Carmen se reencuentra en la fábrica con David, su primer novio – Sueños de Libertad

💫Spoiler: “El reencuentro que el destino tenía guardado”💫

En el nuevo episodio de Sueños de Libertad, las emociones se mezclan con la nostalgia y el cansancio del día. Las luces de la fábrica se apagan poco a poco, marcando el final de una jornada dura. Los obreros, agotados, se despiden entre bromas y comentarios sobre el trabajo, sin sospechar que esa tarde aparentemente rutinaria traerá consigo un encuentro que removerá viejos recuerdos y sentimientos olvidados.

“Pues nada, ya hemos terminado la faena por hoy”, comenta uno de ellos, limpiándose el sudor de la frente. El ambiente huele a metal, a esfuerzo y a un cansancio compartido que une más que cualquier palabra. “Hoy no me voy a tomar nada, me voy a casa, que estoy agotado”, añade con una sonrisa débil. Los compañeros le animan a quedarse un rato más, a compartir una copa en el bar de la esquina, pero él se despide: “Tomaros vosotros una a mi salud”. Nadie imagina que, apenas unos minutos después, un rostro del pasado aparecerá para cambiarle el ánimo por completo.

El sonido de una melodía suave acompaña la escena cuando David, al girar una esquina del taller, se queda paralizado. Frente a él, una figura familiar. Una mirada que creía haber dejado atrás hace más de una década. La sorpresa le hace retroceder un paso. “¡Pero madre mía… si estás igual!”, exclama entre risas incrédulas. Ella, sonrojada y divertida, responde con el mismo asombro: “Tú tampoco has cambiado nada, ¿eh?”.

El silencio se rompe con una palabra que despierta una oleada de recuerdos. “Camuchi”, murmura él, como quien pronuncia un conjuro del pasado. Ella sonríe, casi emocionada. “Hacía años que no escuchaba eso… solo tú me llamabas así para hacerme rabiar”. El tiempo parece haberse detenido entre ellos. Durante unos segundos, todo vuelve a ser como antes, cuando eran jóvenes y las responsabilidades todavía no habían endurecido sus miradas.

Capítulo 424 de Sueños de libertad; 28 de octubre: Carmen, ilusionada, se reencuentra con su exnovio

“¿Cuánto tiempo ha pasado?”, pregunta él, intentando recordar. “¿Diez años?”
Ella niega con la cabeza. “Más. En noviembre harán doce años desde que me fui de Dos Hermanas.”
David silba, impresionado. “Madre mía… cómo pasa el tiempo.”
“Ya te digo”, responde ella, con esa mezcla de melancolía y alivio que acompaña los reencuentros.

Él todavía no acaba de creérselo. “Cuando mi hermano me dijo que te había visto aquí en la colonia, pensé que se había confundido. Yo te hacía en Galicia.”
“Y no se equivocaba del todo”, explica ella. “He estado viviendo en Ribadeo hasta hace poco. Mi familia sigue allí.”
“Dales recuerdos de mi parte cuando hables con ellos”, pide él, con una sonrisa sincera. “Claro, se los daré”, contesta ella, con un tono suave que deja entrever la complicidad de antaño.

La conversación fluye con naturalidad, como si los años no hubieran pasado. David pregunta por su trabajo, curioso por saber qué hace ahora en la colonia. “Sí, trabajo aquí. Empecé como dependienta en la tienda y ahora soy jefa interina de ventas internacionales.”
Él asiente, admirado. “Sabía que tenías madera de jefa. Siempre lo supe.”
Ella ríe, restándole importancia. “Es solo temporal, hasta que vuelva doña Marta, la jefa de verdad.”
Pero la admiración en los ojos de David no desaparece. “Me alegra mucho saber que Toledo te ha tratado bien”, le dice con sinceridad.
“Sí, no me quejo”, responde ella. “Al principio fue duro separarme de mi familia y del pueblo, pero ahora tengo aquí a mi hermano… y a mi marido.”

La palabra “marido” cae como una piedra en el aire. David disimula su sorpresa, sonríe con cortesía. “Ah, casada. Qué bien… me alegro mucho de que todo te vaya tan bien.” Pero detrás de su voz amable hay una sombra leve, apenas perceptible, la huella de algo que pudo ser y nunca fue.

Chema le saca los colores a Carmen... ¡su ex novio ha llegado a la colonia!

Intentando cambiar de tema, ella menciona el problema reciente en la fábrica. “Lo de la sala de calderas fue un desastre”, comenta preocupada. “¿Sabes si tardarán mucho en arreglarla?”
David suspira. “Por ahora solo la hemos apuntalado para seguir trabajando, pero hasta que funcione del todo… queda bastante.”
“Entonces tenéis trabajo para rato”, deduce ella.
“No te creas”, responde él con un dejo de amargura. “Puede que mi cuadrilla no termine la obra. Hay un jefe que no está muy contento con los resultados y no sé si nos despedirá antes de tiempo.”
Ella intenta tranquilizarlo. “Tranquilo, David, ya sabes cómo es esto. Siempre hay nervios, pero seguro que todo se soluciona. No llegará la sangre al río.”
Él sonríe, agradecido. “Eso espero, mujer.”

La tensión desaparece y da paso a una calma cálida, la de dos personas que se reencuentran sin planearlo y se reconocen en el otro, pese al paso de los años. “Me ha alegrado mucho verte, hija”, dice él con una mezcla de ternura y nostalgia.
“Y a mí verte a ti, David”, responde ella. “Cuando quieras, nos tomamos algo y nos ponemos al día.”
“Claro que sí”, dice él, bajando la mirada con un gesto que oculta más emoción de la que quiere mostrar. “Por mí encantado.”

Se despiden con una sonrisa que encierra promesas silenciosas. “Nos vemos”, dice él mientras ella se aleja entre los pasillos de la fábrica. “Hasta luego”, contesta ella, sin volverse, aunque sus ojos brillan como si algo en su interior se hubiera despertado.

La música vuelve a sonar, envolviendo la escena con un aire nostálgico. La cámara se detiene unos segundos en David, que observa cómo se aleja su vieja amiga, “Camuchi”, el apodo que durante años había permanecido dormido en su memoria. La vida los separó, el trabajo los ha vuelto a reunir, pero lo que ambos sienten en ese instante no es solo alegría: es la sensación de haber abierto una puerta que quizá habría sido mejor dejar cerrada.

Porque, en esta colonia donde los secretos laten bajo cada mirada y el pasado siempre encuentra la forma de regresar, los reencuentros nunca son casualidad. Y lo que empieza como una charla inocente entre viejos conocidos puede convertirse en una historia que altere el equilibrio de todos.

💔 En los próximos episodios de “Sueños de Libertad”, el regreso de Camuchi podría traer no solo recuerdos del pasado, sino verdades que David ya no podrá seguir ocultando. Porque hay heridas que el tiempo no cura… solo las disfraza de cortesía.