Sueños de Libertad Capítulo 433 (¡El fin de los De la Reina! Los franceses toman el control total)

Vaya, capítulo el 433: la caída del imperio de los De la Reina

Si alguien pensó que la tormenta que azotaba a la familia De la Reina ya había pasado, este capítulo demuestra que apenas estábamos en la calma antes del huracán. La llegada de los franceses no ha traído progreso ni modernización, sino una limpieza brutal que amenaza con borrar de un plumazo todo lo que la familia ha construido durante generaciones. El episodio 433 es un auténtico terremoto emocional donde cada personaje enfrenta su propio abismo, y el poder se muestra como la droga más peligrosa de todas.

Todo comienza en la residencia del gobernador, en plena madrugada. Marta despierta sobresaltada al oír que Pelayo ha regresado muy tarde. Su rostro revela preocupación y miedo. Sin rodeos, le pregunta si su ausencia tiene algo que ver con Eladio. Pelayo, exhausto y con una mirada que mezcla culpa y determinación, confirma que el problema “ya está solucionado”. Pero el modo en que lo ha resuelto es lo que hiela la sangre. No hubo negociación, ni clemencia: Pelayo ha usado su poder político para enviar a Eladio a la prisión de Ocaña, una de las más duras del país, donde estará aislado y sin contacto con el exterior. Este movimiento, cruel pero calculado, marca un antes y un después en su trayectoria. El idealista de antaño ha desaparecido; ahora queda un hombre dispuesto a ensuciarse las manos para proteger a los suyos.

Sin embargo, Marta no ve el acto como una victoria, sino como una sentencia. “No has apagado el fuego, Pelayo, lo has avivado”, le dice, temblando. Ella comprende que Eladio, humillado y enjaulado, no descansará hasta vengarse. Pelayo intenta tranquilizarla, asegurando que nadie podrá acercarse a ellos mientras él esté al mando. Pero en ese instante, su relación cambia. Pelayo exige su confianza total, sin secretos, y ambos sellan un pacto oscuro: proteger a la familia a cualquier precio, aun si eso significa perder su propia alma.

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Mientras el poder corrompe en la casa del gobernador, la fábrica se desangra lentamente. Tasio, el fiel director, enfrenta su día más difícil: debe despedir a Olivia, la hija de Matías, una de las trabajadoras más queridas. Con la voz quebrada le pide perdón, explicando que no hay otra salida. Pero Olivia, con la dignidad de quien no se rinde ante la desgracia, le responde con una sola pregunta que resume la tragedia de todos: “¿Y ahora de qué voy a vivir?”. La promesa de una futura recontratación suena vacía, una mentira piadosa para aliviar la culpa. Cuando Tasio intenta darle dinero, ella lo rechaza. “No quiero caridad, quiero mi trabajo.”

La escena se vuelve aún más desgarradora cuando aparece Joaquín. Al descubrir lo ocurrido, explota contra Tasio. “¡Le has quitado el pan a la hija de Matías, al hombre que confió en ti!” Tasio, al borde del colapso, confiesa que también tuvo que despedir a su propio cuñado, Chema. Las lágrimas se mezclan con la rabia: los hombres que antes eran compañeros ahora están enfrentados por culpa de las órdenes de París. Joaquín intenta hacerlo entrar en razón, pero Tasio solo puede repetir que no hay alternativa. Es el retrato perfecto de un mando intermedio obligado a ser verdugo de su gente.

En la tienda, la situación no es mejor. Carmen, destrozada tras una llamada con su hermano Raúl, le cuenta a Claudia que Chloé está detrás de todos los despidos. Peor aún: Chema también ha caído y ha decidido abandonar Toledo. Claudia, asustada, entiende que su única opción es adaptarse o ser la siguiente en la lista. Acepta, a regañadientes, implementar las nuevas tácticas de venta impuestas por los franceses, aunque eso signifique traicionar su ética.

El resultado no tarda en verse. Una clienta habitual entra con su hija buscando su perfume favorito. Al enterarse de que está agotado, Claudia inicia una venta agresiva, casi acorralando a la mujer con productos que no ha pedido. La clienta, molesta, está a punto de marcharse cuando Marta aparece como un rayo de luz entre tanta oscuridad. Con su estilo elegante y empático, calma la situación y recupera la confianza de la clienta. Pero tras el incidente, exige explicaciones. Carmen le revela la verdad: Chloé ha ordenado vender a cualquier precio, y además ha reducido los sueldos fijos, obligando a competir entre ellas por comisiones.

Marta comprende enseguida la estrategia: dividir para dominar. “Quiere que nos enfrentemos entre nosotras”, dice, furiosa. Sin dudarlo, va directamente a encarar a Chloé. La confrontación entre ambas mujeres es un duelo de titanes. Marta defiende la cultura empresarial basada en la confianza, mientras Chloé, fría como el mármol, insiste en que el mercado español necesita un cambio radical. “Su modelo estaba moribundo. Este es el único futuro posible”, sentencia la francesa. Marta la acusa de convertir la tienda en un campo de batalla, pero Chloé ni se inmuta: “El personal debe aprender a sugerir”. En su mundo, los sentimientos sobran.

Lejos de ahí, Andrés comienza a recordar fragmentos del pasado. Habla con Luis, confesando que su memoria empieza a regresar. Recuerda a María levantándose de su silla —algo que no debería ser posible— y, lo más inquietante, una pelea con Gabriel en la sala de máquinas justo antes de la explosión. En su mente, ve a Gabriel manipulando la caldera. Luis intenta convencerlo de que son falsos recuerdos creados por el trauma. Pero la semilla de la duda ya está plantada. ¿Está Andrés perdiendo la cabeza o ha recordado algo que todos prefirieron olvidar?

Mientras tanto, la tensión entre Joaquín y Tasio llega al límite. Joaquín denuncia que el nuevo sistema de comisiones destruirá la moral de los trabajadores. Tasio, agotado, le lanza un desafío: “Si tan fácil lo ves, ve tú a hablar con París.” Joaquín se niega; sabe que esa batalla está perdida. Tasio se derrumba. Confiesa que cada día piensa en renunciar, pero si lo hace, pondrán a alguien peor. “Me quedo para que el daño, al menos, sea un poco menor”, dice con resignación. Joaquín lo entiende, pero no acepta la rendición. Reúne a Luis y a Gema, decidido a enfrentarse a Chloé.

El enfrentamiento es brutal. Joaquín defiende a los trabajadores y denuncia el despilfarro de talento. Chloé, con su eterna sonrisa, le recuerda que los números son la única verdad. Él la acusa de tratar a las personas como cifras, y ella lo destruye con una simple pregunta: “¿Está dispuesto, como accionista, a pagar de su bolsillo los sueldos que quiere conservar?” Ante su silencio, la francesa sentencia su castigo: queda degradado a su antiguo puesto de encargado. Una humillación pública, ejemplar.

Capítulo de hoy de Sueños de libertad; 4 de octubre: Andrés insinúa darse  otra oportunidad con Begoña

En contraste con tanta oscuridad, la trama más emotiva llega con Begoña y Gabriel. Él regresa de París con regalos, incluyendo un vestido de novia diseñado en la capital francesa. Pero Julia, la niña, no muestra alegría. Entre lágrimas, le grita a Begoña que nunca será su verdadera madre. Esa herida reabre el pasado: Begoña confiesa a Gabriel que Julia no es hija de Jesús de la Reina, sino fruto de una relación entre Clotilde y Valentín, el hijo de Digna. Le pide que, tras la boda, adopte a Julia como su hija legal. Gabriel, con ternura, acepta sin dudar. “Somos una familia, los cuatro”, dice, abrazándola. Es el único respiro de esperanza en un capítulo dominado por el dolor.

La tragedia continúa. Pelayo se confiesa ante Damián, revelándole lo que ha hecho con Eladio. Damián reacciona con horror, previendo las consecuencias. Al mismo tiempo, Chema se despide de Carmen. No puede quedarse en Toledo después de haber sido despedido por su cuñado. Entre lágrimas, anuncia que se marcha a París. “No puedo vivir bajo el mismo techo que quien me traicionó.” Carmen lo abraza, sabiendo que ese adiós es definitivo.

Y cuando parece que nada puede empeorar, llega el jaque mate final. Gabriel le comunica a Damián que el viaje a París fue una farsa: sus acciones ya no valen nada. París y Chloé han tomado el control total. Tasio le advierte a la francesa que no puede cumplir con los despidos sin destruir la fábrica, pero ella, implacable, le responde que ya ha conseguido más presupuesto… a costa de más recortes humanos.

El golpe final es devastador: Begoña es despedida del dispensario, y Luis informa a Damián que la celebración del 25 aniversario ha sido cancelada. En su lugar, habrá un evento para conmemorar “la unión con los franceses”. Es la gota que colma el vaso. Damián, furioso, ruge: “¡Voy a hablar con esa francesita!” y sale de su despacho dispuesto a enfrentarse a Chloé.

Así concluye el capítulo 433, con todos los pilares de la familia tambaleándose. Los De la Reina han perdido su poder, su orgullo y quizás también su futuro. Lo que comenzó como una empresa familiar se ha convertido en un campo de batalla donde cada lealtad se pone a prueba. La purga francesa está en marcha, y el precio de la libertad será más alto que nunca.