¡IMPACTANTE! EL PLAN MORTAL CONTRA JANA. FUE LEOCADIA || CRÓNICAS de #LaPromesa #series

La sombra de la tragedia vuelve a cubrir los pasillos del palacio de La Promesa. Durante meses, los espectadores se han hecho la misma pregunta: ¿Quién fue realmente la persona que atentó contra Jana Expósito? Esa joven valiente que desafió a la nobleza, que se enfrentó a los poderosos y que pagó un precio muy alto por ello. Ahora, en los próximos capítulos, parece que las piezas del rompecabezas encajan y un nombre surge con fuerza: doña Leocadia de Figueroa, también conocida como “la postiza”.

Lo que parecía un misterio sin resolver empieza a aclararse, y no por casualidad. El mismísimo capitán Lorenzo de la Mata, el garrapata que mejor que nadie conoce la doble cara de Leocadia, será quien se atreva a señalarla. Y aunque no es precisamente un hombre de fiar, sus acusaciones sacarán a la luz una verdad inquietante: Leocadia fue la mente maestra detrás del ataque mortal contra Jana.

La doble cara de Leocadia

Cuando llegó al palacio, Leocadia supo jugar sus cartas. Se acercó a Jana, se ganó su confianza, la trató con respeto e incluso con cariño. Tanto así que Jana jamás tuvo una mala palabra hacia ella. María Fernández lo recordó en una conversación reciente: “Doña Leocadia siempre trató bien a Jana, la estimaba”. Pero esa fachada no era más que una máscara. Detrás de los gestos de apoyo y de las palabras dulces, se escondía una estratega fría y calculadora, dispuesta a manipular a todos para protegerse.

¿Prueba de ello? El famoso botón de la bata de doña Cruz Izquierdo, que apareció misteriosamente en la mano de Jana tras el disparo. ¿Casualidad? Parece que no. Todo apunta a que fue colocado allí por la propia Leocadia para incriminar a la marquesa y desviar las sospechas hacia ella. Una jugada maestra de manipulación.

El disparo que no logró silenciarla

El plan original parecía perfecto: eliminar a Jana con un disparo y culpar a Cruz. Pero Jana, contra todo pronóstico, sobrevivió. No solo eso, sino que estaba embarazada y durante un tiempo se escucharon los latidos del bebé, lo que dio esperanzas a todos de que lograría salir adelante. Esa esperanza fue la pesadilla de Leocadia.

Si Jana despertaba, podía contar lo que había visto. Podía revelar quién había estado detrás del atentado. Y eso era algo que Leocadia no podía permitir. Había demasiado en juego, demasiados secretos que podrían arruinarla. Por eso, el plan no terminó con aquel disparo fallido.

La alianza letal con Lorenzo

Aquí entra en escena Lorenzo de la Mata. Ambicioso, cruel y sin escrúpulos, fue él quien proporcionó a Leocadia la herramienta definitiva para asegurarse de que Jana no sobreviviera: cianuro. Un veneno rápido, mortal y prácticamente indetectable.

Según las revelaciones, Lorenzo habría conseguido el veneno en la joyería Yob, un establecimiento que bajo la fachada de negocio familiar escondía tráfico de armas, documentos ilegales y sustancias prohibidas. Allí, en ese oscuro mercado de la aristocracia corrupta, consiguió la sustancia letal.

El envenenamiento fue un acto calculado. Poco a poco, mientras Jana luchaba por recuperarse, se le fue administrando el cianuro que terminó por debilitarla sin que nadie sospechara lo que ocurría.

¿Quién participó en ese momento? Hay teorías que apuntan también a Jacobo, que estuvo cerca de Jana en su lecho, dándole de beber con un paño húmedo. ¿Fue él cómplice directo? La duda sigue abierta. Lo que sí parece claro es que Leocadia estuvo detrás del plan, y Lorenzo fue el brazo ejecutor que le proporcionó el arma mortal.

Más que un crimen: un pacto

El atentado contra Jana ya no puede verse como un acto aislado. Fue el resultado de una alianza oscura entre Leocadia y Lorenzo. Ella, obsesionada con proteger sus secretos y eliminar a sus rivales, entre ellos Cruz. Él, encantado de sembrar el caos si con ello ganaba poder y control. Juntos formaron un dúo letal que no dudó en acabar con la vida de una mujer inocente.

Este pacto de silencio, de amenazas y chantajes, revela hasta dónde podían llegar ambos personajes para conseguir sus objetivos. Y lo más inquietante es que todavía quedan cabos sueltos que podrían arrastrar a otros nombres a esta red de corrupción y crimen.

¿Bastará con la acusación?

Ahora que Lorenzo ha decidido señalar directamente a Leocadia, la gran pregunta es: ¿será suficiente para desenmascararla? Todos saben que el capitán no es precisamente un testigo confiable. Su historial de mentiras, traiciones y manipulaciones pesa demasiado. Sin embargo, la desaparición de Ángela ha comenzado a remover secretos ocultos en La Promesa y parece que la verdad, poco a poco, empieza a salir a la luz.

Lo que parecía enterrado bajo capas de engaños y conspiraciones está emergiendo con fuerza. Cada nueva revelación acerca a Leocadia a su caída. Y esa caída promete ser tan espectacular como el poder que ha logrado acumular a lo largo del tiempo.

Una villana al descubierto

Leocadia de Figueroa, la mujer que supo ganarse la confianza de Jana, que fingió ser amiga y protectora, resultó ser su verdugo. No solo planeó el atentado, sino que después se aseguró de silenciarla con veneno. Y todo, además, con la frialdad de incriminar a otra persona para salvarse.

El espectador, que durante tanto tiempo se preguntó quién había disparado realmente, se encontrará ahora con un giro impactante: la verdadera culpable no era la sospechosa evidente, sino aquella que mejor jugó sus cartas desde las sombras.

¿Qué viene ahora?

Lo que está claro es que el desenlace de esta trama no dejará indiferente a nadie. La confesión de Lorenzo puede ser el detonante de una cadena de revelaciones que pondrán a todo el palacio de cabeza. Los secretos de Leocadia ya no podrán permanecer ocultos para siempre.

La pregunta que queda en el aire es si la justicia llegará finalmente a La Promesa. ¿Pagará Leocadia por sus crímenes? ¿O encontrará la manera de manipular una vez más la situación a su favor?

Una cosa es segura: los próximos capítulos prometen ser los más intensos de la serie. Porque cuando la verdad sale a la luz, nada vuelve a ser igual.

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