La Promesa, avance semanal: Enora desaparece misteriosamente
Avance semanal de ‘La Promesa’: Enora desaparece misteriosamente, del 13 al 17 de octubre
El otoño había cubierto el valle de Los Pedroches con su manto de tonos ocres y dorados, pero dentro de La Promesa, el ambiente era gélido y cargado de inquietud. Cada sala, cada pasillo, parecía contener la respiración ante sucesos que se presentaban inminentes y potencialmente devastadores. La rutina del palacio, normalmente tan ordenada, se había convertido en un hilo tenso de secretos y temores, mientras las intrigas y tragedias acechaban a cada habitante.
El lunes comenzó con Curro de la Mata atrapado en un dilema angustioso. La marquesa viuda, Leocadia, lo sorprendió en su alcoba, con un broche de zafiros y diamantes que pertenecía a la familia en sus manos. La tensión fue inmediata: Curro, paralizado por el miedo y la incomprensión, trataba de justificar su presencia. Había entrado movido por una sospecha relacionada con la misteriosa muerte de Jana y el secreto que la joya podía contener, pero Leocadia no estaba dispuesta a escuchar excusas. Su amenaza era clara: o seguía sus órdenes o su reputación quedaría destruida. Mientras tanto, en otra parte del palacio, Petra luchaba por su vida. El veneno que corría por sus venas hacía cada minuto crítico, y la familia se debatía entre la impotencia y la desesperación. Manuel decidió volar hasta Sevilla para conseguir el suero salvador, enfrentándose al peligro con resolución y valentía.
En los jardines y salones, otras tensiones bullían. Martina y Adriano compartían gestos y conversaciones que no pasaban desapercibidos, provocando la furia de Jacobo, prometido de Martina, quien comenzó a imponer su control con violencia y amenazas. Teresa y Lope, angustiados por la desaparición de Vera, sentían el peso de la incertidumbre. La joven había partido con una excusa vaga y su silencio generaba temor, sospecha y desesperación en quienes la querían. Mientras tanto, Pía recibía una carta de Ricardo, el padre de su hijo, que le ofrecía una alternativa de vida lejos de La Promesa, y le obligaba a considerar decisiones que podrían cambiar su futuro.

Leocadia, sin esperar, continuaba moviendo piezas. Lorenzo, cansado de retrasos y evasivas, decretó que la boda de Ángela se celebraría en tres meses, aumentando la presión sobre la joven y acentuando el sentimiento de asfixia que la rodeaba. Enora, ingeniera brillante, se veía atrapada entre los planes de Toño y la inquietante llamada recibida aquella mañana, que la mantenía distraída y con un secreto que amenazaba con oscurecer el hangar y su relación con él.
El martes trajo un respiro temporal: Petra superó la noche crítica, un alivio que unió por un instante a todos en la finca. Pero la tranquilidad fue efímera. Vera regresó del misterio de su desaparición, rígida y distante, incapaz de explicar su ausencia y ocultando algo que generaba miedo y desconcierto entre Teresa y Lope. En la planta noble, Adriano se consumía por la ausencia de Catalina, mientras Jacobo, con la anuencia de Leocadia, desmantelaba cualquier rastro de los avances y reformas de Catalina, dejando a Martina impotente ante la destrucción del legado de su prima.
Ángela logró, por su ingenio y diplomacia, sortear la vigilancia de Lorenzo y recoger a Beltrán, un joven recién llegado, cuyo carisma y amabilidad la sorprendieron. La conexión entre ellos fue inmediata, un pequeño oasis de luz en medio de la presión de compromisos forzados. Mientras tanto, Leocadia volvió a confrontar a Curro, proponiéndole un sacrificio que implicaba traicionar a Lorenzo y asegurar la felicidad de Ángela, dejando a Curro atrapado en un dilema moral que amenazaba con destruirlo.
El miércoles amaneció con un milagro: Petra despertó, frágil pero consciente. La noticia trajo alivio y esperanza, mientras los criados y señores de la finca compartían un breve instante de alegría. Sin embargo, Curro seguía atrapado en su tormento interior, y la frialdad de Vera se había endurecido, aislándola y dejando en evidencia que algo terrible había ocurrido durante su ausencia. En contraste, en el hangar, Manuel, Toño y Enora celebraban el éxito de su nuevo motor de avión, un triunfo que parecía efímero frente a los secretos y tensiones que se acumulaban.
La tensión emocional siguió con Beltrán, quien había desarrollado sentimientos por Ángela, solo para descubrir que ella estaba comprometida con el Capitán de la Mata. La desilusión lo sumió en un desconcierto profundo, mientras la atracción incipiente entre ellos se veía truncada antes de comenzar. Más tarde, Adriano recibió una carta de Catalina que solo aumentó su desolación: sus palabras, lejos de consolarlo, confirmaban un vacío entre ellos y alimentaban su desesperanza.
El jueves, la carta de Catalina provocó un nuevo terremoto en La Promesa. Mientras Leocadia y Martina consideraban la decisión de Catalina sensata, Adriano interpretaba sus palabras como un indicio de peligro y huida. La discusión familiar evidenció divisiones y tensiones crecientes, mientras en el hangar, el trabajo con el prototipo continuaba hasta que un supuesto accidente de Enora reveló ser una farsa cuidadosamente orquestada. La ingeniera había fingido una lesión para ejecutar un plan más complejo, aumentando el misterio que la rodeaba.

El viernes, la tensión alcanzó su punto máximo. Curro seguía bajo la presión de Leocadia, atrapado entre un sacrificio personal y la protección de Ángela. Adriano lidiaba con las cartas de Catalina, cada lectura intensificando su angustia, aunque la intervención de María Fernández le ofreció un breve rayo de consuelo y perspectiva. Lorenzo avanzaba con los planes de boda, dictando invitados y detalles mientras la felicidad de Ángela, Beltrán y Curro se quebraba silenciosamente. Martina sospechaba de Leocadia y la observaba con creciente recelo, descubriendo indicios de secretos ocultos y manipulaciones.
El hangar recibía finalmente la pieza clave para completar el motor, un éxito técnico que contrastaba con la ausencia inquietante de Enora. Toño y Manuel podían avanzar en su proyecto, pero la misteriosa desaparición de Enora ensombrecía la alegría, dejando un reguero de incertidumbre y alarma. La semana cerraba con corazones en vilo: Curro al borde de un sacrificio, Martina con sospechas hacia Leocadia, Manuel y Toño con un futuro prometedor en la aviación pero con un miembro del equipo desaparecido, y Adriano atrapado entre cartas y emociones devastadoras.
El velo de los secretos apenas comenzaba a levantarse, y lo que se ocultaba bajo La Promesa amenazaba con devorar a todos, dejando una sensación de tensión y peligro que prometía un desenlace aún más oscuro y decisivo. La desaparición de Enora no era solo un misterio más: era el catalizador que sacudiría los cimientos de la finca y transformaría el destino de todos sus habitantes.