LA PROMESA Martes 4 de noviembre a las 18:30 h Avance del episodio 708 || Serie TVE
Título: “El viaje del amor y la venganza: secretos, sospechas y corazones en llamas en La Promesa”
Hola, mis queridos seguidores de La Promesa. Soy vuestro Gustav y hoy os traigo un avance imperdible del capítulo 708, que se emitirá este martes 4 de noviembre y promete dejarnos al borde del asiento. En este nuevo episodio, el amor y el peligro vuelven a entrelazarse como dos fuerzas que no pueden separarse. Porque en La Promesa, los sentimientos más puros siempre caminan junto a las sombras más oscuras. Y esta vez, ese carruaje del destino lleva el nombre de Ángela y Curro, dos almas que podrían transformar un sueño en una tragedia sin retorno.
Desde los primeros minutos, la tensión se respira en el aire. El palacio amanece entre susurros, secretos y pasos silenciosos. Doña Leocadia de Figueroa, aún sacudida por el desafío de su hija, busca consejo en su amante, Cristóbal Vallesteros, el mayordomo que se ha convertido en su oscuro confidente. Desesperada, le confiesa que no sabe si debe permitir que Ángela parta con Curro unos días fuera. Pero Cristóbal, con la lengua tan venenosa como astuta, siembra en ella la semilla de la duda: “Si los dejas marchar, asegúrate de saber a dónde van, porque quizá planean fugarse.”
Esa insinuación basta para que Leocadia arda en furia. Niega con vehemencia que su hija pudiera traicionarla, pero sus ojos la delatan. En su interior, el miedo y el control luchan por imponerse al amor. Finalmente, tras horas de reflexión, decide autorizar el viaje… no por confianza, sino por estrategia. Prefiere tenerlos vigilados que perderlos para siempre. Sin embargo, en el fondo sabe que ese permiso podría convertirse en el principio de su ruina.
Mientras tanto, Curro, sin sospechar el veneno que Leocadia esconde tras su sonrisa, recibe una noticia que cambiará por completo su ánimo. En una conversación íntima con Pía Adarre, la señora le revela un secreto que sacude los cimientos de su mundo: María Fernández está embarazada. Pía le aconseja mantenerse al margen, pero, entre palabras y silencios, deja caer una frase ambigua: “¿Y si Ángela ha organizado ese viaje secreto para fugarse contigo?”
Curro se queda paralizado. No tenía idea de que existiera tal plan, pero esas palabras despiertan en él una chispa de esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, se permite soñar con la posibilidad de una vida libre junto a Ángela, lejos de los muros y las cadenas de La Promesa. Sin embargo, los espectadores sabemos algo que él ignora: Ángela no planea una fuga, sino una despedida. Lo que él imagina como un comienzo será, en realidad, el preludio de su mayor sufrimiento.
Y mientras el amor se convierte en un campo de batalla, Beltrán y Jacobo protagonizan otro tenso desayuno en el comedor del palacio. Entre sorbos de café y comentarios mundanos, Jacobo se desahoga sobre su crisis con Martina, su orgullo herido a la vista. Beltrán intenta aconsejarlo con su falsa serenidad, pero sus palabras pronto revelan más de lo que deberían. Le confiesa que sospecha que el viaje de Ángela no es para despedirse de Curro, sino para preparar su boda.
Jacobo, crédulo, se aferra a la idea y el rumor empieza a tomar forma, alimentado por la mentira que Leocadia, desde las sombras, deja crecer a propósito. La marquesa sabe que el poder de una mentira radica en el silencio… y lo usa como su mejor arma.
Mientras tanto, lejos de los pasillos de mármol, las cocinas hierven con otro tipo de intrigas. Simona, Candela, López y Vera siguen obsesionadas con descubrir quién ha robado las recetas ilustradas del joven aprendiz. Las copias son idénticas: mismos ingredientes, mismas ilustraciones, el mismo toque de arte culinario. Y cuando más enfrascadas están en la investigación, aparece Santos Pellicer con su habitual descaro: “¿Qué pasa aquí? ¿Habéis abierto una academia de cocina?”
Su actitud levanta sospechas entre las cocineras. Nadie se atreve a decirlo en voz alta, pero todas lo piensan: ¿y si Santos es el ladrón? Vera propone revisar el periódico por si alguna nueva receta aparece firmada por Madame Cocot, el misterioso alias que parece esconder al culpable. Y Candela, con su chispa andaluza, declara divertida: “Simona y yo somos las detectives del fogón. Y no se nos escapa ni una miga.”
Lo que parece una trama ligera, en realidad esconde algo más serio: alguien dentro del palacio se está lucrando con el talento de López, y la verdad puede salir a la luz en el peor momento.
En el hangar, los motores también rugen, aunque no solo por el sonido de las hélices. Manuel, el hijo del marqués, entrevista a un nuevo candidato, don Luis, recomendado por Enora. Tras debatir con Toño, decide finalmente contratar a don Ambrosio, el otro aspirante. La decisión divide al grupo: Toño intenta mantener la calma, pero Enora, decepcionada, empieza a enfriarse. Su relación, que antes era una alianza de confianza y complicidad, se convierte ahora en un muro de hielo.
Más tarde, Toño se sincerará con Simona y Candela, buscando consuelo. “Con Enora en el trabajo nos entendemos bien, pero fuera de ahí no hay nada,” admite con tristeza. Las cocineras lo escuchan con ternura. Candela le responde con su sabiduría de siempre: “El amor, hijo, es como un buen guiso. Hay que removerlo a fuego lento, o se pega al fondo.” Una frase sencilla, pero cargada de verdad.
Y mientras en las cocinas el amor se cocina a fuego lento, en los pisos de arriba Petra Arcos libra su propia batalla. Su cuerpo debilitado y su mente extenuada apenas resisten, pero su orgullo no le permite rendirse. Finge fortaleza, cumple sus deberes, y mantiene la cabeza erguida… aunque en sus ojos ya se percibe el dolor. Ballesteros, siempre observador, empieza a sospechar que algo no va bien. No dice nada, pero cada mirada entre ellos revela lo que las palabras callan: Petra se está consumiendo.
Su resistencia, esa coraza que la hizo temida por todos, comienza a resquebrajarse. Pronto, su cuerpo y su corazón podrían ceder, y con ello desatar una nueva ola de emociones dentro del palacio.
Así termina este avance de La Promesa, donde el amor se confunde con el engaño, la venganza se disfraza de ternura y cada personaje esconde un secreto que podría cambiarlo todo.
¿Permitirá Leocadia que Ángela y Curro sean felices?
¿O su obsesión los arrastrará a un destino fatal?
¿Y quién se esconde detrás del nombre de Madame Cocot?
Lo descubriremos pronto. Soy Gustav, y me despido con un gran beso, recordándote que en La Promesa nadie es completamente inocente… ni completamente culpable. Hasta el próximo episodio, donde el amor y el peligro volverán a volar juntos, una vez más.