LA HORA FINAL de Petra Arcos || CRÓNICAS de #LaPromesa #series
En los pasillos y rincones de La Promesa se respira un aire extraño, como si el tiempo se estuviera agotando para una de sus figuras más temidas y a la vez indispensables: Petra Arcos. En los últimos episodios, su carácter duro y su rigidez parecen no ser solo rasgos de personalidad, sino síntomas de un deterioro físico que amenaza con acabar con su vida. La trama que se abre con ella no es únicamente la de una enfermedad, sino la de un símbolo narrativo que podría marcar un antes y un después en la historia de la serie.
La actitud de Petra no ha cambiado demasiado en cuanto a su severidad con el servicio. Exige disciplina, recrimina constantemente a sus subordinados y muestra una intolerancia absoluta hacia cualquier desviación del trabajo. Pero detrás de esas órdenes cortantes y esa mirada dura, los espectadores han comenzado a notar señales de alarma. Movimientos torpes, gestos de dolor, una rigidez extraña en el brazo y el cuello que no corresponden al temple de la mujer que siempre había demostrado ser. Como un muñeco de cera que se quiebra poco a poco, Petra se desmorona en silencio.
El padre Samuel ha sido uno de los primeros en advertir que algo no va bien en su salud. A pesar de sus intentos de ayudarla, Petra rechaza con obstinación cualquier muestra de debilidad. Para ella, admitir que su cuerpo flaquea sería rendirse, y esa no es una opción. Sin embargo, los síntomas hablan por sí solos. Dolores insoportables, dificultad para abrir la mandíbula, rigidez muscular cada vez más evidente: todo apunta a una enfermedad que en la España de principios del siglo XX era casi una condena de muerte. Se trata del tétanos, un mal silencioso y devastador que avanzaba sin freno en una época sin antibióticos ni vacunas generalizadas.
Los detalles encajan: la herida en el brazo que Petra sufrió y que nunca curó del todo podría haber sido el punto de entrada de esta infección mortal. Lo que al principio parecía tortícolis o una dolencia nerviosa, en realidad es una amenaza letal. En aquella época, el tétanos era frecuente tras partos, heridas de guerra o simples accidentes de campo, y sus consecuencias eran terribles. Sin tratamiento efectivo, las personas afectadas padecían un deterioro rápido y doloroso que rara vez dejaba lugar a la recuperación. La vacuna aún tardaría décadas en aplicarse de forma generalizada, y esto convierte el cuadro de Petra en un augurio de tragedia.
Lo significativo, más allá del diagnóstico, es lo que Petra Arcos representa dentro de la casa de La Promesa. Desde el inicio fue la espía al servicio de la marquesa de Luján, la mujer que manipuló, traicionó y doblegó voluntades con mano de hierro. Una presencia constante en el servicio, respetada por miedo y odiada por sus métodos. Si ella desaparece, no solo se extinguiría una villana, sino también una pieza clave del engranaje narrativo. El servicio perdería a su general implacable, y la jerarquía que hasta ahora mantenía un extraño equilibrio quedaría rota.
A lo largo de los capítulos, sin embargo, también hemos visto grietas en esa coraza. Petra, más allá de su dureza, arrastra una historia de frustraciones y dolores personales que la han convertido en lo que es. Su posible final abre la puerta a una redención inesperada, a un último gesto que muestre que bajo esa máscara de severidad había una mujer marcada por el sufrimiento. La serie juega con esta dualidad, presentándonos a Petra tanto como antagonista como figura trágica.
Los avances oficiales confirman que su situación irá a peor. La veremos cada vez más irascible, rígida e incapaz de dominar sus emociones. Escenas aparentemente sencillas, como el momento en que muerde una almendra garrapiñada y no soporta el dolor en la mandíbula, se convierten en símbolos de un deterioro que avanza sin remedio. Lo más inquietante es su negativa a aceptar ayuda médica. Aferrada a su orgullo, rechaza tratamientos y se hunde en un camino que podría no tener retorno.
Históricamente, esto encaja con lo que ocurría en la España de 1910 a 1916, periodo en que se sitúa la historia. El tétanos era una de las principales causas de muerte, y un simple descuido podía ser fatal. La serie, consciente de ello, parece haber elegido este rumbo narrativo para subrayar la fragilidad de la vida en aquella época y lo implacable de ciertas enfermedades.
La gran incógnita es si Petra Arcos morirá o si los guionistas guardan una sorpresa en el último momento. Existe la posibilidad de que el doctor Guillén, con sus conocimientos modernos, detecte lo que otros no ven y logre salvarla. Pero también cabe pensar que Petra, fiel a su carácter orgulloso, se niegue a recibir ayuda y caiga víctima de su propia soberbia. Sea cual sea el desenlace, el impacto será devastador en la dinámica del palacio.
La relación de Petra con los demás personajes también se ve afectada por esta trama. Su destino se entrelaza con el de Pía Adarre, Candela, Simona y, especialmente, María Fernández. Y es aquí donde surge un giro inesperado: debilitada por los dolores y consciente de sus limitaciones, Petra decide confiar en alguien a quien siempre despreció, la joven doncella María Fernández. Lo que antes eran burlas y desprecios se convierte en un vínculo extraño, en una confianza que sorprende a todos. María, ingenua pero leal, se convierte en su confidente y asume responsabilidades en nombre de Petra, guardando secretos y protegiendo lo que la veterana del servicio ya no puede controlar.
Este gesto abre varias interpretaciones. Puede verse como una muestra de redención, un reconocimiento de que Petra ha llegado a sus límites y necesita apoyarse en alguien. Pero también podría ser una estrategia para ocultar su debilidad al resto y mantener la fachada de autoridad. En cualquier caso, esta inesperada alianza entre dos personajes tan opuestos añade una capa de complejidad a la trama y anticipa un desenlace cargado de emociones.
La sensación general es clara: el tiempo de Petra Arcos se agota. Todo apunta a que nos acercamos a su hora final, a un último día que marcará la historia de La Promesa. Si finalmente muere, la casa perderá a su villana más temida, pero también a una mujer que, en su crudeza, representaba el orden, la disciplina y el control. Si sobrevive, será tras una lucha feroz contra sí misma y contra la enfermedad que amenaza con arrebatarle todo.
En cualquier caso, lo que ocurre con Petra no es casual. La serie prepara a los espectadores para un desenlace inevitable, cargado de simbolismo y dramatismo. Lo que ahora parecen simples síntomas físicos, pronto se convertirán en el epicentro de una tragedia que transformará el servicio, el palacio y la memoria de quienes convivieron con la señora Arcos. Su hora final se acerca, y con ella, el fin de una era en La Promesa.