La Promesa – Avance del capítulo 706: Ángela desafía a Leocadia antes de casarse

Título: “El secreto de la habitación prohibida: la verdad que amenaza con destruir La Promesa”

Las sombras se alargan en el majestuoso pero inquietante palacio Luján. Nada es lo que parece, y los secretos, como serpientes dormidas, comienzan a despertar. En el centro de todo, Curro y Jana, dos almas unidas por la sangre y por un destino que los empuja hacia el abismo, están a punto de descubrir la verdad que durante años se mantuvo oculta tras las paredes frías de La Promesa.

Todo comienza con una decisión. Curro, atormentado por los recuerdos y las medias verdades, decide abandonar el palacio para buscar a Ramona, la única mujer que podría contarle lo que de verdad le ocurrió a su madre, Dolores. Sabe que su tío, el marqués Alonso, le oculta algo. Intuye que la marquesa Cruz esconde un pecado imperdonable. Antes de irse, pide a Jana que cubra su ausencia y que le prometa seguir investigando la misteriosa habitación que ambos descubrieron bajo el ala este del palacio. Esa habitación —cerrada, olvidada y llena de polvo— parece contener las respuestas que tanto han buscado.

Pero la partida de Curro no pasa desapercibida. Cruz Luján, siempre vigilante, percibe en la tensión de Jana y en el silencio de los criados que algo ocurre. Su intuición, afilada por los años de manipulación, le dice que Jana sabe más de lo que aparenta. El solo pensamiento de que su criada esté involucrada con su sobrino la enciende de furia. No solo teme un romance prohibido que mancille el nombre de los Luján, sino que también siente el peligro de que ambos descubran el secreto que lleva años enterrando bajo su fachada de dama respetable.

Lejos de allí, Curro llega al humilde hogar del hijo de Ramona. El lugar está cubierto de polvo y silencio, pero la presencia de la anciana es imponente. Cuando Ramona lo ve, el color desaparece de su rostro. Se estremece como si hubiera visto un fantasma. Lo acusa de querer desenterrar desgracias, de hurgar donde no debe. Entre gritos, lo expulsa de la casa, rogándole que no vuelva nunca más. Confundido y herido, Curro intenta hacerle entender que solo busca la verdad sobre su madre, pero la anciana no escucha. Sus ojos, cargados de miedo, revelan que hay algo mucho más grande detrás de su rechazo.

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Curro ignora que Cruz visitó a Ramona años atrás, con el rostro sereno y una bolsa de dinero entre las manos. Aquel encuentro, marcado por las amenazas y el chantaje, selló un pacto de silencio que ninguna de las dos volvió a mencionar. Cruz le advirtió que si hablaba, pagaría con la vida. Desde entonces, Ramona vive aterrorizada, presa de un pasado que no puede confesar. Sin embargo, el regreso de Curro ha abierto viejas heridas. La verdad que tanto temen ya no puede ser contenida.

Mientras tanto, en La Promesa, Jana continúa explorando los pasadizos secretos del palacio. Sabe que la habitación prohibida guarda las huellas de un crimen. Cada noche, con una lámpara temblorosa entre las manos, recorre los corredores ocultos. El aire es denso, cargado de humedad y de historias que el tiempo intentó borrar. En una de sus incursiones, descubre algo que la deja sin aliento: un conducto oculto que conecta directamente con la chimenea de la habitación de la marquesa Cruz. El pasadizo está cubierto de hollín, y en las paredes aún se distinguen marcas recientes, como si alguien hubiera pasado por allí no hace mucho.

Una noche, mientras se arrastra por el túnel, escucha voces. Es Cruz, acompañada por Alonso y Manuel. La conversación es tensa. Alonso exige saber qué fue realmente de Dolores. Cruz, con su tono helado, intenta desviar el tema. Dice que la muerte de Dolores fue un accidente, pero su voz tiembla. Manuel, que siempre ha defendido a su madre, empieza a sospechar. Jana, oculta en las sombras, contiene la respiración. De pronto, un pequeño candelabro cae de la repisa. El ruido resuena. Cruz se detiene en seco. Su mirada se dirige hacia la chimenea. Por un instante, el miedo y la culpa asoman en sus ojos. Jana apenas logra escapar antes de ser descubierta.

Fuera de los muros del palacio, Curro, desesperado por entender la reacción de Ramona, busca ayuda en el párroco del pueblo. El sacerdote, que conoce las historias antiguas de la región, le confiesa que la noche en que Dolores desapareció, un carruaje fue visto saliendo del palacio hacia los bosques, y que en su interior viajaban dos mujeres: una de ellas, según los rumores, era la mismísima marquesa. Esa revelación atormenta a Curro. ¿Fue Cruz quien provocó la desaparición de su madre?

En el palacio, Cruz intenta mantener las apariencias. Pero la tensión aumenta cuando su sobrina Martina hereda oficialmente el 25% de La Promesa. La marquesa finge alegría, pero por dentro arde de rabia. Su poder se ve amenazado. Si no logra controlar la herencia, perderá toda autoridad sobre la familia. Planea entonces una nueva jugada: manipular a Martina. La colma de halagos, le ofrece consejo, le habla del peso de la responsabilidad, todo para convencerla de que ceda su parte al marqués Alonso. Pero Martina, más astuta de lo que su tía imagina, confía la administración de su herencia a Catalina, desatando la furia de Cruz.

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Catalina, fortalecida por esta nueva posición, se convierte en una figura clave dentro del palacio. Su carácter justo y su cercanía con Jana la hacen peligrosa para la marquesa, que ve en ella un reflejo de todo lo que odia: la verdad, la transparencia, la bondad. Mientras tanto, Leocadia y su hija Ángela, recién llegadas, comienzan a ganar terreno en los círculos internos. Aunque parecen humildes, su presencia no es casual. Leocadia tiene cuentas pendientes con Cruz y sabe cosas que podrían destruirla.

Entre los sirvientes, los rumores crecen. Han desaparecido provisiones, dinero, y objetos de valor. El padre Samuel es señalado, pero la verdadera culpable es Ángela, que roba para ayudar a los pobres. Su nobleza, sin embargo, la pone en riesgo. Jana interviene para protegerla, consciente de que la joven guarda un secreto aún mayor: no sabe quién es su verdadero padre, y su madre se niega a decírselo.

En el corazón de La Promesa, las piezas se mueven como en una partida de ajedrez. Cruz, acorralada, planea eliminar a todos los que amenazan su imperio. Curro, cada vez más cerca de la verdad, prepara su regreso. Y Jana, armada de valor, se adentra una vez más en el pasadizo secreto. Esta vez, lleva consigo una llave antigua que encontró entre las pertenencias de su madre. La introduce en una cerradura oculta tras un tapiz y, con un sonido seco, la puerta se abre.

Dentro, el aire huele a humedad y a pasado. En el centro de la habitación, cubierta por una sábana, reposa una vieja caja de madera. Jana la abre con manos temblorosas. Dentro encuentra una medalla, un mechón de cabello… y una carta dirigida a ella. La firma: Dolores.

Las lágrimas nublan sus ojos mientras lee las primeras palabras: “Si estás leyendo esto, es porque la verdad ha encontrado su camino…”

La habitación prohibida ya no es solo un secreto. Es el eco del crimen que dio origen a todo. Y mientras Jana sostiene la carta, sabe que nada volverá a ser igual. Porque en La Promesa, cada verdad descubierta abre la puerta a un nuevo infierno.