Sueños de Libertad Capítulo 433-437 | Nadie es inocente – Cada mentira tiene su precio [ AVANCE ]
Spoiler: “Sueños de Libertad — La memoria que despierta entre las sombras”
En los próximos capítulos de Sueños de Libertad, el destino de la familia De la Reina se enreda en una maraña de secretos, silencios y verdades que emergen como fantasmas del pasado. Todo comienza cuando Andrés De la Reina abre los ojos tras un largo coma. Su despertar debería haber sido una celebración, pero en lugar de recuerdos, solo encuentra un vacío. Frente a él, María —la mujer que dice amarlo— le ofrece una historia tan dulce que parece un sueño. Sin embargo, cada palabra suya esconde una grieta, un eco de algo que no encaja. Lo que empieza como un intento de consuelo se convierte pronto en el detonante de una tormenta que alcanzará a toda la familia.
Mientras Andrés lucha con la confusión de una mente fragmentada, en otro rincón de la ciudad Begoña, esposa de Gabriel, contempla su embarazo con miedo y esperanza. Lleva en su vientre el hijo de un hombre que ya no reconoce, y a cada amanecer siente que la libertad que buscaba se transforma en una nueva prisión. Marta, por su parte, intenta sostener el legado familiar entre las ruinas morales de un apellido que se hunde. Digna, siempre firme en su fe, le habla de redención, pero la joven De la Reina solo percibe silencio y sombra.
En las oficinas de Perfumerías De la Reina, el aire huele distinto. El aroma del perfume se mezcla con el del miedo. Las puertas metálicas se cierran, y el imperio que una vez olió a gloria ahora se empapa de derrota. Brosard, la empresa francesa que operaba bajo el nombre de Masina, toma el control. Joaquín Merino observa los despidos con el alma rota; Tasio De la Reina siente que la venta del 51% de las acciones ha sido más que una transacción: fue el precio de su libertad.

A partir de los episodios 433 al 437, cada personaje enfrentará el límite de su fe y su humanidad. Andrés, todavía atrapado entre lo que recuerda y lo que teme descubrir, empieza a sospechar que la explosión que lo dejó al borde de la muerte no fue un accidente. Los fragmentos de su mente le muestran destellos de Gabriel gritando, el fuego, el humo… y una traición que lo cambia todo. María, que lo ha protegido con mentiras piadosas, siente cómo su mundo se derrumba. Lo que comenzó como un acto de amor se ha convertido en una cadena. Sabe que cuando Andrés recupere la memoria, ella será la primera en caer.
Begoña, mientras tanto, encuentra una carta anónima con una frase que la hiela: “Él sabe lo que pasó antes de la explosión.” Comprende entonces que el hombre con quien comparte la vida, Gabriel, oculta un secreto que puede destruirlos a todos. Gabriel, por su parte, se mueve entre la luz pública del éxito y la sombra privada de la culpa. Su silencio ya no protege a nadie, solo lo condena.
Tasio enfrenta su propio abismo. Descubre mensajes entre su esposa Carmen y un hombre del pasado: David. No hay confesión, pero el silencio de ella es suficiente para romperlo. “¿Me amaste alguna vez o solo me compadeciste?”, pregunta con voz temblorosa. Carmen no responde, y esa falta de palabras duele más que cualquier traición.
Marta, que siempre creyó en el apellido como un escudo, se encuentra atrapada entre el poder y la humillación. Brosard la ofrece conservar su puesto, pero ella sabe que aceptar es firmar su rendición. Su padre, Damián, la observa con tristeza y le recuerda: “Puedes estar cerca del poder, hija, pero nunca olvides quién te dio el nombre que llevas.” Por primera vez, la voz del patriarca no tiene rabia, solo vacío.
Las noches se llenan de llamadas anónimas, de susurros que despiertan viejas heridas. Una voz femenina pronuncia un nombre que todos creían enterrado: Fina. Marta se queda helada. Aquella mujer desaparecida, borrada de los registros, vuelve como un espectro que promete desenterrar la verdad. A su alrededor, los De la Reina comienzan a romperse: ya no son una familia, son fragmentos de un espejo roto reflejándose unos a otros.
Andrés decide volver a la fábrica, al escenario del desastre. La oscuridad del lugar parece viva. Cada rincón le devuelve un pedazo de su pasado. La linterna ilumina muros ennegrecidos, el aire huele a hierro y ceniza, y en un destello recuerda: Gabriel estaba allí. Lo empujó. Gritó su nombre. Luego, el estallido. Comprende que su hermano no quiso matarlo… pero tampoco lo salvó.
María corre tras él, intentando detenerlo antes de que recuerde todo. Pero ya es tarde. La verdad comienza a abrirse paso entre las sombras. Su relación, antes marcada por ternura, se convierte en una distancia helada. No hay reproches ni gritos, solo un silencio insoportable que lo dice todo.
Mientras tanto, Chloe Du Boys, la sofisticada emisaria de Brosard, cita a Marta. Le ofrece una “alianza”. Pero sus palabras son veneno: “Sabemos lo que tu familia oculta. Sabemos cuánto vales.” Marta comprende que no hay trato, solo amenaza. Chloe sonríe, sabiendo que la De la Reina se está hundiendo lentamente.

Tasio, enfrentado al caos laboral y emocional, decide rebelarse. Reúne a los obreros y les promete que nadie será despedido por los errores de otros. Por primera vez, el apellido De la Reina se pronuncia no desde el poder, sino desde la dignidad. En esa misma jornada, Carmen se encuentra con David en un pasillo en penumbra. Entre ellos flota una pregunta que duele: “¿Aún me amas?” “No lo sé —responde ella—, solo sé que no recuerdo cuándo dejé de hacerlo.”
La verdad sigue filtrándose entre grietas. Andrés obtiene los informes médicos y descubre que la hora de la explosión fue alterada. Alguien cambió los registros. Llama a María. “Ya sé la verdad.” Ella guarda silencio. “No debías recordarlo”, susurra al fin. Pero ya lo hizo. Esa llamada marca el fin de su amor y el inicio de la caída.
Esa noche, la lluvia golpea los ventanales del edificio. En las sombras, Chloe enciende un cigarrillo y dice por el intercomunicador: “Todo va según el plan.” Una voz masculina responde: “Perfecto. Iniciemos la fase dos.”
Y mientras la tormenta crece, cada miembro de la familia enfrenta su culpa. Begoña acaricia su vientre y promete criar a su hijo con la única herencia que vale la pena: la verdad. Marta decide sonreír ante sus enemigos, porque ha aprendido que el poder pasa, pero la fe permanece. Tasio camina ligero, sin el peso del orgullo. Carmen enciende una vela, quizá buscando perdón. Y Andrés, mirando la fábrica, comprende que la memoria no es un castigo, sino una forma de volver a vivir.
El legado De la Reina ya no es el perfume, sino las cicatrices. Porque la verdad, tarde o temprano, siempre encuentra cómo salir a la luz.
Y tú, espectador, ¿qué habrías hecho? ¿Proteger la paz… o la verdad? Mantente atento, porque esta historia, lejos de terminar, acaba de despertar de su propio sueño. 🌙