Sueños de Libertad Capítulo 423(Gabriel Mueve sus Fichas contra Damián ¡Nuevas Alianzas Peligrosas!)

🔥 Spoiler: “El precio de la traición y los secretos ocultos en la fábrica Reina”

Hola, amigos, prepárense porque lo que viene en el capítulo 423 de Sueños de Libertad promete ser un torbellino de emociones, estrategias y resentimientos. La historia retoma su curso en la elegante pero siempre tensa casa de la familia Reina. La escena se abre en el comedor, donde Damián, visiblemente agotado y con la cabeza llena de preocupaciones, se levanta abruptamente de la mesa. Su partida deja a María y Gabriel frente a frente, dos personas unidas por el pasado pero separadas por una larga cadena de heridas. El silencio que se impone es tan denso que podría cortarse con un cuchillo.

María, con una mirada que mezcla desprecio y curiosidad, rompe el hielo. Le recuerda a Gabriel su comentario anterior sobre Begoña, insinuando que su malestar podría no ser un simple resfriado. “¿Un catarro, dices? ¿O acaso problemas con el embarazo?”, lanza con una ironía que perfora el aire. Gabriel, incómodo y con una expresión fría, intenta zanjar el tema de inmediato: “No es asunto tuyo, María.” Pero ella no se detiene. Insiste, con un tono entre preocupado y desafiante: “No me digas que lo ha perdido.” Gabriel replica con firmeza: “El niño está perfectamente.”

María, lejos de sentirse aliviada, sonríe con amargura. “Me alegro. Ese niño te ata a Begoña para siempre, y es lo único que me importa.” Sus palabras resuenan como un dardo envenenado. Gabriel, dolido, responde con sarcasmo: “¿Lo único?” Ella lo enfrenta sin pestañear, con esa serenidad peligrosa que esconde emociones contenidas. “Ya le dijiste que deje de acusarme de mentir sobre mi mejoría, ¿no?” Gabriel confirma con sequedad: “Sí, ya hablé con ella. El tema está zanjado. ¿No me vas a dar las gracias?” María replica con voz helada: “Gracias.” Una palabra que, lejos de sonar sincera, se clava como una provocación.

Sueños de libertad' acorralará a Gabriel y sorprenderá con la herencia de  don Pedro - FormulaTV

Gabriel respira hondo, intentando mantener la calma, pero su paciencia se agota. “Yo, en cambio, te voy a pedir algo —dice con tono autoritario—. Deja tranquila a Begoña, al menos hasta que termine su embarazo. Está pasando por momentos difíciles y discutir contigo no le hace bien.” María, incrédula, le lanza una mirada cargada de indignación: “¿Y tú crees que yo no paso por momentos de tensión? Si no quiere discutir, que no me acuse de lo que no he hecho.” Gabriel la observa con desprecio. “A lo mejor deberías fingir mejor”, escupe. María, sin perder la compostura, contesta con firmeza: “Haré lo que pueda. Y tú, procura mantener a tu mujercita alejada de mí. A veces parece que su único propósito es hacerme la vida imposible.”

La tensión entre ellos es palpable. No se trata solo de una vieja herida amorosa, sino de una lucha de poder, orgullo y dolor. Gabriel, sin responder más, se aleja del comedor y se dirige al despacho de Damián. Entra sin llamar, fingiendo cortesía. “Hola, tío.” Damián levanta la vista, con gesto cansado. “Sí, ya está todo hecho. No veo la hora de poder irme al hospital.” Gabriel, aparentando preocupación, ofrece su ayuda. “Si quiere que revise algún documento, dígamelo.” Pero Damián niega. “No, solo estaba buscando los papeles que pidió la aseguradora de la fábrica. Ya los tengo.”

El joven aprovecha para cambiar de tema. “Y respecto a las ofertas que hemos recibido… Es un asunto importante.” Damián suspira. “Ni siquiera he tenido tiempo de analizarlas a fondo, pero hay una que está totalmente descartada.” “¿Floral?”, pregunta Gabriel, fingiendo sorpresa. Damián asiente con firmeza. “Sí. He dejado clara mi postura y todos los accionistas están de acuerdo. No pienso tener ningún trato con ellos.” Gabriel, con falsa lealtad, responde: “Puede contar conmigo, tío.” Damián prosigue: “Dejar entrar a Floral sería la forma más rápida de destruir nuestra marca. No pienso repetir errores del pasado. Nunca olvidaré la trampa que nos tendieron infiltrando a un espía.”

Gabriel, que oculta algo tras su rostro sereno, insiste: “¿Y la oferta de los italianos? ¿Sigue teniendo dudas?” Damián confiesa: “No entiendo por qué unos almacenes de ropa extranjeros querrían asociarse con nosotros. Eso me da mala espina.” Gabriel, con habilidad, sugiere: “Podríamos investigarlos. No rechacemos nada hasta tener más información.” Damián lo piensa. “Quizá tengas razón.” Gabriel continúa, con un aire calculador: “Sería bueno conocer sus antecedentes, su trayectoria, todo. Hay que saber con quién tratamos.” “Sí —responde Damián—, lo haré cuando tenga más tiempo. Ahora lo urgente es saber si el seguro cubrirá los daños. Si no, nos esperan tiempos difíciles.”

Gabriel da un paso más. “Si quiere, puedo ocuparme de investigar o concertar una reunión.” Damián, confiando en su sobrino, asiente. “Perfecto. El trato personal siempre revela más que los papeles. Pero ahora tengo que hacer una llamada.” Toma el teléfono y marca el número de Floral para rechazar su propuesta. Mientras tanto, desde el pasillo, Gabriel escucha la conversación con una sonrisa apenas perceptible. Una sonrisa oscura. Sabe que todo está saliendo tal y como lo planeó. Damián ignora que detrás de esa aparente obediencia se esconde una traición cuidadosamente calculada.

Mientras tanto, en la casa de los Merino, el ambiente también está cargado de decisiones empresariales. Luis, Digna y Joaquín analizan las nuevas propuestas para la compañía, sin imaginar que están a punto de recibir una llamada que cambiará el rumbo de todo. El teléfono suena, y Luis, al contestar, queda paralizado. Digna nota su desconcierto y pregunta quién es. Luis responde con incredulidad: “El director de Floral.” La sorpresa recorre la sala. Joaquín ironiza: “¿Será que no se resigna al rechazo y quiere tantearnos uno a uno?”

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Luis explica: “Me acaba de hacer una oferta por las patentes de los productos que aún no se han comercializado. Y la cifra… es muy alta.” Joaquín frunce el ceño. “Un momento, esas patentes pertenecen a la empresa.” Luis asiente. “Lo sé, pero al ser el creador, tal vez pensó que podría tentarme primero.” Digna, con severidad, interviene: “Tentarte, una vez más.” Luis, confundido, pide opinión antes de informar a la junta. Joaquín reflexiona: “Si esos perfumes no están en el mercado, no nos afectaría. Y si la oferta es buena, podría beneficiarnos.”

Luis se indigna: “¡Estamos hablando de mis creaciones! Son la esencia misma de la empresa.” Digna apoya a su hijo mayor. “Tu hermano tiene razón, Luis. Esas fórmulas son el alma de la fábrica. No podemos venderlas.” Joaquín asiente: “Si tú no quieres hacerlo, no tengo nada más que decir. Te apoyo.” Luis guarda silencio por unos segundos, hasta que finalmente dice con firmeza: “Entonces, asunto cerrado.” Digna le pregunta: “¿No lo comunicarás al resto de los accionistas?” Luis niega. “No, mejor no tentar a la suerte. No vaya a ser que alguno se deje seducir por el dinero.” Joaquín coincide. “Con la situación actual, sería una decisión arriesgada.”

Luis concluye: “Entonces devolveré la llamada a Floral y rechazaré la oferta en nombre de la empresa.” El silencio se apodera de la sala. Todos sienten que detrás de esa propuesta hay algo oscuro, una sombra que amenaza con envolverlos a todos. Nadie lo dice en voz alta, pero en el aire flota una sensación de peligro. Algo se mueve entre los negocios, las traiciones y las ambiciones personales. Y lo peor está aún por llegar.