María le revela a Andrés que Gabriel le ha pedido a Begoña que se case con él – Sueños de Libertad
La obsesión de Andrés y la inesperada propuesta de Begoña
La tensión que recorre la casa es palpable desde el primer momento. Andrés llega tarde por la noche, con el rostro serio y la mirada perdida, y se escabulle en silencio hacia la habitación, intentando que nadie lo note. Su presencia, aunque física, parece difusa, casi como si fuera un espectro flotando entre las sombras de la noche. Sin embargo, para María, su esposa, la ausencia no es solo física: siente que algo lo consume, algo que lo aleja de ella y lo sumerge en pensamientos que no comparte.
“Vienes a dormir tardísimo y cuando me despierto ya no estás. Más que mi marido, pareces un fantasma”, le reprocha con una mezcla de frustración y preocupación. María no puede contener su ansiedad; ha notado cómo la distancia entre ellos ha crecido en los últimos días, cómo los silencios se prolongan y cómo la atención de Andrés parece siempre desviada hacia otro lugar. Cada gesto, cada palabra evasiva, refuerza la sensación de que hay secretos que no comparte.

Andrés suspira, consciente de que no puede mentir, pero también determinado a no revelar lo que lo atormenta por completo: “Estos días estoy hasta arriba de trabajo, María. Estoy muy ocupado. Tengo muchas cosas en la cabeza”. Su intento de justificar su comportamiento con la excusa del trabajo solo logra avivar las sospechas de su esposa. Ella lo mira, fija y penetrante, tratando de atravesar la coraza de distancia que él ha levantado.
“No me digas que tus pensamientos están ocupados solo por la empresa. Sé lo que tienes en la cabeza. A ver… ¿Begoña, verdad?”, insiste María, segura de que hay algo más que la rutina diaria que lo mantiene distraído. Andrés frunce el ceño y trata de desviar la conversación: “De verdad, otra vez con eso. No te dimos suficiente el otro día”, intenta justificar, como si recordara una discusión anterior que había intentado zanjar el tema. Pero María no se deja engañar.
Su intuición es infalible. Ha vivido situaciones similares demasiadas veces como para no reconocer los síntomas: “Mira, he vivido esto muchas veces como para reconocer los síntomas. Estás ausente, metido en tus pensamientos, ni siquiera te comunicas. Y, por supuesto, es como si yo no existiera”. Cada palabra de María no solo refleja su frustración, sino también su dolor; siente que la persona que ama se desvanece lentamente ante sus ojos, atrapada en pensamientos que no comparte.
Andrés respira hondo, tratando de mantener la calma. Sabe que el momento de confrontar la verdad ha llegado, pero aún lucha por controlar las emociones que lo asedian: “Si mi cabeza está en otro sitio, no es por eso”, intenta explicar. María lo mira, escéptica y firme, exigiendo claridad: “Ah, no porque es. A ver, explícame. ¿Lo ves? No me equivoco. Andrés, ¿estás obsesionado con Begoña y Gabriel?”
El silencio que sigue es pesado, cargado de tensión. Andrés evita la mirada de María, pero sabe que no puede escapar más. La verdad comienza a abrirse paso entre los muros de su autocontrol: Gabriel ha pedido la mano de Begoña, y la noticia llega como un golpe inesperado. “¿Qué pasa con Gabriel y Begoña?”, pregunta María, esperando una explicación que no tarda en llegar. Andrés guarda un instante de silencio, como intentando ordenar sus pensamientos antes de soltar la bomba: “Nada”, dice con un hilo de voz. Pero su tono no convence.
“No, nada. No, ¿qué pasa?”, insiste María, percibiendo que algo grave está a punto de revelarse. Andrés finalmente se rinde ante la evidencia: “Gabriel ha pedido que se casen”. La incredulidad y el shock recorren el rostro de María. “¿Cómo?”, exclama, incapaz de asimilar la noticia. La idea de que Begoña pueda estar comprometida con otro hombre que no sea Andrés le resulta inimaginable.
El conflicto interno de Andrés se intensifica. No solo enfrenta la realidad de que la mujer que ama podría estar con otra persona, sino también el desafío de controlar sus emociones y decidir cómo actuar ante esta nueva situación. “Ah, no. ¿Por qué? ¿Tan imposible te parece que Begoña esté con otro hombre que no seas tú?”, pregunta con una mezcla de rabia, incredulidad y tristeza, intentando que María comprenda la magnitud de su frustración.
María, con firmeza y sin dejarse intimidar, exige respuestas: “¿Y cómo lo sabes?” La tensión alcanza su punto máximo. La música de fondo parece acompañar cada segundo, aumentando el dramatismo de la escena. Andrés revela finalmente la prueba que lo lleva a temer lo peor: “Porque Gabriel me ha preguntado por la mejor joyería de Toledo. Quiere comprarle el anillo de compromiso”. La revelación deja a María sin palabras.
En ese momento, la desesperación de Andrés se mezcla con la resignación. Intenta contener su furia y su miedo, pero no puede evitar que la situación lo afecte profundamente. María, con un aire de autoridad y comprensión, le lanza una advertencia: “Más te vale que te la quites de la cabeza, Andrés, porque está con otro hombre de manera seria”. La tensión entre ambos alcanza niveles insostenibles.

Andrés, derrotado por la realidad, murmura con frustración: “En fin, no sé por qué he venido”. La impotencia y el desconcierto se reflejan en su mirada perdida. La escena culmina con su decisión de irse, pidiendo al chófer que lo lleve de regreso a casa, mientras la música resalta la mezcla de tristeza, traición y desesperanza que invade la habitación. María queda sola, observando cómo su esposo se aleja, consciente de que el equilibrio de la relación se ha visto seriamente afectado y que nada volverá a ser igual.
La situación plantea preguntas que mantendrán a la audiencia en vilo: ¿Podrá Andrés aceptar la decisión de Begoña? ¿Será capaz de controlar sus sentimientos antes de que sus emociones lo lleven a tomar decisiones precipitadas? ¿Qué repercusiones tendrá esta revelación en su matrimonio y en la dinámica familiar? La obsesión, el amor no correspondido y los secretos emergen como fuerzas poderosas que amenazan con desestabilizar a todos los involucrados.
Este capítulo se convierte en un punto crucial de la serie, lleno de emociones intensas, confrontaciones inesperadas y un suspenso que promete mantener a los espectadores al borde del asiento. La historia deja claro que en Sueños de Libertad, los sentimientos reprimidos y los secretos ocultos tienen el poder de cambiar el curso de la vida de los personajes de manera radical, y que ninguna relación está libre de conflictos cuando el amor, los celos y la ambición se entrelazan.