LA PROMESA..UN TRIÁNGULO PELIGROSO . EL ENGAÑO DE ÁNGELA SE CONVIERTE EN SU CONDENA.
La aparente calma del palacio de La Promesa se rompe: secretos, traiciones y venganzas
La tranquilidad que parecía envolver el palacio de La Promesa se ve súbitamente interrumpida por un secreto que, de salir a la luz, podría desatar consecuencias devastadoras para toda la servidumbre: el embarazo de María Fernández. La joven doncella, normalmente alegre y risueña, ahora camina entre la incertidumbre y el temor a un juicio implacable de una época que no perdona los errores. Su historia se convierte en el epicentro de la tensión del palacio, y cada mirada y susurro parecen anticipar la tormenta que se avecina.
El episodio comienza mostrando a María consumida por la angustia. Tras haber confiado su secreto a Pía Adarre y al padre Samuel, se enfrenta al dilema más grande de su vida. Pía, conocedora del dolor y la humillación que puede acarrear un error así, se erige como su refugio y consejera. Con la sabiduría nacida del sufrimiento, le recomienda que no retrase más la revelación de su situación ante los marqueses. María, temerosa de perder su empleo y de enfrentar la vergüenza pública que conlleva un hijo fuera del matrimonio, se siente atrapada. Cada día que pasa, el peso de su secreto se vuelve más insoportable.
El padre Samuel, hombre de fe y compasión, no puede evitar ser golpeado por la noticia. Aunque no es el padre del niño, el lazo emocional que lo une a María lo deja vulnerables, y su reacción mezcla preocupación pastoral con un toque de celos inconscientes y reprimidos. Sin embargo, deja a un lado su orgullo y asegura a María su apoyo y protección incondicional, convirtiéndose en un pilar en medio del miedo que la rodea.

La presión sobre María aumenta día a día. Sabe que tarde o temprano tendrá que confesar su secreto a los marqueses, pero le falta valor. La joven recuerda la noche de su error, una velada de embriaguez durante una verbena con un joven del pueblo, como un frágil escudo frente a la tormenta que se avecina. La tensión en su interior se refleja en cada gesto y en cada mirada, mientras el destino del palacio parece oscilar entre la calma y el caos.
Paralelamente, Ángela vive su propio infierno. Obligada a elegir entre el detestable Lorenzo y el apuesto capitán Beltrán, la joven se encuentra al borde del colapso emocional. Su primo Curro, único que percibe su creciente frialdad, intenta entender los motivos de su distanciamiento. Al descubrir que Ángela oculta un secreto grave, la insta a cambiar de estrategia. Siguiendo su consejo, Ángela adopta una actitud más conciliadora y cercana hacia Beltrán, sorprendiendo incluso al capitán, quien acepta con agrado su nueva cercanía. Todo forma parte de un plan claro: evitar a toda costa el matrimonio con Lorenzo, aunque esto implique fingir afecto por Beltrán. Sin embargo, la tensión emocional que sufre Ángela hace evidente que el plan no podrá sostenerse mucho tiempo sin consecuencias dolorosas.
Mientras tanto, otro conflicto amenaza la estabilidad del palacio: el robo del invento de Manuel. Enora confiesa ante Toño que intentó vender la idea del motor por desesperación económica. Su sinceridad revela su vulnerabilidad, pero no calma la furia de Manuel, quien considera que la traición es imperdonable. Su sentido de justicia choca con la compasión de Simona, la cocinera, quien intercede por Enora y le pide a Toño que tenga empatía y entienda las razones que llevaron a la joven a actuar así. Toño se encuentra dividido entre la lealtad hacia Manuel y el deseo de ofrecerle una segunda oportunidad a Enora. Este conflicto amenaza con fracturar la armonía en la servidumbre y poner a prueba los lazos de amistad y solidaridad que durante años los unieron.
En los salones nobles, la situación tampoco es mejor. La relación entre Martina y Jacobo ha llegado a un punto crítico. La distancia emocional entre ellos es insalvable, y cualquier intento de reconciliación parece condenado al fracaso. La ruptura es inminente, y sus consecuencias podrían afectar seriamente a toda la familia, alterando para siempre la dinámica de la casa.
La servidumbre también sufre bajo la mano implacable de Ballesteros, que no deja respiro a Petra, exigiéndole retomar todas sus funciones de inmediato. Pía, preocupada por la salud mental de Petra, intenta interceder ante la rigidez del mayordomo, advirtiéndole que tanta presión podría empujarla nuevamente al borde del colapso. Pero Ballesteros permanece inflexible, convencido de que la disciplina es la única cura para la debilidad. Este choque entre compasión y autoridad refleja la eterna lucha entre humanidad y poder dentro del palacio.
Sin embargo, el verdadero núcleo del drama en el episodio 704 gira en torno a Leocadia y su oscuro secreto. La mujer, que creía haber enterrado para siempre una verdad peligrosa, empieza a sentir que el suelo tiembla bajo sus pies. Ella y Ballesteros están obsesionados con la misteriosa carta enviada a Adriano en nombre de Catalina. Sospechan que alguien podría estar manipulando los acontecimientos y que esa persona conoce su secreto más oscuro. La tensión alcanza su punto máximo cuando se confirma que Catalina jamás escribió la carta. La revelación cae como un rayo: otra persona, desconocida y poderosa, parece tener ahora la llave del pasado de Leocadia.
El pánico se apodera de Leocadia. Su paranoia crece y empieza a sospechar de todos los que la rodean. Mientras busca desesperadamente respuestas en su estudio, recibe un mensaje anónimo, escrito en un papel antiguo, que hace referencia a un episodio de su pasado que solo muy pocos podrían conocer. La frase, breve pero contundente, dice:
—”La promesa no se ha cumplido y ahora la verdad está servida.”
Leocadia palidece, y el papel cae de sus manos. El aire del palacio se vuelve denso y opresivo, y un leve paso resuena en el pasillo. Al acercarse a la puerta, no encuentra a nadie. Solo el silencio, cargado de amenaza, de La Promesa. Pero algo en el suelo llama su atención: un medallón de plata, el mismo que había entregado años atrás a alguien que creía muerto. Lo recoge temblando, y en ese instante, una voz fría susurra detrás de ella:
—¿Buscas esto, Leocadia?

La mujer se gira con el rostro desencajado. Frente a ella está Catalina, viva, con una mirada desafiante y una sonrisa helada que corta como cuchilla. Catalina ha regresado, no para perdonar, sino para ajustar cuentas. Permaneciendo inmóvil en el umbral, su presencia pesa más que mil gritos. Sus ojos brillan con furia contenida, y el medallón entre las manos de Leocadia es la prueba viva de que el pasado vuelve a cobrar su deuda.
Leocadia intenta hablar, justificarse, pero la voz se le quiebra:
—No sabes de lo que hablas…
Catalina avanza un paso, con los ojos incendiados por la rabia:
—Sé todo lo que hiciste y a quién sacrificaste para mantener tu poder. Ahora te tocará perder lo que más amas.
Un trueno retumba en el exterior, y el viento golpea las ventanas, como si el palacio mismo reaccionara ante la confrontación. Pía y Simona, alertadas por el alboroto, corren hacia el lugar. Al abrir la puerta, se quedan sin aliento: una mujer que creían perdida ha regresado, y la otra, paralizada por el miedo, enfrenta la inminente venganza.
El episodio 704 culmina con este enfrentamiento dramático. Catalina ha vuelto, Leocadia enfrenta la amenaza de su secreto revelado, y la tensión en el palacio alcanza niveles insostenibles. El embarazo de María, los conflictos de la servidumbre y las luchas de poder entre nobles se entrelazan en un entramado de traición, miedo y venganza. El destino de La Promesa está a punto de cambiar para siempre.