Ataque al poder: ¡Todos contra la marquesa Cruz! | Avances de La promesa, del 1 al 15 de noviembre
La Promesa: El regreso de Ramona y el principio del fin para los Luján
En los próximos capítulos de La Promesa, el destino de la familia Luján se retuerce entre secretos, mentiras y decisiones desesperadas. Las dificultades económicas, los conflictos familiares y los fantasmas del pasado convergerán en una tormenta que pondrá a todos al límite. Desde el marqués Alonso hasta la joven Ana, nadie saldrá indemne. Lo que parecía una etapa de calma en el palacio se convertirá en un caos de revelaciones, sospechas y traiciones que amenazarán con derrumbar el equilibrio de todo lo conocido.
En la zona del servicio, una noticia inesperada sacudirá a los criados: el padre Samuel no podrá abandonar el palacio. La marquesa Cruz, con una frialdad inquietante, le ha prohibido marcharse. El anuncio dejará a todos perplejos, pero especialmente a María Fernández, que no podrá ocultar la alegría de tenerlo cerca. Entre ellos surge una complicidad cada vez más visible, y Catalina, al sorprenderlos conversando con demasiada cercanía, empezará a sospechar que hay algo más que una simple amistad.
Mientras tanto, Ana se enfrentará a Manuel para hablar sobre la situación económica de la familia. Aunque él intenta involucrarla, ella tomará una decisión firme: no entrometerse en los asuntos de los Luján. Sin embargo, esa decisión no pasará desapercibida. Leocadia, astuta y venenosa, aprovechará la ocasión para manipularla, sembrando dudas en su mente y animándola a rebelarse. La convencerá de que ha llegado el momento de seguir su propio camino, aunque eso la enfrente a todos.

En las cocinas, la tensión crecerá. Dos sacos de harina desaparecerán misteriosamente, y el hecho, en plena escasez de víveres, provocará el caos. Entre los sirvientes se extenderá el rumor de que el robo podría estar relacionado con las ayudas que el padre Samuel entrega a los pobres del refugio. Nadie sabe con certeza la verdad, pero las sospechas dividirán al personal, enfrentando a quienes lo defienden y a quienes creen que ha traicionado la confianza del palacio.
En los pisos nobles, la marquesa Cruz seguirá tejiendo sus intrigas. Obsesionada con controlar el patrimonio familiar, intentará convencer a su sobrina Martina de ceder su parte de herencia al marqués Alonso, fingiendo hacerlo por su seguridad. Pero su verdadero propósito será asegurarse de que nadie pueda desafiar su poder. Para reforzar su plan, ordenará a Curro que hable con Ángela y la convenza de no abandonar sus estudios, temiendo que su partida desate nuevos conflictos.
Sin embargo, los secretos más profundos continúan escondidos tras los muros del palacio. Jana, cada vez más atormentada por la misteriosa habitación cerrada, prosigue su búsqueda hasta que finalmente logra abrir la puerta prohibida. Lo que descubre dentro la deja sin aliento: objetos pertenecientes a su madre Dolores y rastros de un terrible suceso ocurrido años atrás. Horrorizada, acude a Curro y le revela lo encontrado. Él, convencido de que Ramona es la única que puede ayudarles a descifrar la verdad, decide partir en su búsqueda.
Curro emprenderá un viaje hasta el pequeño pueblo donde vive Ramona desde hace años. Pero cuando la encuentra, el reencuentro no es el que esperaba. Ramona, al verlo, se muestra dura y esquiva. “No vuelvas a remover lo que ya está muerto”, le dirá con voz temblorosa, negándose a responder a sus preguntas. Le exige que se marche, incapaz de enfrentar el pasado que tanto daño le causó. Curro regresa a La Promesa abatido, pero con una certeza: esa historia aún no ha terminado.
Mientras tanto, en el palacio, la situación económica de los Luján se vuelve insostenible. Alonso, incapaz de convencer a sus hijos y a Martina de vender parte de las tierras familiares, toma una decisión drástica: subastar los objetos más valiosos del palacio. Los corredores se llenan de comerciantes y curiosos dispuestos a comprar los recuerdos de una época dorada que se desvanece. Las paredes, antaño símbolo de grandeza, ahora reflejan la decadencia de una familia que se desmorona.
En medio de esta crisis, las tensiones personales se agravan. Ana, esposa de Ricardo Pellicer, intenta reconstruir la relación con su hijo Santos, pero la distancia emocional entre ambos parece insalvable. Ricardo, por su parte, se niega a fingir que todo puede volver a ser como antes. Y para empeorar la situación, Petra no deja pasar la oportunidad de meter cizaña, alimentando los resentimientos con sus comentarios envenenados.
Ángela, atrapada entre el chantaje emocional de su madre y la culpa por la partida de Curro, decide tomar una decisión radical. Le propone a Leocadia un trato: si le revela quién es su verdadero padre, ella abandonará el palacio para siempre. Pero Leocadia, experta en manipular, se niega. Prefiere seguir usando a su hija como una pieza más en su retorcido juego de poder.
En los pisos superiores, la marquesa Cruz continúa con su plan para manipular a Martina. Usando palabras dulces y falsas promesas, logra casi convencerla de ceder su herencia. Pero el destino interviene: Ángela, que ha escuchado una conversación entre Cruz y Alonso, corre a advertir a Martina. “Tu tía no quiere protegerte, quiere adueñarse de todo”, le confiesa. Esas palabras cambian todo. Por primera vez, Martina empieza a ver la verdadera cara de la mujer que decía amarla como a una hija.
En el corazón de la servidumbre, otra batalla emocional se libra en silencio. María Fernández, influenciada por las supersticiones de Candela y las habladurías del servicio, llega a convencerse de que está poseída por el demonio. Desesperada, acude a Catalina, quien intenta calmarla y devolverle la razón. Padre Samuel, testigo de su tormento, decide quedarse en el palacio y, junto a Ángela, organiza una campaña para ayudar a los más necesitados. Pero la escasez complica todo, y hasta las cocineras deben elegir entre alimentar al palacio o socorrer a los pobres.
Mientras tanto, Ramona, movida por un presentimiento, regresa finalmente a La Promesa. Su llegada provoca conmoción. Jana le muestra los objetos hallados en la habitación secreta, y el rostro de la mujer se transforma al reconocerlos. “Eran de Dolores…”, murmura con un hilo de voz. Lo confirma: ese cuarto fue escenario de un drama terrible. Entre lágrimas, ambas comprenden que el pasado ha vuelto para reclamar justicia.
Cuando Cruz se entera del regreso de Ramona, el pánico la invade. Sabe que esa mujer guarda los secretos que podrían destruirla: la relación prohibida entre Alonso y Dolores, la verdad que, si saliera a la luz, borraría para siempre el honor de los Luján. Decidida a silenciarla, ordena a Jana que la expulse del palacio, sin imaginar que la verdad ya ha empezado a salir a flote y que nada podrá detenerla.
En paralelo, Martina intenta recomponerse tras descubrir las mentiras de su tía, pero la marquesa no se rinde. En un último intento de controlarla, llama de vuelta a Jacobo, su prometido. Planea usarlo como instrumento para someterla. Su llegada, inesperada y cargada de ambigüedad, desconcierta a Martina. Lo que parecía una visita de cortesía pronto se revela como parte de un juego sucio. Su comportamiento complaciente con los Luján y su falsa preocupación despiertan las sospechas de todos.
Leocadia, por su parte, observa a Cruz con desconfianza. “Esa mujer es más peligrosa que nunca”, le advierte a su hija. “Si siente que está perdiendo el poder, será capaz de cualquier cosa.” Y no se equivoca.

En las cocinas, Santos empieza a mostrar un nuevo rostro. Su madre ha regresado y él sueña con una reconciliación familiar. Pero ese mismo afecto lo aleja de Petra, que no soporta sentirse desplazada. Bajo su apariencia fría, la gobernanta oculta una rabia creciente que amenaza con estallar.
Ana, en cambio, intenta recomenzar. Consigue trabajo en la panadería de los Luján, pero su regreso despierta sospechas. Rómulo, siempre atento, la interroga: “¿Por qué has vuelto realmente?”. Ella esquiva la respuesta, dejando entrever que su estancia tiene motivos más profundos.
Mientras la pobreza avanza entre los sirvientes, Simona y Candela intentan robar un poco de comida para el refugio del padre Samuel. Petra las sorprende, pero el sacerdote logra evitar un escándalo prometiendo mantener el secreto.
En medio del caos, Catalina y María Fernández se refugian la una en la otra. Catalina confiesa estar enamorada de Adrián, el padre de sus hijos, mientras María le revela su miedo a estar poseída. En su dolor, nace entre ambas una amistad sincera, una pequeña luz en un palacio que se hunde en la oscuridad.
Cruz, sin embargo, se siente cada vez más acorralada. Ramona ha vuelto. Martina la desafía. Leocadia la amenaza. Y Alonso ya no la teme. Todo lo que construyó con manipulación comienza a desmoronarse. En su desesperación, cometerá un error fatal: creer que aún puede controlar el destino de todos.
Pero La Promesa ya no es el palacio que un día dominó. Con el regreso de Ramona y Jacobo, las heridas del pasado se han reabierto. Jana tiene en sus manos la verdad. Curro está más cerca que nunca de descubrir su origen. Y la marquesa Cruz comprenderá, demasiado tarde, que ningún secreto puede enterrarse para siempre. Porque en La Promesa, hasta el silencio tiene memoria… y la verdad siempre encuentra la forma de salir a la luz.