme de que Andrés esté bien. No es lo mismo que alguien me lo cuente.” Gabriel, visiblemente frustrado, le sugiere: “Podrías llamar al hospital o preguntar a María. No necesitas ir tú. Imagínate que el coche sufre un accidente o te contagias de algo.” Begoña lo mira fijamente, con firmeza: “No voy a discutir. Necesito verlo con mis propios ojos.” Gabriel baja la voz y añade con sinceridad: “Andrés está en buenas manos. Su esposa no se ha separado de él desde que despertó. Es ella quien debe estar allí, no tú.”

Begoña, aunque resignada, se sienta al borde de la cama y empieza a quitarse los zapatos, mostrando tristeza y aceptación. Gabriel se acerca despacio, suavizando su tono: “Perdóname si parezco exagerado. Solo quiero que todo salga bien. Nuestro bebé es lo más importante ahora. Cuando pase este tiempo, podrás retomar tu vida.” Ella suspira profundamente: “Lo sé, pero me cuesta quedarme aquí sin hacer nada. Me siento inútil, como si no pudiera ayudar a nadie.” Gabriel la toma con calma: “Tampoco podrías hacer mucho en el hospital. Lo mejor que puedes hacer es cuidarte.” Ella lo mira a los ojos, murmurando: “Sé que tienes razón, pero no puedo evitar preocuparme. Andrés es parte de mi vida.” El silencio entre ellos refleja comprensión mutua y tensión contenida.

Tras unos segundos, Gabriel intenta cambiar el tema: “Entonces, ¿cuándo piensas contar lo del embarazo?” Begoña duda, pero finalmente responde: “Quizás hoy. Andrés ha despertado y creo que la familia necesita una buena noticia.” Gabriel sonríe aliviado: “Por mí, encantado. Será bonito compartir algo alegre.” Begoña le devuelve la sonrisa y lo besa con gratitud, antes de bajar juntos las escaleras.

En el salón ya esperan Marta, Pelayo y Damián, tensos y expectantes. “¿Está todo bien?” pregunta Marta. “Sí, tranquilos,” responde Begoña. “Queríamos contarles algo importante.” Gabriel los invita a sentarse, y Pelayo, curioso, pregunta: “Nos ha sorprendido que nos citaras, Gabriel. ¿Pasa algo?” Begoña respira profundo y, con una sonrisa nerviosa, anuncia: “No, no pasa nada malo. He estado guardando reposo y queríamos explicarles por qué.” Damián, curioso, pregunta: “¿No era un resfriado?” Begoña niega: “No, estoy embarazada.”

El silencio llena la sala unos segundos, hasta que Marta se lleva las manos al pecho emocionada, Pelayo sonríe ampliamente y Damián queda sin palabras. Pelayo exclama: “¡Felicitaciones! Qué buena noticia. Esta casa necesitaba alegría.” Marta pregunta preocupada: “¿Te encuentras bien?” Begoña responde: “Sí. Tuve una pequeña pérdida, pero Luz me pidió reposo solo por precaución.” Gabriel interviene: “El bebé está bien, no hay motivo de preocupación.” La risa y los abrazos llenan la casa de alegría, creando una atmósfera de paz que parecía imposible hasta hace poco.

Mientras tanto, en el hospital, Gema llega a visitar a Andrés. La habitación está en silencio; él descansa y María no se ha separado de su lado desde que despertó. Gema se acerca suavemente y pregunta: “¿Cómo está hoy?” María responde con una mezcla de cansancio y esperanza: “Tranquilo, dormido.” Andrés mueve ligeramente los dedos, y María, emocionada, observa cómo sus ojos se abren lentamente. “Andrés, cariño, ¿me oyes?” murmura entre lágrimas. Gema corre a llamar al médico mientras María lo sostiene de la mano: “Tranquilo, mi amor, estoy contigo. Todo va a salir bien.

Marta, angustiada por Andrés, se desahoga con Begoña: “Se merece vivir y  ser feliz”

En ese momento, la puerta se abre y Gabriel entra con paso firme. María, furiosa, le pregunta: “¿Qué haces aquí?” Él responde con calma: “Solo vine a saber cómo está Andrés y también quería hablar contigo.” María rechaza la idea: “No tengo nada que hablar contigo.” Gabriel insiste, tratando de mantener la calma: “No quiero discutir. Solo acompáñame a la reunión de la junta. Es importante.” Tras un breve silencio, María cede: “Está bien, pero primero quiero despedirme de mi esposo.”

Se inclina sobre Andrés, acaricia su rostro y le susurra: “Cariño, me voy un momento, pero vuelvo enseguida. Te amo.” Andrés abre los ojos y murmura débilmente: “¿Dónde estoy?” María responde emocionada: “En el hospital. Tuviste un accidente muy grave, pero ya estás a salvo.” Andrés gira la cabeza y fija la mirada en Gabriel, quien disimula incomodidad: “Sí, primo, soy yo. ¿Me recuerdas?” Andrés, confundido, pregunta: “¿Qué accidente?” María lo tranquiliza: “No te preocupes, amor. Es normal que no recuerdes nada ahora. Poco a poco lo harás. Yo estaré contigo.”

Gabriel respira aliviado, aunque su rostro revela nerviosismo. Sabe que si Andrés recuerda la verdad, todo podría derrumbarse. María lo percibe, pero decide permanecer en silencio, mirando a su esposo con ternura, sin imaginar que la verdadera batalla apenas comienza. Afuera, el sol comienza a caer, mientras en la casa Reina la familia celebra el embarazo de Begoña, sin sospechar que, en cualquier instante, el secreto más oscuro de Gabriel podría salir a la luz. Porque aunque Andrés aún no recuerde, hay cosas que el corazón nunca olvida.