EL DESTINO DE PETRA TRAS SU ENFERMEDAD… || CRÓNICAS y ANÁLISIS de #LaPromesa
La serie La Promesa, ambientada en 1916, continúa sorprendiéndonos con tramas intensas y llenas de dramatismo. Tras la despedida definitiva de Catalina, personaje interpretado por Carmen A., ahora los focos se centran en Petra, el ama de llaves cuyo carácter fuerte y temperamento ácido la convirtieron en una figura inconfundible de la historia. Sin embargo, la salud de Petra se encuentra en grave peligro, lo que abre un abanico de posibilidades para su destino. Este relato explora detalladamente el contexto, los síntomas, las causas de su enfermedad y las posibles soluciones que podrían marcar el desenlace de uno de los personajes más comentados de la serie.
La preocupación de los seguidores nace a raíz de un accidente que sufrió Petra en el jardín del palacio. Allí, a causa de un descuido relacionado con las herramientas de Ballesteros, se produjo una herida que, en un primer momento, no pareció demasiado grave. No obstante, pronto comenzaron a manifestarse síntomas alarmantes. La rigidez en los músculos, los espasmos y el dolor creciente dejaron entrever que se trataba de algo mucho más serio que una simple herida superficial. La sospecha inmediata de los más atentos espectadores fue el tétanos, una enfermedad temida en la época debido a la falta de antibióticos y a la escasez de recursos médicos eficaces en lugares alejados de las grandes ciudades.
La enfermedad, conocida por su rapidez y agresividad, se transmite principalmente por heridas contaminadas con tierra o herrumbre, y en este caso, el corte que sufrió Petra encajaba perfectamente con ese riesgo. Al vivir en 1916, Petra no podía beneficiarse de los avances de la medicina moderna, y mucho menos de los antibióticos que hoy en día se utilizan rutinariamente para frenar infecciones graves. En consecuencia, la trama coloca a Petra en una posición dramática: la lucha por su vida dependería de remedios caseros, cuidados paliativos y, con suerte, la posibilidad de acceder a tratamientos experimentales de la época.
Las escenas recientes muestran la gravedad de su situación. Petra se desploma en varias ocasiones, obligando a María Fernández a asistirla con dedicación y cariño. En algunos momentos, incluso la hemos visto incapaz de mover un brazo, presa de una rigidez preocupante. La imagen de Petra, siempre fuerte y dominante, reducida a la fragilidad de una enferma al borde del colapso, ha impactado profundamente al público. María, que poco a poco se perfila como su posible sucesora en el puesto de ama de llaves, se convierte en su principal apoyo en este trance, dándole cuidados básicos y compañía en la soledad de su habitación.
El pronóstico que se presenta es sombrío. El tétanos, sin tratamiento adecuado, provoca espasmos generalizados que pueden llevar a la asfixia en cuestión de segundos. Además, los síntomas de hipertensión, palpitaciones y dolor constante hacen que la progresión de la enfermedad sea una carrera contra el tiempo. En este contexto, los remedios disponibles en el palacio se limitan a cataplasmas, ungüentos, infusiones nutritivas y aguardiente para limpiar la herida. Estos recursos, aunque bien intencionados, resultan insuficientes ante una infección tan peligrosa.
No obstante, existe un rayo de esperanza. En 1916, aunque no existían antibióticos, sí se había desarrollado en Europa un tratamiento innovador: la antitoxina tetánica, obtenida a partir de suero de caballo inmunizado. Este remedio tenía la capacidad de neutralizar la toxina circulante en el cuerpo antes de que se adhiriera a las terminaciones nerviosas. Eso sí, debía administrarse con rapidez y en un contexto adecuado para que pudiera surtir efecto. La trama de La Promesa podría perfectamente incorporar este giro argumental: la llegada providencial de la medicina gracias a la intervención de un personaje con contactos e influencia.

Aquí es donde entra en juego la figura del padre Samuel. Noble en secreto y con vínculos eclesiásticos, Samuel tiene la capacidad de mover hilos discretos para conseguir lo que otros personajes no podrían. No resulta descabellado imaginarlo gestionando la obtención de la antitoxina en las ciudades principales, quizá valiéndose de su linaje oculto y de influencias que aún desconocemos. También se especula con que Manuel, gracias a su avión, podría ser el encargado de traer el remedio. Este detalle añade tensión dramática, ya que de la rapidez en conseguir la medicina dependería la vida de Petra.
Si la antitoxina llegara a tiempo, Petra no mejoraría de inmediato, pero sí podría comenzar un proceso gradual de recuperación. En cuestión de días, los síntomas más agresivos disminuirían, y con el paso de las semanas, la mejoría se haría evidente. Eso sí, es probable que quedaran secuelas permanentes, como rigidez en ciertas zonas del cuerpo o limitaciones físicas. Este desenlace ofrecería un equilibrio narrativo: salvar al personaje pero sin devolverle completamente la fortaleza que antes la caracterizaba.
La tensión aumenta al considerar otro posible giro: que Petra, creyéndose en sus últimos momentos, decida confesarse con el padre Samuel antes de recibir la extremaunción. Una confesión cargada de secretos, culpas y verdades ocultas encajaría perfectamente en la narrativa de La Promesa, reforzando el dramatismo de la situación y dejando espacio para revelaciones sorprendentes. Que sobreviva o no, ese momento de vulnerabilidad sería un hito en la historia del personaje.
Por otro lado, el público también se pregunta quién estaría dispuesto a luchar por salvar a Petra. Mientras que algunos personajes como María Fernández muestran empatía y cariño, otros como Leocadia no parecen inclinados a mover un dedo. Manuel, a pesar de su bondad, podría no tener la misma urgencia emocional. Todo apunta a que Samuel será quien desempeñe un papel clave, aunque siempre cabe la posibilidad de que surja un aliado inesperado dentro de la nobleza.
En definitiva, el destino de Petra se presenta como uno de los grandes misterios actuales de La Promesa. La serie nos tiene acostumbrados a giros inesperados y a una narrativa en la que nada es definitivo hasta que ocurre en pantalla. Aunque la mayoría de indicios señalan hacia una muerte segura, la introducción de la antitoxina podría ofrecer una salida milagrosa, otorgando esperanza tanto a los personajes como a los espectadores. Al mismo tiempo, este recurso permitiría explorar nuevas facetas de Petra: una mujer marcada por la enfermedad, con secuelas físicas y emocionales, pero también con la oportunidad de redimirse o de profundizar en sus relaciones con quienes la rodean.
Sea cual sea el desenlace, la enfermedad de Petra está sirviendo para resaltar la dureza de la época, la fragilidad de la vida sin avances médicos y la importancia de la lealtad y la solidaridad entre personajes. Los espectadores, mientras tanto, permanecen expectantes, debatiendo teorías y deseando que la trama ofrezca un equilibrio entre la crudeza de la realidad histórica y la esperanza que la ficción puede brindar.