BEGOÑA NO LOGRA DISIMULAR SU EMBARAZO Y ESTA A PUNTO DE SER DESCUBIERTA, EN SUEÑOS DE LIBERTAD

SPOILER: Begoña no logra ocultar su embarazo y el secreto está a punto de salir a la luz en Sueños de Libertad

El nuevo avance de Sueños de Libertad deja entrever uno de los momentos más tensos de la temporada. Begoña, atrapada en una maraña de mentiras y emociones contradictorias, empieza a mostrar signos evidentes de embarazo, mientras que el peligro de ser descubierta se vuelve inminente. Al mismo tiempo, Gabriel aprovecha un fallo en la fábrica para poner en marcha su plan oculto contra la familia Reina, y María revive el dolor más profundo de su vida: la imposibilidad de ser madre.

La escena inicial se desarrolla en la casa familiar de los Reina. Julia, la pequeña de la familia, busca desesperadamente sus acuarelas antes de marcharse al colegio. Confusa y preocupada, acude a Begoña en busca de ayuda. Con dulzura y paciencia, ella le recuerda que quizás las haya olvidado en el jardín o en la galería, donde había estado dibujando con su tío. Pero el momento doméstico se interrumpe abruptamente cuando Begoña siente un malestar repentino y lleva la mano a su boca. Julia, perceptiva, lo nota enseguida y pregunta qué le ocurre. Begoña, intentando disimular, responde rápidamente que no es nada, pero la niña insiste: parece que va a devolver. Ella sonríe y la tranquiliza, alegando que solo tiene el estómago revuelto.

Julia, sin embargo, no queda convencida. Le sugiere que no la acompañe al colegio ese día y que deje que el chofer la lleve. Begoña, con gesto sereno, acepta su consejo. “Esta tarde, si me siento mejor, iremos juntas a comprar las acuarelas”, promete. Pero Julia sigue preocupada; recuerda que días atrás también le dolía la tripa y propone que hable con Luz, la enfermera, para asegurarse de que no esté enferma. La ternura de la niña contrasta con el creciente nerviosismo de Begoña, que intenta mantener las apariencias.

En el pasillo, María escucha la conversación. Sus ojos se llenan de tristeza al recordar las palabras que alguna vez destruyeron su esperanza: “Dada la gravedad de tus lesiones, no podrás tener hijos”. Esa frase, dicha por Luz, resuena en su memoria con cada gesto de Begoña. El dolor la invade. La envidia, la impotencia y la tristeza se mezclan en su interior. Al entrar en la sala, finge una sonrisa. “¿Te encuentras bien?”, pregunta con amabilidad forzada. “¿Quieres que llame a alguien?”. Begoña responde con nerviosismo, agradece el gesto y asegura que solo necesita descansar. Julia insiste, temerosa de que empeore, pero Begoña se muestra firme y repite que en unos minutos irá al dispensario. María intenta ofrecer ayuda una vez más, pero recibe una respuesta tajante. La tensión se palpa en el aire.

Mientras en casa todo se llena de silencios y miradas que esconden secretos, en la fábrica la situación también se complica. Andrés inspecciona las calderas junto a Tasio y Joaquín. La presión en la caldera principal ha aumentado sin motivo aparente. Aunque un trabajador logró estabilizarla, nadie encuentra la causa. Tasio, exasperado, no entiende cómo puede ocurrir justo ahora que la empresa funciona a medio gas. Andrés examina las máquinas, pero todo parece normal. Joaquín interroga al operario encargado, Benito, quien asegura que revisó la caldera el jueves anterior y no detectó ninguna anomalía.

Andrés y Joaquín intercambian una mirada de desconfianza. “Este hombre siempre ha sido de fiar”, susurra Joaquín. Pero Andrés, con gesto pensativo, no descarta que algo se les escape. Tasio lanza una teoría: tal vez la presión se haya alterado por haber detenido la producción de jabones. Andrés decide comprobarlo en los planos de la instalación y se dirige con Joaquín a la secretaría.

Allí, Gabriel está hablando por teléfono. Su tono parece calmado, pero su rostro revela tensión. Al otro lado de la línea, una mujer se presenta como Elisenda Monleón. Gabriel, confundido, no reconoce el nombre hasta que una voz familiar lo descoloca: “¿No reconoces mi voz?”, dice con reproche. Es Isabel. Él se sorprende y, en tono bajo, le exige que no vuelva a llamarlo a la fábrica. Le explica que cualquier error puede arruinar meses de trabajo. Isabel, dolida, le reclama su silencio y la falta de noticias. Gabriel, conteniendo su enojo, promete llamarla esa misma tarde desde un sitio seguro. “No me vuelvas a llamar aquí”, le advierte antes de colgar.

En ese preciso momento, Andrés y Joaquín entran a la oficina. Gabriel cambia inmediatamente su tono, fingiendo una conversación laboral. Les dice que no se preocupen, que estaba terminando unas gestiones, y sale de la sala con aparente tranquilidad. Sin embargo, se queda tras la puerta, escuchando cada palabra. Dentro, Joaquín entrega a Andrés los planos de la fábrica. Ambos revisan los documentos con atención, conscientes de que un fallo en las calderas podría resultar catastrófico.

La conversación entre los primos se vuelve casi filosófica. Hablan del valor de las calderas inglesas, de su resistencia, y de cómo son el corazón de la fábrica. Joaquín recuerda con emoción las palabras de su padre: “Sin calderas no hay magia”. Es el vapor el que da vida a toda la producción, el que mueve la maquinaria y mantiene la empresa en pie. Andrés asiente, comprendiendo la profundidad de esas palabras.

Pero, fuera de la sala, Gabriel escucha todo con una sonrisa sombría. En su mente, las piezas comienzan a encajar. Por fin ha encontrado el punto débil de la familia Reina: las calderas. Si logra manipular ese sistema vital, podrá destruir no solo la fábrica, sino también el legado de generaciones. La idea le provoca una mezcla de placer y determinación. Ya no es un simple contratiempo técnico, es la oportunidad perfecta para ejecutar su plan de venganza.

De vuelta en casa, Begoña intenta recomponerse, pero los signos son claros: su embarazo es cada vez más difícil de ocultar. María, desde las sombras, la observa con una mezcla de curiosidad y resentimiento, mientras Julia, inocente, es la única que percibe el peligro sin comprenderlo del todo. El destino parece empujar a cada personaje hacia una revelación inevitable. El secreto de Begoña está a punto de salir a la luz, justo cuando los cimientos de la familia se tambalean por culpa de la traición que se cierne sobre la fábrica.

El episodio promete emociones intensas y decisiones irreversibles: la amenaza de Gabriel, el dolor silencioso de María y el embarazo de Begoña convergen en un mismo punto, donde la verdad y la tragedia parecen inevitables. En Sueños de Libertad, nada volverá a ser igual.