LA PROMESA – URGENTE: Curro RECUPERA sus TÍTULOS y EXIGE la EXPULSIÓN de Leocadia del PALACIO

🔥 LA PROMESA AVANCES: LA CAÍDA DE LEOCADIA Y LA REIVINDICACIÓN DE CURRO 🔥

Prepárense, porque el próximo capítulo de La Promesa no será una simple entrega: será un terremoto emocional que sacudirá los cimientos del palacio. Tras años de humillaciones, lágrimas y secretos, finalmente llega el momento que todos esperaban: Curro se alza contra Leocadia y el equilibrio de poder en La Promesa cambia para siempre. Lo que comienza como una mañana tranquila se convierte en el inicio de una revolución silenciosa que estalla al anochecer.

Todo empieza con la llegada de un misterioso mensajero desde Madrid. En sus manos, una carta que pondrá patas arriba la vida de Curro. Él y Ángela, que viven en constante tensión desde el colapso de Leocadia y la revelación del embarazo, no imaginan que están a punto de recibir una noticia que lo cambiará todo. El lacayo anuncia con solemnidad que el emisario proviene del bufete Rodríguez y Asociados, y que trae correspondencia urgente. Intrigado, Curro se dirige al vestíbulo acompañado de Ángela. Allí, un abogado de porte distinguido, el señor Ramírez, le revela que ha viajado expresamente para entregarle documentos que alterarán para siempre su destino.

Confundido, Curro escucha cómo el abogado explica que, aunque él no contrató sus servicios, alguien anónimo lo hizo para asegurar que se hiciera justicia en su caso. Don Alonso sugiere continuar la conversación en su despacho, y lo que allí se revela deja a todos boquiabiertos: Curro no solo es el varón de linaja, sino también heredero de otros títulos y propiedades pertenecientes a su abuelo materno, el difunto varón Juan Izquierdo.

Avance semanal de 'La promesa': Leocadia lo tiene claro: "Hay que acabar  con Eugenia" - La promesa

Los documentos, sellados por la Casa Real y el propio rey, confirman que Curro también es vizconde de Montealegre y señor de Pradoverde, títulos acompañados de propiedades en Sevilla y Córdoba. La emoción invade la sala: por fin, aquel joven que creció como un don nadie, marcado por la incertidumbre, se convierte en un noble legítimo. Ángela, con lágrimas en los ojos, comprende que ahora tienen un futuro. Ya no dependen de nadie. Pueden construir su vida libremente.

Pero el golpe más grande aún está por llegar: el señor Ramírez presenta un certificado de legitimación que lo reconoce oficialmente como hijo de don Alonso. Curro ya no es solo un varón, sino un heredero legítimo de la familia Luján, en igualdad de derechos con Manuel, Catalina y Leonor. Manuel, conmovido, lo abraza y le da la bienvenida como hermano. La emoción se apodera de todos. Sin embargo, esa calma presagia la tormenta.

Porque lejos de allí, Leocadia se recupera. Aunque su cuerpo aún está débil, su mente sigue afilada y su orgullo intacto. Cuando Cristóbal le informa de la visita del abogado, la ira vuelve a encenderse en sus ojos. Sospecha, teme, presiente que algo grande está por pasar. “Necesito saber qué traman antes de la cena”, ordena. Su instinto no falla: esa noche será testigo de su propia caída.

Mientras tanto, Curro busca a Pía. La mujer, siempre prudente, comprende la magnitud del momento. Él le confía su plan: esa noche hará público su linaje y enfrentará a Leocadia delante de todos. Pía, aunque preocupada por las represalias, promete su apoyo y moviliza al servicio para que estén presentes como testigos. En los sótanos, junto a María Fernández, descubren un viejo libro de contabilidad que contiene el testamento original del varón Izquierdo. Allí, negro sobre blanco, se nombra a Dolores Izquierdo —la madre de Curro— como heredera legítima. Aquello es la prueba definitiva que sellará el destino de Leocadia.

Llega la noche. El gran comedor de La Promesa se convierte en un escenario de alta tensión. Don Alonso preside la mesa, con Leocadia a su izquierda, altiva pero frágil. Curro, con los documentos ante él, se prepara para hablar. El servicio entero está presente, algo insólito. Cuando Don Alonso anuncia que Curro tiene algo importante que decir, el silencio se vuelve casi insoportable.

Curro se pone de pie, con voz firme y serena. Relata su historia, desde su niñez marcada por el abandono hasta el descubrimiento de su verdadero origen. Pero esta vez no habla como víctima, sino como heredero. Finalmente levanta los documentos y declara: “Soy el legítimo varón de linaja, vizconde de Montealegre y señor de Pradoverde.”

El comedor estalla en murmullos. El servicio sonríe, algunos con lágrimas en los ojos. Pero Leocadia, en un arrebato de furia, se levanta gritando que todo es falso. El señor Ramírez confirma que los documentos son auténticos y están sellados por el rey. La condesa, fuera de sí, exige verlos, pero Curro se mantiene firme. “Puede mirarlos, pero no tocarlos”, le dice con autoridad.

La confrontación alcanza su punto álgido cuando Curro la acusa públicamente de haber manipulado, mentido y amenazado, incluso de haber puesto en peligro la vida de su propia hija. El impacto es brutal. Leocadia, roja de ira, lo llama impostor, pero Manuel interviene apoyando a su hermano. Luego, Curro revela el libro encontrado por María Fernández, que prueba su linaje más allá de toda duda. La condesa palidece: reconoce el libro, sabe que es auténtico. Su derrota es inminente.

La Promesa - Curro prepara todo para la huida

Entonces llega el momento decisivo: Curro mira a don Alonso y, con solemnidad, exige la expulsión de Leocadia del palacio por sus abusos y amenazas. Don Alonso, con el peso de la justicia en su mirada, respalda la petición de su hijo. “Le pido que abandone La Promesa mañana al mediodía”, declara con firmeza. El silencio es absoluto. Luego, los aplausos estallan.

Leocadia, temblando de rabia, intenta salvar su orgullo. “Esto no ha terminado”, advierte. “Volveré, y cuando lo haga, ninguno de ustedes estará a salvo.” Sale del comedor con la cabeza alta, seguida de Cristóbal, que intercambia una mirada inquietante con Pía. Pero el aire ha cambiado. La oscuridad que durante tanto tiempo dominó La Promesa se disipa, dejando espacio para la esperanza.

Curro abraza a Ángela. Ella llora, pero sus lágrimas son de alivio. “Se acabó”, susurra él. “Por fin se acabó.” Manuel se acerca, orgulloso, y el servicio entero estalla en aplausos. Por primera vez en mucho tiempo, la justicia reina en el palacio.

Sin embargo, las palabras de Leocadia resuenan como un eco ominoso: “Esto no ha terminado.” Porque en La Promesa, cada victoria trae consigo una nueva batalla. Y si algo nos ha enseñado esta historia es que los enemigos derrotados rara vez se rinden.

💥 En el próximo capítulo, prepárense: la venganza de Leocadia podría ser más peligrosa que nunca.