Una Nueva Vida 92: Ferit entre el amor y la culpa mientras Suna pelea por su vida!
El ataque de Karan desde el mar convierte la mansión Corán en un caos absoluto. Balas cruzan el aire, los gritos de terror llenan los jardines, y Ferit, Seyran y Suna resultan heridos en medio del pánico. La familia lucha contrarreloj para trasladarlos al hospital mientras el miedo y la desesperación se apoderan de todos. En la mansión de Cicek, Abidin pierde el control al ver la violencia desatada; jamás imaginó que los disparos irían dirigidos a inocentes. Su ira estalla, pero para entonces ya es demasiado tarde. En el hospital, Ferit recobra la conciencia y se entera de que Seyran y Suna también han sido alcanzadas. Su corazón se encoge al pensar en ellas, y mientras visita primero a Seyran, aliviado de que su herida sea leve, la gravedad de la situación de Suna lo golpea con fuerza. La bala ha dañado sus órganos internos y necesita cirugía inmediata. Cada paso hacia el quirófano está cargado de culpa y miedo; Ferit se siente responsable de que su familia enfrente este horror.
Los Corán atraviesan una noche marcada por lágrimas y tensión. Cicek, consciente de que Alice Coran no dejará pasar este ataque, decide ocultarse en una casa de montaña con su familia. No es una rendición, sino una estrategia de supervivencia, anticipando la inevitable venganza de Alice. Por su parte, Alice corta lazos con las autoridades y decide tomar el control de la situación personalmente, sin depender de nadie más. Mientras tanto, la espera en el hospital se vuelve insoportable. Aunque las heridas de Ferit y Seyran son leves, la delicada condición de Suna llena los pasillos de angustia. Aislén, escondida, escucha cada actualización, y la acumulación de meses de tensión y miedo amenaza con quebrarla. La preocupación por Suna, junto con el bienestar de Esme y su nieto, la sumerge en un estado de desesperación silenciosa.
Ferit, devastado y culpable, se enfrenta también a la tormenta de sus propios sentimientos hacia Suna. El recuerdo del beso prohibido en el jardín lo atormenta mientras toma la mano de Seyran para reconfortarla. En el hospital, Abidin, al enterarse de la gravedad de Suna, pierde la razón y se arma con la intención de vengarse de Karan. Solo la intervención calmada y firme de Cicek evita un desastre mayor. Sin embargo, la amenaza de Abidin aún pesa sobre todos, y los corredores del hospital se llenan de tensión y susurros temerosos. En medio de este caos, los miembros de la familia encuentran pequeños momentos de consuelo, como cuando Ferit se sienta junto a Kazm y comparte un instante sincero que suaviza, aunque sea un poco, el peso de los remordimientos.
La situación se complica aún más cuando se descubre que Suna está embarazada. La noticia cae como un balde de agua fría, especialmente sobre Esme, cuya preocupación por la vida de su hija se duplica. La familia enfrenta un delicado equilibrio entre esperanza y miedo; cada minuto parece eterno mientras Suna lucha por sobrevivir en el quirófano. Ferit, consumido por la culpa y el remordimiento, siente que el destino de Suna refleja también su propia batalla interna. Abidin, al descubrir el embarazo de Suna, se derrumba al comprender que sus acciones podrían haber destruido la vida de su propio hijo, y la venganza que tanto lo impulsaba se transforma en desesperación y arrepentimiento.
Mientras Suna permanece bajo cuidados intensivos, Ferit decide tomar cartas en el asunto. Sale a buscar a Cicek, pero al llegar a su escondite descubre que tanto ella como Karan han desaparecido. La impotencia y la furia lo empujan a actuar sin pensar, aunque Zengit, siguiendo órdenes de Alice, lo retrasa con excusas estratégicas. Alice, por su parte, ha ejecutado un plan que mantiene a la familia protegida, trasladando a todos a una nueva vivienda y dejando la mansión Corán en manos de Cicek. Aunque para Ferit esta decisión es dolorosa y humillante, comprende que la prioridad de su abuelo es la seguridad de los suyos.
En el hospital, el drama continúa. Suna enfrenta complicaciones durante la cirugía, y Esme, agotada por la tensión y el miedo, colapsa, sufriendo la pérdida del bebé que esperaba. La alegría por la recuperación parcial de Suna se mezcla con el dolor de la pérdida, creando un escenario emocional devastador. Sean intenta consolar a Esme mientras mantiene la esperanza viva por el futuro de la familia. La relación de Ferit con Seyran también se ve afectada por las tensiones y los secretos que pesan entre ellos, especialmente el recuerdo del beso y los sentimientos no resueltos hacia Suna.
Mientras los días avanzan, la búsqueda de justicia y venganza sigue su curso. Ferit sigue el rastro de Cicek con determinación, pero el plan de Alice, estratégico y meticuloso, limita sus acciones y evita una confrontación sangrienta. La familia, aunque unida, se enfrenta a la realidad de que la mansión Corán ha sido entregada a Cicek para proteger a todos de un daño mayor. Cada decisión, cada sacrificio, resalta la lucha entre el deber, la familia y los sentimientos personales. Ferit debe aceptar que, a veces, la paz y la seguridad requieren rendirse ante circunstancias que parecen injustas, mientras que Suna lucha por su vida y la de su hijo en un hospital lleno de incertidumbre.
El episodio termina con una mezcla de alivio y tristeza. Suna sobrevive gracias a la intervención médica, pero Esme sufre la pérdida de su bebé. La familia se adapta a la nueva residencia, y Ferit, aunque frustrado y con sed de justicia, reconoce que los verdaderos vencedores son aquellos que permanecen juntos y con vida. Los pasillos del hospital y la nueva casa se convierten en el escenario de una espera cargada de emoción, donde cada respiración es una oración y cada instante refleja la fragilidad y la fuerza de la familia Corán. La historia se mantiene al filo de la tensión, con Ferit enfrentando sus sentimientos, Suna luchando por vivir, y todos los miembros aprendiendo que en medio del dolor y la traición, la unidad familiar es lo que sostiene todo.