TODO EL MUNDO LO SABE… pero NADIE HABLA DE ELLO || ANÁLISIS y RESEÑA de los capítulos 707-708 de La Promesa
🔮 Spoiler: “El embarazo que sacude La Promesa y las tramas que nadie esperaba”
La semana en La Promesa arranca con una revelación que promete remover los cimientos del palacio: el posible embarazo de María Fernández. Una noticia que corre como pólvora entre los pasillos, pero que parece no haber llegado todavía a oídos de Teresa, algo que indigna a los espectadores y deja en evidencia el extraño rumbo que están tomando los guionistas con algunos personajes. En este episodio, la vida de María vuelve a colocarse en el centro del huracán, pero lo que debía ser un arco emocionante se ha transformado en una fuente de frustración para muchos, al sentir que el personaje ha perdido la coherencia y profundidad que alguna vez tuvo.
María Fernández ha sido de todo: dulce, impulsiva, divertida, dramática. La hemos amado y odiado, hemos reído y llorado con ella. Pero ahora, parece que su historia se ha convertido en un intento desesperado de darle sentido a un personaje que los guionistas no saben cómo cerrar. Muchos fans coinciden: si ya no hay rumbo claro, sería mejor darle un final digno y dejar paso a nuevas caras. La serie necesita renovación, no tramas forzadas. Este embarazo, real o no, se percibe como un intento de mantener viva una llama que ya se apaga.
A la vez, otras historias del palacio siguen avanzando —o más bien, estancándose— con el mismo aire de confusión. Por ejemplo, el asunto de las recetas de López, la llamada “Madame Chocolate”, que más parece una ocurrencia improvisada que una trama consistente. Todo el arco de la cocina se siente metido a presión, intentando dar algo de sentido a personajes secundarios sin rumbo. Y entre los nombres que más generan debate está el de Vera. ¿Será esta su redención o un nuevo tropiezo? Su historia con el padre, el hermano de Teresa, la joyería perdida… todo ha quedado inconcluso, en el famoso “baúl de los secretos” de La Promesa.
Vera parece destinada a coleccionar tramas olvidadas, mientras Santos podría ocupar su lugar en este nuevo enredo. Pero la pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué seguir repitiendo los mismos ciclos narrativos? Si el giro termina siendo predecible, la decepción será inevitable.
Petra, en cambio, continúa luchando por recuperarse del tétanos. La vemos débil, pero aún firme en su carácter. Su relación con Samuel ofrece un respiro emocional: juntos intentan evitar que Cristóbal lo expulse. Esta alianza inesperada nos recuerda la humanidad que aún late en los rincones del palacio. Samuel, que llevaba meses sin un propósito claro, encuentra aquí un rol más digno.
No todo, sin embargo, logra captar la atención del público. La relación de Enora y Toño está cayendo en la monotonía más absoluta. Su trama, sin chispa ni evolución, se ha convertido en el típico relleno que apenas aporta algo nuevo. Y mientras tanto, las grandes historias —las que realmente emocionan— parecen avanzar con cuentagotas.
Un ejemplo claro es el reencuentro entre Manuel y Curro. Ha pasado un mes desde su última conversación, y cuando por fin se cruzan, lo hacen en una escena que más parece un guiño de los guionistas al público que un verdadero avance narrativo. Curro le dice a Manuel “actualízame porque no me entero de nada”, y muchos espectadores se sintieron identificados con esa frase. Porque, efectivamente, la trama de Manuel está atascada.
Su relación con Jana es el eterno “ni contigo ni sin ti”. Mientras ella siga presente, no habrá avance real. Cada encuentro deja la sensación de que están condenados a repetirse. Las alusiones a Jana siempre terminan en silencio, en frases cortadas, en secretos sin resolver. Es el símbolo de un amor imposible, congelado en el tiempo.
En contraste, la historia de Leocadia se ha convertido en la más interesante del momento. No porque sea perfecta, sino porque al menos se mueve. Su huida con Curro es la chispa de emoción que la serie necesitaba. Algunos la comparan con la escapada de Jana y Manuel, pero lo cierto es que cada pareja tiene su propio camino. Y aunque esta nueva fuga amorosa esté llena de locura, pasión y decisiones imprudentes, al menos genera expectativas.
El público se pregunta si Ángela y Curro lograrán escapar o si el precio será demasiado alto. El riesgo, la pérdida del honor, la posible consecuencia de un embarazo… todo está en juego. Esta trama, aunque arriesgada, despierta emociones genuinas y le da a la serie un aire más romántico y trágico a la vez.

Por otro lado, Beltrán sigue siendo un misterio. Su presencia resulta desconcertante. Algunos espectadores comentan que parece fuera de lugar, como si su personaje no terminara de encajar. Su vestuario, su actitud, su falta de química con el resto del elenco… todo contribuye a esa sensación de extrañeza. Más que un nuevo galán, parece un parche narrativo para tapar huecos argumentales.
Mientras tanto, en la recta final del episodio, la atención vuelve a centrarse en Martina y Jacobo. Su relación avanza entre discusiones y reconciliaciones constantes, a la espera de la llegada de Margarita, que parece ser la clave que detonará el próximo conflicto. Por ahora, sus escenas solo sirven como transición.
La gran incógnita gira en torno a Adriano. Su supuesto futuro con Martina parece improvisado. Muchos creen que su unión es un intento de los guionistas por suplir la ausencia definitiva de Catalina, cuya actriz parece no tener intención de regresar. Si es así, La Promesa tendrá que encontrar la manera de que esa nueva pareja tenga sentido, o se convertirá en otro error dentro de la maraña de historias inconclusas.
En resumen, el inicio de semana deja una sensación de mezcla: grandes promesas narrativas, tramas que se repiten, y personajes que merecen algo mejor. La Promesa sigue siendo adictiva, pero se tambalea entre la genialidad y el exceso. Todo dependerá de cómo desarrollen los próximos episodios: si el embarazo de María será el detonante de un gran escándalo o simplemente otro hilo suelto en una serie que acumula más secretos que respuestas.
Sea como sea, los promisers seguimos atentos, comentando cada giro, esperando ese capítulo que vuelva a sorprendernos. Porque si algo tiene La Promesa, es la capacidad de hacernos volver, capítulo tras capítulo, aunque sepamos que el drama nunca nos dará descanso.