Martina en peligro: Leocadia mueve ficha

Este jueves en La Promesa (capítulo 705), la tensión en el palacio alcanza niveles extremos. Leocadia, fiel a su naturaleza manipuladora, ha detectado la vulnerabilidad de Martina tras su reciente fracaso por acercarse a Jacobo. La condesa no tarda en fijar a la joven como su próximo objetivo, con la intención de aprovechar cualquier debilidad para avanzar en sus maquiavélicos planes. Mientras tanto, la relación entre Ángela y Beltrán parece florecer, pero Leocadia actúa con rapidez: ofrece una generosa dote y planifica expulsar a Lorenzo del palacio, eliminando cualquier obstáculo que interfiera en su estrategia. Curro, consciente del peligro que acecha a Ángela, toma una decisión drástica que amenaza con cambiar el rumbo de todos los acontecimientos.

El palacio, bajo un cielo gris y pesado, parece absorber las tensiones como un ente vivo. Cada pasillo y salón resuena con secretos, suspiros reprimidos y conspiraciones invisibles. La atmósfera es casi irrespirable, y el jueves 30 de octubre se perfila como un día de tormentas emocionales para todos los habitantes, nobles y sirvientes por igual.

Martina arrastra el peso de su decepción. La cena que preparó con tanto esmero para Jacobo fue un desastre: su prometido estuvo presente físicamente, pero ausente emocionalmente, respondiendo con frialdad y monosílabos que la dejaron herida y desorientada. Mientras observa los jardines desde su ventana, el vacío y la soledad la oprimen. Cada intento de acercarse a Jacobo choca contra un muro de indiferencia, y la joven comienza a cuestionar si alguna vez conoció al hombre del que se enamoró. En medio de su desesperación, un nombre surge en su mente: Adriano. Pensar en él despierta sentimientos encontrados de culpa y anhelo, y su sola presencia se convierte en un refugio que Martina busca desesperadamente.

Simona y Candela, en el corazón del servicio, observan a Lope, el joven cocinero, con preocupación. Su habilidad en la cocina sigue intacta, pero sus ojos han perdido el brillo. Las mujeres, conscientes del talento de Lope, le proponen publicar un libro con sus recetas, un proyecto que le permitiría dejar un legado más allá de las paredes del palacio. La idea, inicialmente increíble para Lope, despierta en él una chispa de esperanza y una tímida sonrisa, símbolo de un nuevo comienzo.

En otra ala, Petra enfrenta un ultimátum de Cristóbal: demostrar su valía en pocos días o perder su puesto como ama de llaves. La noticia sacude a la mujer, que ve peligrar su hogar y su estabilidad emocional. Sorprendentemente, Pía Adarre, su antigua enemiga, siente compasión y decide intervenir, buscando la ayuda de Samuel para evitar que Petra sea despedida. Una alianza inesperada se forja, demostrando que incluso entre rivales pueden surgir gestos de nobleza.

Mientras tanto, Leocadia continúa tejiendo sus intrigas. La confirmación de que Catalina no envió la carta que podía revelar sus planes no la amedrenta; al contrario, la estimula. La condesa analiza a todos en el palacio, buscando oportunidades y debilidades que pueda explotar. Su atención se fija en Martina: observa su vulnerabilidad, la frialdad de Jacobo hacia ella y la cercanía de Adriano, y percibe un terreno fértil para sembrar discordia. Con palabras sutiles, siembra celos y dudas en Jacobo, moviendo las piezas de su tablero con precisión letal.

Martina, ajena a la red de manipulación que se teje a su alrededor, busca apoyo en Adriano. En el jardín, entre rosales, le confiesa su angustia: la indiferencia de Jacobo, el muro emocional que parece insalvable, y la sensación de estar comprometida con un fantasma. Adriano, con paciencia y comprensión, le ofrece consuelo y palabras de aliento: el amor no puede ser un esfuerzo unilateral. En su mirada, Martina encuentra un refugio que calma momentáneamente su tormento.

En el hangar, un drama de reconciliación se desarrolla con Manuel permitiendo a Enora regresar, aunque Toño aún lucha con el dolor de su traición. La joven reconoce que recuperar la confianza será arduo, pero está decidida a reparar lo que rompió. Paralelamente, María Fernández enfrenta su propio conflicto: confiesa a Pía estar embarazada, pero decide no continuar con el embarazo, un giro que sacude profundamente a todos a su alrededor.

La presión sobre Ángela se intensifica. La generosidad de la dote ofrecida por Leocadia, en lugar de aliviarla, la hace sentir aún más atrapada. El fantasma de Lorenzo sigue acechando su corazón, y las dudas sobre el matrimonio con Beltrán la mantienen en constante angustia. Curro, viendo el sufrimiento de su amiga, comprende que su intervención es necesaria. Para proteger el futuro de Ángela, toma una decisión radical: renuncia a su parte de la herencia de La Promesa, cediéndola al matrimonio de Ángela y Beltrán como un regalo que garantiza su seguridad y estabilidad. Este gesto de generosidad y sacrificio rompe los planes de Leocadia, que ve cómo su control se debilita.

Sin embargo, la condesa no se rinde. Mientras el matrimonio de Ángela queda asegurado, su atención se dirige de nuevo hacia Martina, la joven que ahora se convierte en su próximo objetivo. Observa su vulnerabilidad y decide empezar a manipularla, preparando el terreno para nuevas intrigas y conflictos. Martina, envuelta en sus sentimientos y la comprensión de Adriano, aún no percibe el peligro que se cierne sobre ella, convirtiéndose en la pieza perfecta para los juegos de poder de Leocadia.

El capítulo promete emociones intensas: secretos que salen a la luz, alianzas inesperadas, decisiones que cambiarán vidas y la siempre presente sombra de Leocadia, moviendo hilos desde las sombras. La tensión crece, y una cosa queda clara: en La Promesa, nadie está a salvo, y el próximo capítulo traerá nuevas tormentas, con Martina en el centro de un peligro que podría marcar un antes y un después en la historia del palacio.