Sueños de Libertad “Gabriel Descubierto” Capítulo 435

Andrés, al enterarse no logra ocultar su sorpresa ni su desacuerdo. La noticia sacude los cimientos de la empresa y amenaza con alterar la estabilidad de la familia, de la reina y de todos los que forman parte de ella.

El capítulo inicia con Chloe en su oficina, sujetando el teléfono con firmeza, aunque la tensión se percibe en cada palabra que pronuncia. “Yo le entiendo perfectamente, señor Brosard”, dice intentando controlar la voz, pero al mismo tiempo dejando entrever su incomodidad. “Usted me asignó una tarea específica y pensé que las decisiones relacionadas con ese trabajo me correspondían a mí. ¿Está completamente seguro de su elección?” La respuesta del otro lado de la línea es breve, directa y contundente, dejando a Chloe obligada a mantener una compostura que claramente está siendo puesta a prueba. Tras un instante de silencio, responde con un firme “Por supuesto, así será.” Al colgar, coloca el teléfono sobre su escritorio, respira profundamente y se pasa la mano por el cabello, mostrando su evidente perturbación. Sin perder un segundo, marca otro número. “Tío, convoca a todos los accionistas en 20 minutos. Es una cuestión importante. Asegúrate también de que el secretario de la junta, el señor Gabriel de la Reina, esté presente. Su asistencia es indispensable.” La orden es aceptada sin cuestionamientos.

Pocos minutos después, Luis y Cristina llegan al lugar de la reunión, mostrando curiosidad por la premura con la que fueron convocados. Luis sostiene una carpeta con la fórmula de los nuevos perfumes, el proyecto que Chloe había solicitado con tanta insistencia. “¿A qué se debe tanta urgencia, señorita Dua?” pregunta al entregársela. Chloe, sin alzar la vista de los documentos, contesta: “Lo sabrán cuando lleguen los demás accionistas.”

El ambiente en la sala se vuelve cada vez más tenso a medida que los asientos se van llenando. Miradas inquisitivas, susurros contenidos y silencios incómodos llenan el lugar. La tensión alcanza su punto máximo cuando Joaquín hace su inesperado anuncio: “Quería comunicar algo, ya que estamos todos reunidos”, comienza con voz serena pero con un rostro visiblemente cansado. “Anoche presenté mi dimisión.” Un silencio absoluto se apodera de la sala. Marta, sorprendida, fija su mirada en él. “¿Qué estás diciendo, Joaquín?”

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Él baja la mirada y continúa con voz medida: “Como saben, Brosard decidió devolverme mi antiguo puesto de encargado, pero las medidas radicales que se están implementando en la empresa me han llevado a tomar esta decisión. De ahora en adelante, acudiré a la compañía solo como accionista.” Tío observa incrédulo. “¿Estás completamente seguro?” “Sí, es una decisión meditada, no hay marcha atrás.”

Gabriel interviene por primera vez, con tono inquisitivo: “Señorita Dua, ¿podría explicarnos el motivo de esta convocatoria urgente?” Chloe, recuperando su habitual autocontrol, responde con claridad: “Lo primero que debo comunicarles es que a partir de hoy la empresa pasará a llamarse Perfumerías Brosard de la Reina. Es una decisión directa de la dirección de Brosard. Los operarios ya están cambiando la cartelería y se espera que todo esté listo para mañana.”

Marta no puede contener su indignación: “Nos avisa demasiado tarde. Ayer mi padre, don Damián, vio uno de esos carteles y se llevó un disgusto enorme.” Chloe, con una mezcla de cortesía diplomática e indiferencia, responde: “Lamento mucho lo ocurrido, doña Marta. Procuraré que no vuelva a suceder.” Respira hondo antes de continuar y añade con tono solemne: “Y por último, aunque no menos importante, acabo de recibir una llamada del señor Brosard para comunicarme quién estará al frente de la dirección de la fábrica.”

La sala queda en completo silencio, todos conteniendo la respiración. Chloe hace una breve pausa antes de anunciarlo: “Es un honor para mí comunicar que la persona que ocupará la dirección será el señor Gabriel de la Reina.” Asombro y desconcierto se reflejan en cada rostro. Andrés lanza una mirada cargada de desconfianza hacia Gabriel, quien, por su parte, intenta mantener la serenidad. Nadie parece comprender completamente lo que está sucediendo.

En otra escena, en la casa de los Reina, Gabriel y Begoña atraviesan el salón una y otra vez, visiblemente nerviosos. La conversación que deben mantener con Julia se acerca y la importancia de este momento pesa sobre ellos como una losa. Finalmente, Begoña rompe el silencio: “Gracias, Gabriel. Gracias por acompañarme en todo esto.” Él le dedica una sonrisa tranquila, intentando transmitir calma. “Julia también será mi hija”, añade con ternura. Ambos entrelazan sus manos, encontrando en el otro el apoyo que necesitan.

Julia aparece en la puerta, curiosa pero con un toque de inquietud en el rostro. Begoña se adelanta suavemente: “Julia, cariño, Gabriel y yo queremos hablar contigo.” La niña frunce el ceño, preocupada: “¿Ha pasado algo? ¿El abuelo está bien?” “No te preocupes, cielo. El abuelo está bien, solo necesita descansar un poco”, la tranquiliza Begoña. Gabriel hace un gesto para que se sienten, y los tres se acomodan, rodeados de un ambiente cargado de emoción.

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Begoña toma aire antes de continuar: “Escucha, Julia. Gabriel, tu abuelo y yo hemos hablado mucho últimamente. Sabemos que te inquieta nuestra boda y la llegada del bebé. Queremos que te sientas querida, protegida y parte de esta familia. Por eso hemos pensado en algo… pero necesitamos saber cómo te hace sentir. Queremos adoptarte.” Los ojos de Julia se abren en sorpresa, intentando procesar la noticia. “Adoptarme…” susurra, desconcertada. Begoña le toma la mano con ternura: “Sí, mi vida. Así sabrás siempre que esta es tu familia, que esta será tu casa y que Gabriel y yo seremos tus padres para siempre.”

Julia baja la mirada, abrumada, y tras un momento de silencio pregunta con voz temblorosa: “¿Y el abuelo?” Begoña aprieta suavemente su mano: “El abuelo te quiere con locura y respetará lo que decidas. Puedes quedarte con él o con nosotros, pero nada cambiará lo que sentimos por ti.” Gabriel observa con calma, sin presionarla. Begoña, emocionada, añade: “No importa lo que elijas, siempre te querré igual. Desde el primer día supe que eras especial y que llegarías para quedarte en mi corazón. Para mí eres mi hija.”

Finalmente, Julia levanta la vista y mira a Gabriel con inocencia: “¿Tú quieres ser mi padre?” Él sonríe conmovido: “Encantaría tener una hija con tan buen ojo para encontrar nidos de pájaros”, recordando sus momentos juntos. Julia sonríe al fin: “Entonces, si me adoptáis, el bebé será mi hermano. Siempre he querido uno.” Begoña ríe suavemente: “Entonces, Julia, ¿quieres que te adoptemos?” Julia asiente con firmeza, y los tres se abrazan, llenos de amor y alivio.

Más tarde, Damián convoca a Andrés y María. Su rostro serio anticipa la gravedad de la noticia que dará. Andrés habla primero: “Padre, nos llamó… ¿qué ocurre?” Damián respira hondo: “He decidido renunciar a la patria potestad de Julia para que Begoña y Gabriel puedan adoptarla cuando se casen.” María queda petrificada, sin poder ocultar su sorpresa: “¿Cómo…?” exclama indignada.

El capítulo termina dejando a todos los personajes y al público en un suspense absoluto, con el destino de Julia y la empresa colgando de un hilo, marcando un antes y un después en la vida de cada miembro de esta compleja familia.