Sueños de Libertad Capítulo 421 (Avance Exclusivo: ¡María Descubre el Plan Secreto de Gabriel!)
💥 “Sueños de Libertad: Gabriel atrapado entre el chantaje de María y su propia traición” 💥
¡Hola a todos, bienvenidos a un nuevo adelanto exclusivo de Sueños de Libertad! En este capítulo, la tensión entre Gabriel y María alcanza su punto más alto. Él se siente acorralado, manipulado, sin escapatoria posible. Ella, por su parte, muestra una fortaleza inesperada, capaz de enfrentarse al hombre que la arrastró al abismo. Ambos están unidos por un secreto tan oscuro que amenaza con destruirlos a los dos, y cualquier paso en falso podría hacerlo estallar todo.
La historia comienza en la casa de los De la Reina. El ambiente es tenso, cargado de emociones contenidas. María se encuentra de pie junto a Manuela, cuando de pronto Gabriel aparece en el umbral de la galería. Al verla, se detiene en seco. Sus ojos se abren de sorpresa, incapaces de creer lo que está viendo.

—María… me pareció verte de pie, —dice con incredulidad.
Ella, con serenidad y una leve sonrisa, responde con calma:
—He recuperado la sensibilidad en las piernas.
Gabriel esboza una sonrisa cargada de ironía.
—¿Ah, sí? No me digas, —responde, dejando escapar un tono mordaz que hiere.
María no se inmuta. Le explica que, después de la explosión, se sometió a unas pruebas médicas y que los resultados fueron esperanzadores: pronto volverá a caminar. Él, con una sonrisa falsa, murmura:
—Eso hay que celebrarlo.
Manuela, notando la tensión entre ambos, prefiere marcharse discretamente. Cierra la puerta y los deja a solas. En ese instante, la sonrisa de Gabriel desaparece y su mirada se torna sombría. Da unos pasos hacia María y, con voz baja pero colérica, le espeta:
—¿Cómo se te ocurre levantarte? ¿No podías esperar unos días más?
Ella lo enfrenta sin miedo.
—No, no podía.
—¿Y por qué? —pregunta él, cada vez más exasperado.
—Porque Andrés lo sabe, —confiesa ella.
El rostro de Gabriel cambia por completo. La sorpresa se mezcla con el miedo.
—¿Qué has dicho? ¿Cómo que lo sabe?
María suspira, consciente de la gravedad de lo que está a punto de revelar.
—El día de la explosión me levanté sin pensar, solo quería evitar que Andrés fuera a la fábrica… y me vio. Desde entonces, sabe que no he sido del todo sincera.
Gabriel se pasa una mano por el rostro, enfurecido.
—Perfecto. Así que ahora él sabe que mentiste. ¡Qué brillante movimiento, María!
—No me juzgues. Solo intentaba salvarle la vida, —responde ella con voz temblorosa pero firme.
Él la fulmina con la mirada.
—Tus impulsos van a destruirnos a los dos.
—Esto es culpa tuya, —le lanza ella sin dudar. —Tú provocaste todo esto. Si Andrés está así, es por tu maldita ambición.
Gabriel aprieta los puños, furioso.
—No te atrevas a culparme. Y mucho menos a amenazarme.
—¿Amenazarte? —replica María con una sonrisa helada. —Solo te recuerdo que no eres el único con secretos. Si tú hablas, yo también lo haré.
Entonces menciona a Begoña, la prometida de Gabriel. Le revela que la joven desconfía, que sospecha de sus mentiras. María ha tenido que soportar sus insinuaciones y sus acusaciones, pero por ahora ha logrado mantenerla callada. Aun así, ambos saben que es cuestión de tiempo antes de que todo salga a la luz.
Gabriel intenta recuperar el control de la conversación.
—No importa lo que Begoña piense. En cuanto Andrés despierte, nos delatará a los dos.
María lo enfrenta una vez más, con una mezcla de furia y desafío.
—Si eso pasa, también sabrán que tú manipulaste la caldera. Que la explosión fue tu obra.
—No te atreverás, —gruñe Gabriel, acercándose a ella.
—Haz la prueba, —responde ella con fría determinación.
El silencio se hace pesado. Entre ambos flota un miedo real, pero también una tensión peligrosa. Gabriel intenta imponerse, pero por primera vez se da cuenta de que María no se doblegará tan fácilmente. Ella ya no es la víctima de antes; ahora tiene cartas que jugar.
Y hablando de cartas… literalmente las tiene. María saca a relucir un nuevo as bajo la manga: una carta enviada desde Francia, firmada por Enriqueta, la hija de Remedios. En esa carta, la joven confesaba que su madre era inocente, que solo se declaró culpable porque alguien la amenazó. María insinúa que ese “alguien” fue Gabriel.
Él finge ignorancia, pero su nerviosismo lo delata.
—Quiero ver esa carta, —dice con voz tensa.
—No la encontrarás. Está a buen recaudo, —responde María. —Y si tú te atreves a sacar a la luz la carta de Jesús, yo mostraré la de Enriqueta. Veremos quién cae primero.
Gabriel guarda silencio. La máscara de superioridad se le cae poco a poco. María, en cambio, parece más fuerte que nunca.
—Parece que estamos condenados a entendernos, —admite él finalmente.
—Exacto, —asiente ella con dureza. —Seguiremos trabajando juntos… y más te vale tener cuidado cuando Andrés despierte.
Pero Gabriel, incapaz de aceptar la derrota, murmura lo impensable:
—Tal vez lo mejor sería que Andrés no despertara jamás.
María lo mira horrorizada.
—No vuelvas a decir eso, —le advierte. —Si le pasa algo, juro que te haré pagar por cada gota de culpa que cargas.
Por primera vez, Gabriel siente miedo. María ya no es la mujer frágil a la que podía manipular; ahora es su mayor amenaza.
Horas más tarde, la historia da un giro. Tras un chequeo médico, Gabriel se encuentra con Damián. Este, preocupado por su familia y por la empresa, le pregunta si puede volver al trabajo. Gabriel, fingiendo cordialidad, responde que sí. Damián se muestra aliviado: al menos uno de los suyos se ha recuperado. Pero pronto lo que era una charla amistosa se convierte en una conversación crucial.

Damián confiesa que algunos accionistas quieren vender parte de Perfumerías Reina a un inversor extranjero. La explosión y la crisis han debilitado la empresa. Gabriel finge sorpresa, pero por dentro sonríe: justo lo que estaba esperando.
—¿Y usted qué opina? —pregunta con aparente interés.
—Creo que es una decisión precipitada, —responde Damián—. Pero debemos prepararnos por si el seguro no cubre los daños.
—Entonces, ¿redacto el contrato de venta? —ofrece Gabriel, ocultando su entusiasmo.
—Sí, pero solo como precaución, —responde Damián—. Espero no tener que usarlo jamás.
Gabriel asiente, fingiendo obediencia.
—No se preocupe, padre. Perfumerías Reina seguirá en pie. Y si depende de mí, nadie ajeno a la familia meterá las manos en nuestros asuntos.
Damián sonríe, confiado, sin sospechar que su “hijo” ya lo está traicionando.
En cuanto se queda solo, el rostro de Gabriel cambia por completo. La falsa sonrisa se transforma en una expresión fría y calculadora. Toma el teléfono, se asegura de que nadie lo escuche y murmura:
—Señor Brosard, tengo novedades. Perfumerías Reina busca un nuevo inversor… Por fin lo hemos conseguido.
El plan está en marcha. Gabriel se mueve como una serpiente, traicionando a todos mientras finge lealtad. Pero no sabe que María lo vigila de cerca, que guarda pruebas suficientes para destruirlo si se atreve a dar un paso más.
¿Podrá María mantenerlo a raya? ¿Despertará Andrés a tiempo para contar la verdad? ¿O el poder y la ambición de Gabriel acabarán consumiéndolo todo?
El destino de Perfumerías Reina pende de un hilo… y en Sueños de Libertad, nadie está a salvo. 🌹🔥