Sueños de Libertad Capítulo 27 al 31 de octubre (El Despertar de Andrés: ¿La caída de Gabriel?)
🔥 SPOILER: “El despertar del heredero y el derrumbe del reino” 🔥
El otoño tiñe Toledo de ocres, pero en la mansión de los De la Reina reina un invierno perpetuo. Las alfombras, los retratos, los muros de mármol parecen contener la respiración, cargados de una tensión insoportable. El lunes 27 de octubre amanece con la familia a medio reunir y un hueco que pesa más que la piedra: Andrés sigue en coma, suspendido entre la vida y la muerte. Sobre su cuerpo gravita una red de intrigas tejida con manos elegantes pero letales, las de Gabriel, el abogado de sonrisa amable y alma envenenada.
A su alrededor, Begoña parece desvanecerse poco a poco, presa de una tristeza que oculta algo más profundo: la vida que late en su vientre. Un secreto que podría ser esperanza o condena. “Debemos ser fuertes”, repite Gabriel con su voz serena y su autoridad fingida, mientras María, desde el otro extremo del salón, lo observa con desconfianza. Algo en esa calma la hiela. No es fe, sino cálculo. Y cuando finalmente lo confronta en la biblioteca, el aire se llena de cuchillas: “Tu calma es antinatural”, le dice. Él sonríe, venenoso. “A veces hay que tomar decisiones que otros no entienden.”
Mientras tanto, lejos de los muros nobles, en la colonia de trabajadores, la desesperanza tiene nombre: Claudia. Su ruptura con Raúl ha dejado heridas abiertas. Pero en medio de la ruina, brota una idea revolucionaria: convertir la fábrica en una cooperativa, una empresa de los propios obreros. Una chispa de esperanza en un mundo gobernado por tiburones como Gabriel.

En la mansión, el abogado sigue tejiendo su tela. Seduce a Damián, el patriarca cansado, con promesas de inversión italiana y rescate económico. Pero María no se traga el cuento. Lo sigue, lo enfrenta. Y entonces, en un instante que cambiará todo, él deja caer la máscara. “Brosart soy yo”, confiesa con una sonrisa que hiela la sangre. No quiere salvar a Perfumerías de la Reina, quiere devorarla.
A la par, un nuevo jugador entra en escena: David, un capataz con pasado sentimental junto a Carmen, que vuelve para remover las aguas de la colonia. Su llegada despierta viejos amores y celos en Tasio, mientras el trabajo y las tensiones sociales amenazan con estallar.
Pero el verdadero terremoto llega al día siguiente. Martes 28 de octubre. Una llamada del hospital sacude los cimientos de la mansión: Andrés ha empezado a reaccionar. Damián sonríe por primera vez en semanas. Begoña llora de alivio, abrazando su vientre. Pero para Gabriel, la noticia es veneno puro. Si Andrés despierta, recordará. Y si recuerda, todo su imperio de mentiras se derrumbará. La esperanza de todos se convierte en su sentencia. Su mente enferma solo concibe una salida: eliminarlo.
Esa misma noche, el hospital se convierte en escenario de una batalla silenciosa. Gabriel avanza por los pasillos blancos con una determinación helada. Entra en la habitación, contempla la almohada, se prepara para acabar con él… hasta que una voz lo detiene: “Gabriel, no.” María irrumpe como una fuerza de la naturaleza. Se interpone entre él y el cuerpo inerte de Andrés, y con lágrimas y furia promete matarlo si osa tocarlo. En ese momento, él deja caer la última máscara: no es la empresa lo que lo mueve, es ella. “El premio siempre has sido tú”, confiesa, revelando una obsesión enfermiza que mezcla amor, poder y destrucción.
Mientras tanto, la empresa se desmorona. Los italianos de Masina ofrecen una inversión a cambio del control absoluto. Damián se niega con orgullo, pero sus socios comienzan a flaquear. Las cuentas tiemblan, los bancos cierran puertas, y la desesperación empuja a todos al límite. En la colonia, los obreros, liderados por Gaspar y Claudia, apuestan por la cooperativa como último refugio. Y en otro rincón, Carmen revive emociones enterradas con David, mientras los Merino planean vender sus patentes en secreto para salvar su pellejo.

Jueves 30 de octubre. El milagro ocurre: Andrés despierta. Su voz es débil, pero sus ojos buscan a María y balbucean una frase que hiela la sangre: “La silla… te levantaste.” Recuerdos fragmentados del accidente emergen. Gabriel, presente en la habitación, entiende que todo se viene abajo. Cada palabra del herido es una grieta en su máscara.
El mismo día, Begoña, ajena al horror que la rodea, sueña con una nueva vida. Gabriel, manipulador hasta el final, le propone anunciar públicamente su embarazo. “Necesitamos alegría en medio del dolor”, dice. Ella acepta emocionada. Pero cuando comparten la noticia, la mirada fría de Julia, la hija de Begoña, corta el aire. Ni siquiera la inocencia puede fingir felicidad ante tanto engaño.
En la fábrica, la tensión crece. Las deudas se acumulan, los contratos peligran y los inversores se esfuman. En medio de la desesperación, Damián convoca una junta extraordinaria. Hace un último intento por salvar la independencia familiar. Sus palabras son un grito de orgullo y memoria, pero la mayoría ya ha sido comprada por el miedo. Los socios votan uno a uno, y la decisión cae como una sentencia: Perfumerías de la Reina pierde el control. El legado de generaciones se vende a cambio del 51% de las acciones. Damián, destrozado, comprende que ha perdido su reino.
El viernes 31 de octubre, el amanecer huele a ceniza. Damián estalla en el despacho, acusando a sus hijas de traición. “Habéis destruido el legado de vuestro abuelo”, grita con la voz rota. María lo mira en silencio, cargando el peso de sus culpas y sus secretos. Andrés, por su parte, mejora lentamente, pero su memoria aún es un campo de sombras. No recuerda el accidente… ni a su enemigo.
Gabriel, sin embargo, lo recuerda todo. Y mientras en la fábrica los trabajadores planean reconstruir lo que los poderosos han destrozado, él contempla su reflejo en el cristal del hospital y jura que nadie detendrá su ascenso, ni siquiera el hermano que acaba de regresar de entre los muertos.
La guerra por la Reina apenas ha comenzado… y esta vez, la sangre podría correr de verdad.