LA PROMESA Lunes 03 de Noviembre a las 18:30 Avance capítulo 707 || Serie TVE
🔥 “El capítulo 707 de La Promesa: ultimátums, confesiones y secretos que cambiarán todos los destinos” 🔥
Hola, soy tu Gustav, y hoy traigo uno de esos adelantos que no se olvidan. Lo que veremos el lunes 3 de noviembre en La Promesa no es un simple episodio: es un terremoto emocional en el que el amor, el orgullo y las mentiras se entrelazan hasta romper los cimientos del palacio.
La historia arranca con el gran ultimátum de Ángela. La joven, acorralada por su madre Leocadia, por el capitán Garrapata y por el peso de una mentira que la asfixia, decide poner fin a las manipulaciones. Frente a la mujer que ha gobernado su vida con puño de hierro, le lanza una frase que retumbará en toda La Promesa: “Si no me dejas marchar con Curro, no habrá boda.” Así, sin temblores, con la fuerza de quien ya no teme perderlo todo. Por primera vez, Leocadia —la temida Postiza— se queda sin palabras. Su hija, aquella que siempre obedeció, ahora se le enfrenta con una determinación que ni ella puede controlar.
La tensión entre madre e hija es absoluta. Ángela no solo quiere un viaje: quiere cerrar el círculo de su pasado. Sabe que, si no ve por última vez a Curro, nunca podrá empezar una vida nueva con Beltrán. Y justamente Beltrán, el prometido, será el siguiente en mostrar sus cartas. Cansado de las medias verdades, decide confesarle a Ángela algo que lo atormenta: Leocadia le ofreció una dote generosa, una cantidad de dinero que sellaría el compromiso. La noticia no la sorprende tanto como confirma lo que ella ya sabía: su madre no conoce límites cuando se trata de manipular.
Pero Ángela, lejos de romperse, responde con la misma franqueza. Le cuenta a Beltrán toda la verdad sobre su historia con Curro. Le habla de un amor puro, imposible, pero real; de sentimientos que aún la persiguen y de la necesidad de cerrar ese capítulo para poder seguir adelante. Beltrán la escucha sin interrumpirla, con respeto y una serenidad que sorprende. Pero ambos saben que esta conversación marcará un antes y un después en su relación.

Mientras tanto, la furia de Leocadia alcanza su punto más oscuro. Herida en su orgullo, cita a Curro en su despacho. Cuando el joven entra, la atmósfera se vuelve gélida. “Si mi hija viaja contigo —le dice con voz helada— más te vale que no le pase nada, porque si algo ocurre, te perseguiré hasta el último día de tu vida.” La amenaza es clara, brutal, digna de la Postiza en todo su esplendor. Pero lo que ella ignora es que las amenazas solo fortalecen el vínculo que intenta destruir. Cuanto más lucha por separarlos, más firme se hace el amor entre Ángela y Curro.
Y mientras en los salones nobles se libra una batalla de pasiones, en la zona de servicio hierve otro conflicto: el misterio de Madame Cocot. López y sus compañeros descubren que las recetas publicadas en el periódico bajo ese nombre son idénticas a las suyas. Teresa, siempre práctica, lo dice sin rodeos: “Eso no puede ser una casualidad.” López, dolido, lo confirma: “Esas recetas tienen mi toque. Solo alguien de aquí, del palacio, podría haberlas robado.” Las miradas se cruzan. Nadie habla, pero todos sienten el peso de la traición. ¿Quién se ha atrevido a robar su trabajo? ¿Quién dentro de La Promesa está lucrándose con su talento? Este misterio, aparentemente menor, promete destapar uno de los secretos más sucios del palacio de los Luján.
En paralelo, en el hangar, el aire es distinto. Allí, Manuel celebra un triunfo largamente esperado. Ha recibido cinco respuestas positivas de las empresas a las que escribió, todas dispuestas a comprar su motor. Cinco de cinco. El sueño de los Luján parece al fin posible. Su ingenio y constancia abren un nuevo futuro para la familia. Curro, al enterarse, lo abraza con orgullo sincero. En ese momento, el hangar se convierte en símbolo de esperanza: un espacio donde los sueños, a diferencia del palacio, pueden volar libres.
Sin embargo, no todos celebran. Toño intenta una vez más acercarse a Enora, pero ella lo evita. Sus respuestas son cortas, su mirada esquiva. Algo la distancia, quizá la culpa o el miedo. Toño siente que se le escapa entre los dedos, sin comprender que detrás de su silencio se oculta un secreto capaz de destruirlos a ambos.
En otro frente, María Fernández y Pía Darre viven una de las tramas más duras de la semana. Las dos mujeres, unidas por la confianza y el cariño, se preparan para visitar a Paca la partera. María ha tomado una decisión que la aterra: interrumpir su embarazo. “Si algo sale mal, podría morir”, le confiesa a Pía con la voz temblorosa. Pía la abraza, decidida a no dejarla sola. Juntas caminan hacia Luján, cada paso lleno de miedo y de silencio. Sus respiraciones entrecortadas, sus miradas, lo dicen todo. La escena recuerda el peso cruel de las decisiones femeninas en una época donde la moral y la venganza podían condenarlas al olvido.

Mientras tanto, Martina también se enfrenta a sus propias contradicciones. Adriano, buscando salir de su tristeza, le pide que lo acompañe a dar un paseo. Ella acepta, sin pensar en las consecuencias. Pero al hacerlo, olvida una cita con su prometido Jacobo, quien la esperaba para elegir las telas del traje de boda de Ángela. Cuando Martina regresa, Jacobo estalla. “Siempre me dejas en último lugar”, le reprocha con amargura. Ella intenta justificarse, pero sus palabras ya no bastan. Adriano, con la nobleza que lo caracteriza, intenta interceder, pero solo agrava la tensión. Su sombra se cierne sobre la pareja, y el triángulo sentimental queda marcado por la incomodidad y el dolor.
Y en medio de todas estas tormentas, una mujer lucha contra el tiempo y su propio cuerpo: Petra. La antigua ama de llaves continúa su cruzada personal. Los dolores aumentan, pero ella se niega a detenerse. Sabe que tiene cinco días para demostrar su valía o perderá definitivamente su puesto. Samuel, al verla al borde del colapso, interviene una vez más para ayudarla. Ella lo rechaza con orgullo, pero finalmente acepta su apoyo. Cada gesto suyo es una mezcla de rabia y dignidad. En su mirada hay un brillo que ni el sufrimiento logra apagar. Ballesteros la observa desde las sombras, sin empatía, como un juez esperando el fallo. Petra no lo sabe, pero su resistencia tiene algo heroico: representa la fuerza silenciosa de quienes luchan, incluso cuando ya no tienen nada que perder.
Así terminará el episodio 707: con promesas rotas, corazones enfrentados y un futuro incierto que late entre las paredes de La Promesa. El amor de Ángela y Curro, las intrigas de Leocadia, el misterio de Madame Cocot y la lucha silenciosa de Petra formarán un mosaico de emociones que dejará al público sin aliento.
Porque en La Promesa, cada decisión tiene un precio, y cada secreto revelado cambia el destino de todos. 🌹