Tasio se disculpa con Andrés y le cuenta que Brossard tiene el control – Sueños de Libertad

Título: “El regreso de Andrés y la traición que amenaza con destruirlo todo”

La calma que todos habían esperado con tanto anhelo tras la recuperación de Andrés apenas dura unos instantes. En el nuevo episodio de Sueños de Libertad, el regreso del protagonista a la vida cotidiana no trae la paz prometida, sino una cadena de revelaciones que sacuden los cimientos de Perfumerías De la Reina y el corazón de quienes lo rodean. Lo que parecía una conversación entre amigos pronto se convierte en una batalla silenciosa entre la culpa, la gratitud y una traición empresarial que amenaza con arruinarlo todo.

La escena comienza con un aire de alivio. Andrés, aún débil pero consciente, escucha a Tasio hablarle con el corazón en la mano. “De verdad, si no llegabas a ponerte bien nunca…”, confiesa su amigo con un nudo en la voz. Le remuerde la conciencia por aquella llamada que, según él, pudo haber cambiado el curso de los acontecimientos. Pero Andrés, con esa serenidad que lo caracteriza incluso en la adversidad, intenta tranquilizarlo: “Tú no tienes la culpa de nada”.

Sin embargo, Tasio no logra desprenderse del peso de la culpa. Benítez intenta mediar, señalando que Tasio actuó como debía, que su naturaleza noble y protectora lo llevó a tomar decisiones que cualquiera habría tomado en su lugar. Pero el propio Tasio no puede evitar sentirse responsable. En el aire se respira un dolor contenido, el de quienes han sobrevivido a algo que los ha marcado para siempre.

En un intento de desviar la atención, Andrés agradece a ambos su apoyo, pero la tensión entre ellos es palpable. Tasio insiste en que el verdadero héroe de todo lo ocurrido es Benítez, aunque añade con amargura que la suerte no ha sido igual para todos. “Esa es la parte más trágica de todo este asunto”, dice con un tono sombrío, mientras la música de fondo acentúa el peso de sus palabras. En ese momento, el espectador comprende que detrás de esa conversación hay algo más que remordimientos: hay secretos que aún no han salido a la luz.

Capítulo 204 de Sueños de libertad; 13 de diciembre: Tasio vuelve a  advertir a Andrés de que hay que despedir a Felipe

El ambiente se enrarece cuando Andrés, todavía convaleciente, intenta hablar de la empresa. Pero Benítez lo interrumpe: “Déjanos eso a nosotros. Tú lo que tienes que hacer es preocuparte de recuperarte y de volver pronto a casa”. Sin embargo, la preocupación de Andrés no puede contenerse. Su intuición le dice que algo anda mal. “Entonces es peor de lo que pensaba”, murmura, y en ese instante, la verdad empieza a asomar.

Benítez respira hondo antes de revelar lo inevitable: la fábrica ha estado al borde de la quiebra. Para evitar el cierre definitivo, se vieron obligados a aceptar la entrada de un nuevo inversor. “Masina, una empresa italiana”, explica con cautela. “Han adquirido el 51% de las acciones”. Andrés se queda helado. La noticia lo golpea como un puñetazo en el estómago. No puede creer que hayan vendido la mayoría de su empresa, su legado, a manos extranjeras. “¿Cómo ha sido posible?”, pregunta con incredulidad.

Tasio, con la voz cargada de justificación, intenta calmarlo. “Fue una decisión difícil, Andrés, pero no había alternativa. Era eso o la quiebra.” Intentan convencerlo de que, pese a todo, la fábrica sigue viva, que en unas semanas todo volverá a la normalidad. Pero el brillo en los ojos de Andrés delata su desconfianza. Algo no encaja.

En ese momento, la puerta se abre y Marta entra apresurada, visiblemente alterada. La tensión se dispara. “¿Qué pasa?”, pregunta Benítez, notando su inquietud. Tasio, sin pensarlo, lanza la bomba: “Pensé que ya lo sabías, Marta. He recibido una llamada”. La sala se congela. Marta lo mira fijamente, esperando lo peor. “¿Saber qué?”, replica con el corazón acelerado. Y entonces llega la puñalada: “Los italianos han vendido sus acciones”.

El silencio que sigue es abrumador. Andrés se queda sin palabras. Su rostro refleja una mezcla de desconcierto y furia. “¿Cómo? ¿A quién?”, pregunta, intentando encontrar una lógica en medio del caos. Tasio baja la mirada. “A partir de ahora, los nuevos dueños de Perfumerías De la Reina van a ser nuestros mayores enemigos”, sentencia, dejando caer la frase como una losa.

Esa última revelación lo cambia todo. Lo que hasta hace unos minutos parecía una solución temporal se convierte en una traición monumental. La empresa, símbolo del esfuerzo y la unión familiar, ha caído en manos de quienes siempre buscaron destruirlos. El enemigo ahora no solo los acecha desde fuera, sino que controla desde dentro cada decisión, cada movimiento, cada secreto.

La música sube de intensidad mientras las miradas se cruzan. Marta siente que el suelo se abre bajo sus pies. Andrés, debilitado pero con la determinación de siempre, aprieta los puños. Sabe que la batalla no ha terminado, pero ahora se libra en un terreno mucho más peligroso. Los italianos no han comprado solo una empresa, han comprado acceso a su vida, a sus sueños, a todo por lo que han luchado.

Tasio, por su parte, se siente traicionado y usado. Él creyó que al aceptar a los inversores italianos estaba salvando la fábrica y el futuro de todos, pero ahora comprende que fue manipulado. La culpa que lo devoraba al principio de la escena se multiplica. Siente que, sin querer, ha abierto la puerta a los lobos.

Tasio recapacita y le pide perdón a Andrés: ¡ninguno de los dos es culpable  de la muerte de Mateo!

Marta, siempre la voz de la razón, intenta buscar una salida. Propone contactar a los antiguos socios, buscar una vía legal, pero Benítez la interrumpe. “No hay vuelta atrás”, dice con tono grave. Los contratos están firmados, y cualquier intento de revertir la operación podría destruirlos económicamente.

Mientras tanto, Andrés guarda silencio. Su mirada perdida revela una tormenta interior. Ha perdido más que un negocio: ha perdido el control sobre su destino. Pero en esa derrota momentánea hay también un fuego nuevo. Sabe que no puede dejar que lo arrebaten todo sin luchar. Y aunque su cuerpo todavía no se ha recuperado, su mente empieza a trazar un plan.

El episodio termina con una imagen poderosa: Andrés de pie, apoyado en el escritorio, mirando el logotipo de Perfumerías De la Reina con determinación. La música se apaga poco a poco, dejando solo el eco de su respiración. “Si creen que pueden quedarse con lo que es nuestro… se equivocan”, murmura.

Así, el regreso de Andrés no es el final de su sufrimiento, sino el comienzo de una nueva guerra. Una guerra empresarial, pero también personal, donde la traición, la ambición y el amor se entrelazan en una lucha por la supervivencia. Porque en Sueños de Libertad, ni siquiera la recuperación física garantiza la paz, y a veces, los enemigos más peligrosos son aquellos que firman contratos con una sonrisa.

En los próximos capítulos, la llegada de estos nuevos dueños pondrá a prueba la lealtad de todos. Habrá alianzas inesperadas, rupturas dolorosas y decisiones que podrían cambiar el rumbo de la serie para siempre. Andrés, Marta, Tasio y Benítez deberán enfrentarse no solo a los enemigos externos, sino también a los fantasmas de su propia conciencia. Y cuando la verdad completa salga a la luz, nada —ni la empresa, ni las relaciones, ni los sueños— volverá a ser como antes.