UNA NUEVA VIDA CAP 68 ¡Asuman decide el destino de Doruk! ¡Tarik sale de prisión!

💥Spoiler: “El escándalo que sacude a los Korhan”

Ferit entra al baño con el rostro desencajado y el corazón acelerado tras leer un inquietante mensaje. Antes de poder reaccionar, recibe una llamada de Suna, quien le explica que salió de casa por un asunto urgente. Sin embargo, Ferit, enfurecido y protector, la reprende con severidad: le recuerda los peligros que la rodean y le ordena volver de inmediato a la mansión. Su tono no deja espacio para la réplica. Cuando sale, Seirán, perceptiva, nota su agitación y le pregunta si todo está bien. Ferit finge calma, dice que solo está cansado, pero su mirada lo delata. Acto seguido llama a Esme para informarle a Seirán que su madre ha venido a ayudarla, intentando distraer su mente del caos que está por desatarse.

Afuera, Ferit se reúne con Abidín y le muestra una fotografía estremecedora que acaba de recibir desde el número de Mecide: un cuerpo enterrado en la tierra. Ambos quedan impactados, pero no hay tiempo para analizarlo. Los guardias cercanos se comportan de manera extraña, mirando con insistencia sus teléfonos. Ferit, impaciente, exige que le muestren lo que están viendo, y uno de ellos le enseña un video íntimo: una grabación comprometedora de Asumán junto a un hombre cuyo rostro está cubierto. Aun así, Ferit lo reconoce al instante: se trata de Doruk, el entrenador de Asumán.

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Su rabia estalla. Insulta a los guardias por ver algo tan degradante y por difundir la humillación de su cuñada. Abidín intenta contenerlo, pero justo en ese momento aparece Jalis. Ferit, sin poder calmar su ira, grita el nombre de Asumán y sale disparado a buscarla. El abuelo, al escuchar la noticia, no da crédito a lo que oye.

Ferit encuentra a Asumán y, sin rodeos, le muestra el video. Ella queda petrificada. Su rostro palidece y las lágrimas le nublan la vista. Ferit la acusa con palabras duras, diciéndole que ha deshonrado la memoria de su difunto esposo, Fuat, y ha manchado el apellido Korhan. Entre tanto, Seirán interviene con valentía: le exige que no la humille, que nadie tiene derecho a juzgarla de ese modo, pues los errores no se corrigen con gritos. Pero Ferit no escucha razones; su furia lo ciega.

Jalis irrumpe en la escena y, tras ver el video, lanza insultos que desgarran el alma de Asumán. Le recuerda que la consideró una hija cuando se casó con Fuat, y ahora siente que ha traicionado su confianza. La humillación llega a su punto máximo cuando, lleno de desprecio, le escupe y le dice que solo su condición de mujer la salva del castigo que merece. Seirán, dolida, le planta cara al patriarca y le dice que ya es suficiente, que esa violencia no salvará a nadie. Les recuerda que si tanto presumen de ser una familia unida, deben demostrarlo ahora, cuando la desgracia los pone a prueba.

A pesar de su defensa, Asumán no soporta más y se derrumba. Dice que su vida ha terminado, que no podrá salir nunca más a la calle sin sentir vergüenza. Jalis, implacable, le ordena hacer las maletas y marcharse de la mansión. Antes de irse, Asumán les lanza una frase envenenada: tal vez su pecado no sea haberse acostado con otro hombre, sino haberlo hecho con alguien ajeno a la familia, porque en esa casa todos se mezclan entre ellos. Sus palabras dejan una herida abierta mientras se marcha en silencio.

Desesperada y sin rumbo, Asumán llama a Ifakat, rogándole ayuda. La mujer la acoge y promete que no la dejará sola. Mientras tanto, Ferit y Abidín descubren más pistas sobre la fotografía misteriosa: todo apunta a que el padre de Akin, Taidar, sigue vivo y ha secuestrado a Mecide. En un lugar oculto y sombrío, ella despierta entre la oscuridad y el miedo. Taidar le confiesa que su hijo está muerto y que buscará venganza contra los Korhan. Mecide, rota, lo incita a hacerlo, ofreciéndose incluso a cambio de que acabe con ellos.

Ferit, por su parte, decide ir tras Doruk. En la casa del entrenador, encuentran una cámara oculta en el televisor: fue él quien grabó y publicó el video. Doruk, descarado, llama a Ferit y le exige cinco millones de dólares a cambio de eliminar las grabaciones y todas sus copias. Ferit acepta solo para tenderle una trampa. Planea pagarle para poder atraparlo.

En medio de todo, Seirán recibe una llamada inquietante del hospital. La doctora le informa que sus análisis revelan una enfermedad grave y poco común, aunque aún no puede darle detalles. Seirán, asustada, decide guardar silencio y solo le dice a su madre que debe ir al hospital por un chequeo rutinario.

Suna, por otro lado, se enfrenta a Ficrille, quien insiste en que la verdadera culpable de su desgracia es Jatice y no Seirán. La tensión entre ambas crece mientras Ficrille murmura que la muerte podría ser la única forma de pagar ciertas culpas.

Ferit, acompañado de Abidín, entrega el dinero en un punto acordado. Pero en uno de los fajos de billetes hay un rastreador. Cuando Doruk y sus cómplices lo descubren, ya es tarde: Ferit y sus hombres los rodean. Enfurecido, lo confronta cara a cara y le advierte que el precio de su traición será muy alto.

Чей сын Ферит в сериале «Зимородок»? Родственные тайны семьи Корхан

En la mansión, Jatice intenta acercarse a Seirán con un aire de falsa compasión, pero Seirán le responde con firmeza que nadie puede hablar de demonios cuando ella misma destruyó la vida de Mecide. Las palabras de Seirán caen como cuchillas, dejando a Jatice sin respuesta.

Ferit regresa victorioso con Doruk capturado. Jalis lo felicita por haber actuado como un verdadero Korhan. Pero mientras todos celebran, Seirán, agotada emocionalmente, se refugia en los brazos de Ferit. Le pide que le cuente una historia donde ambos sean los protagonistas, una historia sin dolor ni escándalos, solo amor. Ferit acepta, y entre susurros inventan un cuento que los adormece juntos.

A la mañana siguiente, Seirán, decidida a ocultar su preocupación, le dice a Ferit que debe ir al hospital con Suna para un control de rutina. Él accede, aunque insiste en que Abidín las acompañe.

En otro rincón de la ciudad, Ifakat se reúne con Sekm para darle la noticia de su embarazo, pero él la rechaza fríamente, confesando que no quiere volver a ser padre. Ifakat, devastada, se marcha sin decirle que espera un hijo suyo.

Mientras tanto, Asumán, refugiada con Ifakat, cree que será ayudada a escapar del país, pero pronto descubre la cruel verdad. El coche se desvía del camino y termina en un bosque. Allí la espera Jalis. Ifakat la entrega sin remordimientos, diciendo que solo cumplió su palabra. Asumán, enfrentando a su suegro, se niega a rogar por su vida. Le recuerda sus propios pecados, sus traiciones y sus dobles estándares. Le dice que no le teme, que si tanto amaba a Fuat, debería reconocer que él nunca lo valoró.

Y mientras las sombras del bosque se cierran sobre ellos, la tragedia de los Korhan alcanza un punto sin retorno: la venganza, la vergüenza y el castigo se entrelazan en un destino del que nadie saldrá ileso.