🔮 La Promesa avance del lunes: Celos, ultimátums y traiciones que lo cambiarán todo en el palacio

El amanecer en La Promesa no trae calma, sino un torbellino de emociones que amenazan con estallar en cada rincón de la mansión. Los celos, los secretos y las decisiones imposibles vuelven a ser el eje de una jornada que promete marcar un antes y un después. En el corazón de la trama, el joven Jacobo Lacayo se enfrenta a una tormenta interior que lo consume poco a poco. Lo que comienza como una escena cotidiana termina convirtiéndose en una herida abierta que podría poner en riesgo su relación, su orgullo y su estabilidad dentro de la casa.

Martina, con su habitual espontaneidad, conversa con Adriano sin imaginar el huracán que esas palabras inocentes desencadenarán. Sonrisas, confidencias y un tono cercano bastan para que Jacobo, observando desde la distancia, sienta cómo su sangre hierve de rabia. Lo que para ella no pasa de un simple intercambio, para él se convierte en una afrenta, una señal inequívoca de que su lugar en el corazón de Martina podría estar siendo ocupado por otro. La tensión entre ambos se palpa, las miradas se cruzan como cuchillos, y el aire de los pasillos se vuelve más denso con cada paso.

Jacobo no logra contener su frustración. La idea de ser desplazado lo envenena lentamente. Sus celos se mezclan con la humillación de sentirse ignorado, y el joven, impulsivo y orgulloso, comienza a ver enemigos incluso donde no los hay. Su comportamiento se torna errático, y los sirvientes del palacio perciben ese cambio: la sonrisa desaparece, la voz se quiebra, y el silencio se convierte en su refugio. Martina, ajena a la profundidad de sus emociones, intenta tender puentes, pero cada intento parece avivar más el fuego de la desconfianza.

Mientras los celos hierven en el corazón de Jacobo, otro drama se desarrolla en el ala principal del palacio. La boda entre Ángela y Beltrán, que parecía encaminada a convertirse en el gran evento del año, se tambalea. La joven Ángela, firme en sus convicciones y cansada de imposiciones, lanza un ultimátum que deja a todos sin aliento: solo aceptará casarse si su madre, doña Leocadia, le permite viajar sola con Curro. No hay negociación posible, ni medias tintas. O la dejan vivir una pequeña libertad, o la boda quedará cancelada.

El desafío de Ángela no es menor. En una sociedad donde la obediencia femenina es norma, su determinación resuena como un grito de independencia. Leocadia, acostumbrada a mandar y a ser temida, se ve acorralada. Tras un tenso silencio, accede, pero su mirada lo dice todo: su aceptación no es una rendición, sino una tregua peligrosa. Antes de permitir que Curro y Ángela partan, lo encara con frialdad y le lanza una advertencia que hiela la sangre: si algo le sucede a su hija, no habrá lugar en el mundo donde pueda esconderse de su furia.

El vínculo entre Curro y Ángela se pone así a prueba. Él, decidido a protegerla a toda costa, siente el peso de la amenaza, pero también el deber de no fallar a quien ama. La tensión entre madre, hija y pretendiente transforma el ambiente en un campo minado, donde cada gesto puede detonar un nuevo conflicto.

Mientras tanto, en la cocina del palacio, otro escándalo empieza a gestarse, uno que amenaza con destruir el prestigio y la pasión profesional de Lope. El cocinero, dedicado y creativo, descubre junto a su equipo que las recetas que ha estado desarrollando con tanto esfuerzo han sido plagiadas. Bajo el seudónimo misterioso de “Madame Cocot”, alguien ha publicado en un periódico las mismas creaciones que él había perfeccionado con meses de trabajo. La traición no proviene del exterior: todo indica que el ladrón está dentro de la casa.

El descubrimiento deja a todos atónitos. Los cuchicheos entre los sirvientes aumentan, las sospechas se multiplican, y Lope, herido en su orgullo y en su vocación, se jura desenmascarar al culpable. Su taller culinario, que antes era un espacio de camaradería, se convierte en un terreno de desconfianza. Cada mirada furtiva y cada gesto nervioso pueden esconder al traidor que robó no solo sus recetas, sino también su reputación.

La Promesa se convierte así en un tablero de traiciones silenciosas. Las apariencias engañan, las alianzas se fracturan y el veneno del secreto comienza a extenderse por los pasillos. Lope intuye que el culpable no solo busca dinero o fama, sino algo más profundo: destruirlo desde dentro.

Por otro lado, Petra continúa al borde del colapso. El peso de los días, las exigencias del palacio y las heridas invisibles que carga desde hace tiempo la han llevado a un límite que ya no puede ocultar. Su cuerpo le falla, su mente se tambalea, y aun así, intenta mantener la compostura. Cristóbal, implacable y exigente, le da un ultimátum: o demuestra que puede seguir al frente de sus funciones como ama de llaves, o será reemplazada. La presión es insoportable, y Petra, aunque intenta aparentar fortaleza, se desmorona lentamente en la soledad de su habitación.

El deterioro físico y emocional de Petra se convierte en el reflejo del clima general en La Promesa: una casa en la que todos luchan por mantener las apariencias mientras las grietas se ensanchan. Los murmullos corren de boca en boca, las tensiones hierven bajo la superficie, y el miedo se hace sentir incluso en las tareas más rutinarias.

En medio de este torbellino, María Fernández enfrenta una decisión que podría costarle la vida. Lo que comenzó como un acto de valentía se ha transformado en una sombra que la persigue. Ella sabe que el procedimiento médico al que debe someterse es peligroso, pero también entiende que no hacerlo significaría perder algo aún más valioso: su esperanza. Su fe se mezcla con el temor, y mientras el resto del palacio se enreda en celos y engaños, ella libra una batalla silenciosa contra el destino.

El capítulo del lunes promete emociones intensas, decisiones al límite y revelaciones que cambiarán la dinámica del palacio. Entre los celos de Jacobo, el desafío de Ángela, la traición que acecha a Lope y el sufrimiento de Petra, La Promesa se prepara para una jornada de infarto. Nada volverá a ser igual después de este día en el que cada personaje deberá decidir entre el amor, la lealtad y la supervivencia.

El reloj sigue avanzando y las máscaras comienzan a caer. En La Promesa, los secretos nunca permanecen enterrados por mucho tiempo, y esta vez, las consecuencias serán devastadoras.