Sueños de Libertad Capítulo 425(Gabriel y Damián:lealtad familiar frente a la traición empresarial)
En la imponente oficina
La imponente oficina de la familia reina estaba envuelta en un aire de concentración y responsabilidad. Gabriel entró con una sonrisa respetuosa, su voz juvenil resonando con energía mientras saludaba: —Hola, tío. Damián, su tío, levantó la vista de unos documentos esparcidos sobre el escritorio. Su rostro mostraba el cansancio acumulado de largas horas de trabajo, pero también reflejaba una determinación que parecía inquebrantable. —Oh, Gabriel, ya casi termino —respondió Damián con un suspiro preocupado—. No veo la hora de irme al hospital. La mención del hospital introducía una capa de urgencia en la escena, indicando que alguien querido necesitaba atención, y que su mente estaba dividida entre el deber y la preocupación familiar.
Gabriel, mostrando una lealtad que rayaba en la devoción, se ofreció de inmediato a ayudar: —Si quiere que revise algún documento, dígamelo. Pero Damián negó con la cabeza, su atención ya dirigida a otros asuntos más importantes. —No, no. Solo eran unos papeles de seguridad para la fábrica, pero ya los tengo —dijo, con un leve alivio en la voz, como si un pequeño peso se hubiera levantado de sus hombros.

El ambiente se tornó más grave al abordar el tema de las posibles alianzas estratégicas para la empresa. Damián frunció el ceño, recordando viejas traiciones: —No he tenido tiempo de analizarlas a fondo, pero hay una que ya está descartada. Floral. —Gabriel asintió, y una sombra de resentimiento cruzó su rostro. Floral, aquel antiguo enemigo, había causado incontables problemas en el pasado.
Damián continuó con firmeza, dejando clara su posición: —He dejado mi postura muy clara y tanto Tacio como el resto de los accionistas están de acuerdo. Aceptar a Floral sería un error fatal, la manera más fácil de destruir nuestra empresa. —Gabriel, con admiración evidente, respondió: —Ya sabe, tío, puede contar conmigo para lo que necesite. Su punto de vista siempre me es muy válido.
Damián esbozó una sonrisa, el afecto entre ellos palpable. La memoria de la traición de Floral aún dolía, y su advertencia sonaba clara: —No deberían ser los propios socios los que pongan en bandeja el final de Perfumerías de la Reina. —No lo harán, tío. Yo no voy a tener ningún trato con ese tipo de tramposos —sentenció Gabriel con decisión.
El recuerdo amargo del pasado surgió inevitable: Damián recordó la jugada sucia que habían sufrido años atrás, cuando un espía llamado Gonzalo se infiltró entre sus trabajadores, dejando heridas difíciles de cerrar y una desconfianza que aún persistía hacia Floral. Cambiando de tema, Gabriel mencionó la reciente oferta de los italianos. Damián, pensativo, expresó sus dudas: —No acabo de entender por qué unos almacenes de ropa extranjeros tienen interés en asociarse con nosotros. Eso me produce bastante desconfianza.
Gabriel, analítico como siempre, propuso investigar antes de rechazar cualquier trato: —Quizá podríamos tantear un poco, concertar una reunión… el trato personal siempre da la mejor información. Damián consideró la sugerencia, su prudencia resonando en sus palabras: —Quizás tengas razón. Sería interesante conocer su implantación en el mercado, sus datos fiscales, su trayectoria empresarial. —Me ofrezco a investigarlo —propuso Gabriel, pero Damián, agradecido, decidió hacerlo él mismo cuando tuviera más tiempo. —De momento, no sabemos cómo responderá el seguro. No vamos a actuar como si fuéramos a vender sí o sí. Solo preparamos el terreno por si surge el peor escenario —explicó Damián, su sensatez brillando incluso en medio de la presión.
Gabriel insistió: —Si quiere, puedo empezar a tantearles o concertar una reunión. —Damián sonrió ante la iniciativa de su sobrino, conmovido por su frescura y disposición. —Bien, ya te iré avisando. Ahora voy a llamar a Floral para desestimar su oferta —anunció con determinación renovada. Gabriel intentó bromear: —Tío, ya sabe que quiero hacerlo yo personalmente. Damián insistió, consciente de la urgencia: —Si los llamo antes de ir al hospital, será un problema menos en mi cabeza.
Se miraron con complicidad, fortaleciendo un lazo familiar que iba más allá de los negocios. Damián marcó el teléfono y, con una voz firme y autoritaria, se dirigió al director: —Buenos días. Quería hablar con don Enrique Burgos de parte de Damián de la Reina. Sí, ha oído bien, Damián de la Reina.
Mientras tanto, en la cantina de la fábrica, Gaspar atendía a un cliente habitual cuando David entró apresurado con la cuadrilla que reparaba la sala de calderas. —Hola, ¿tú eres uno de los obreros que arregla la sala? —preguntó Gaspar. —Sí, señor, soy David —respondió él. Entre bromas y risas, conversaron sobre el trabajo, la prisa por dejar la fábrica lista y la colaboración de todos para superar la crisis. Gaspar, siempre atento, ofreció un pincho de tortilla a David, quien finalmente aceptó, compartiendo un momento de camaradería y alivio en medio de la tensión laboral.
La conversación derivó a recuerdos personales y lazos familiares. David contó sobre sus raíces gallegas y la morriña que sentía por su tierra, mientras Gaspar compartía su propio origen en Cangas del Morrazo. Entre risas, confesiones y planes para preparar una caldeirada en honor a David, ambos encontraron un respiro en medio de la rutina y la presión de la fábrica.

En otro lugar más íntimo, Begoña entró en el dormitorio de Julia con un susurro lleno de cariño. —Hola, cariño —saludó suavemente. Julia, medio adormilada, respondió con tranquilidad. Begoña, preocupada, se aseguró de que Julia estuviera bien tras haber estado enferma. La nieta, con una sonrisa, confirmó que solo tenía un pequeño resfriado y que Luz ya la había revisado. Aun así, Begoña insistió en cuidar de ella, mostrando su instinto maternal y el amor que la unía a su familia.
Julia pidió quedarse un rato más con su abuela antes de ir al colegio. Begoña aceptó sin dudarlo, y juntas compartieron un momento de ternura en silencio, fortaleciendo los lazos entre dos generaciones en medio de las dificultades familiares. Mientras tanto, la fábrica seguía su ritmo, David y Chema se reencontraron, recordando viejos tiempos y compartiendo risas y nostalgia, mostrando que incluso entre trabajo y responsabilidades, los afectos y las amistades verdaderas permanecen intactas.
La jornada cerró con un sentimiento de esperanza y resiliencia: los negocios se manejaban con prudencia y determinación, los lazos familiares se reforzaban, y la camaradería entre trabajadores demostraba que, incluso en los momentos más tensos, el afecto y la solidaridad podían dar fuerza para seguir adelante. La música de fondo acompañaba cada gesto, cada palabra, cada mirada, consolidando una escena cargada de emoción, compromiso y afecto genuino que mostraba la vida cotidiana y las relaciones humanas en su forma más intensa y emotiva.