La Promesa: Martina rompe con Jacobo y desafía su destino
Martina rompe con Jacobo y desafía su destino
En este impactante capítulo de La Promesa, el aire del palacio se vuelve tan denso que parece que hasta los muros respiran tensión. Martina, asfixiada por los celos enfermizos de Jacobo y por un compromiso que la hace sentir prisionera, da un paso que cambiará su vida y el equilibrio de toda la casa: decide romper su compromiso. Lo que empieza como un paseo inocente con Adriano termina convirtiéndose en el detonante de una guerra emocional que nadie podrá detener.
El amanecer del 3 de noviembre llega con un brillo engañoso. El sol acaricia los jardines de La Promesa, pero debajo de esa calma se esconde una tormenta. Martina y Adriano caminan entre los rosales, compartiendo risas y confidencias. Por primera vez en semanas, Martina se siente libre, viva. Adriano, marcado por la melancolía y la pérdida, le ofrece el consuelo de alguien que comprende el peso de las apariencias. Entre ellos hay comprensión, ternura y algo más peligroso: una conexión que va más allá de la amistad.
Cuando una ráfaga de viento hace que un mechón de su cabello roce la mano de Adriano, el destino decide intervenir. Jacobo aparece de pronto, con los ojos incendiados de furia. La imagen de su prometida riendo con otro hombre lo enloquece. La escena se tiñe de amenazas y reproches. La voz del prometido despechado se clava como un látigo: la acusa de deshonra, la humilla delante de los niños, mientras Adriano se interpone con serenidad, intentando evitar una desgracia. Pero Jacobo no escucha razones. Es el retrato vivo de un hombre que confunde el amor con la posesión.
Martina, agotada de soportar, finalmente estalla. Defiende a Adriano con una fuerza que sorprende incluso a ella misma. Por primera vez, le grita a Jacobo la verdad que llevaba meses escondiendo: su desprecio, su repugnancia hacia él. En ese instante, algo se rompe irremediablemente. Jacobo se marcha con una amenaza en los labios: “Eres mía. Y tarde o temprano tendrás que comportarte como tal”. Pero ya es tarde. Martina ha tomado una decisión.

Mientras tanto, en las estancias superiores, otra mujer se enfrenta a su destino. Ángela desafía a su madre, Leocadia, con una valentía que nunca había mostrado. Reclama su derecho a viajar con Curro, aunque sea por unos días, aunque sea antes de su boda. La discusión es feroz, pero Leocadia cede, no sin antes lanzar una advertencia helada: si algo le ocurre a su hija, Curro pagará con su vida.
El joven siente el peso de esa amenaza cuando la marquesa lo intercepta en los pasillos. Sus palabras son veneno puro, una promesa de destrucción. Curro comprende que proteger a Ángela ya no es solo un deber, sino una cuestión de supervivencia. Sin embargo, la joven logra una pequeña victoria. Y en ese triunfo nace una nueva Ángela: más firme, más dueña de sí misma.
Beltrán, por su parte, sorprende a todos con un gesto de honestidad inesperado. Le confiesa a Ángela que aceptó el compromiso por la dote ofrecida por Leocadia. Pero lo que sigue es aún más impactante: le dice que no desea casarse con ella si no es libremente, que solo quiere su amor si es auténtico. En esas palabras, Ángela ve por primera vez al hombre detrás del contrato. No al oportunista, sino al ser humano que también lucha por liberarse.
En la planta baja, el servicio se enfrenta a una traición distinta pero igual de dolorosa. Las recetas de Lope, el orgullo culinario del palacio, han sido robadas y publicadas bajo el nombre de “Madame Cocotte”. El robo hiere su orgullo y pone en entredicho la lealtad dentro de la casa. La pista más pequeña —una pizca de sal ahumada de Bretaña— apunta hacia alguien inesperado: Enora, la misteriosa doncella de pasado francés. Lope promete descubrir la verdad, sin imaginar que su búsqueda destapará secretos que podrían sacudir a todos.
En otro rincón, Pía acompaña a María Fernández en el momento más difícil de su vida. Juntas emprenden un viaje silencioso hacia una decisión desgarradora: interrumpir un embarazo no deseado. Pía le ofrece más que apoyo; le ofrece comprensión, ternura y una nueva esperanza. Cuando el carruaje regresa a La Promesa, María está agotada, pero viva. Ha sobrevivido, y con ello ha recuperado algo que creía perdido: su libertad.
Mientras todo eso ocurre, Manuel recibe una carta que podría cambiar su destino. Una prestigiosa empresa aeronáutica inglesa le ofrece trabajo en Londres, no como piloto, sino como diseñador de aviones. Es la oportunidad de su vida, pero implica marcharse por cinco años, dejando atrás a su familia… y a Jana. La tentación del cielo lo enfrenta a una disyuntiva dolorosa: elegir entre el deber o su propio sueño.

Petra, en cambio, lucha contra su cuerpo y contra el tiempo. Agotada, enferma, se niega a mostrar debilidad. Samuel la encuentra desvaneciéndose y, con infinita paciencia, la ayuda a mantenerse en pie. Por primera vez, ella acepta ayuda sin sarcasmo, sin orgullo. Esa rendición mínima se convierte en su primer acto de humanidad en mucho tiempo.
El día se apaga, pero la tensión no. Jacobo, aún herido en su orgullo, acorrala a Martina en la biblioteca. Le exige que se mantenga alejada de Adriano, que recuerde “a quién pertenece”. Pero Martina ya no es la misma. Su mirada es firme, su voz, cortante. Lo enfrenta sin miedo y lo sentencia: “No voy a casarme contigo. No te amo. Me das asco”.
Las palabras estallan como dinamita. Jacobo, fuera de sí, intenta sujetarla por la fuerza. Los gritos de Martina alertan a Manuel, que entra en la habitación justo a tiempo. Lo separa con furia y lo amenaza con expulsarlo del palacio. Jacobo huye, derrotado, pero promete venganza. Martina, en cambio, se siente renacer. Por primera vez, es libre.
Manuel, viendo a su prima al borde del llanto, comprende cuál es su lugar. La carta de Londres aún arde en su bolsillo, pero ahora lo tiene claro: su destino no está en los cielos, sino en proteger a los suyos. Por ahora, La Promesa lo necesita más que nunca.
Esa noche, mientras las sombras se alargan, el palacio respira un silencio diferente. No es el silencio del miedo, sino el de un cambio que empieza a tomar forma. Martina ha roto sus cadenas. Ángela emprende un viaje hacia su libertad. María Fernández ha sobrevivido al dolor y ha renacido. Lope sigue la pista del traidor. Y Manuel, sin saberlo, ha elegido quedarse para defender la verdad.
La Promesa se sacude como si un rayo la hubiera partido en dos. Lo viejo se resquebraja, lo nuevo empieza a germinar. Entre ruinas, miedo y deseo, las mujeres del palacio comienzan a alzar la voz. Y esta vez, nadie podrá silenciarlas.